Retumba Malambo

Elegancia y tradición, con toque moderno

Es la fórmula que genera múltiples sensaciones en la carpa de Cirque XXI 360. El número de los malambistas combina la pasión por el ritmo autóctono, le imprime riesgo y pone en pie de igualdad a la mujer. Entre repiques, bombos y boleadoras, la propuesta coreográfica del ensamble conmueve a chicos y adultos.

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Por Raúl Caliva I 06.04.23

La adrenalina que se siente en cada función, es de una intensidad tal que cada segundo arriba del escenario es un instante que genera asombro y a la vez tensión. Todo sucede tan rápido que, los protagonistas, quienes ofrecen el número coreográfico, no pueden perder la concentración. A ritmo de repiques, tacones, boleadoras y movimientos estilizados, el cuarteto de bailarines de la compañía Retumba Malambo se lleva todos los aplausos. Estos jóvenes que se incorporaron hace diez años al Cirque XXI 360 ofrecen una de las atracciones más destacadas dentro del espectáculo que se desarrolla en la carpa montada en el Patio del Paseo Libertad.

El conjunto, integrado por Gabriel Barros, Fiorella Molinari, Camila Gómez y José Alarcón, propone una entretenida puesta escénica, con cuadros y movimientos de mucho riesgo y también algunas cuotas de improvisación, pero nunca deja de lado, formas estéticas y la impronta tradicional de la danza folklórica.

Durante las horas previas a la función nocturna, los miembros del ensamble estaban tomándose un breve descanso antes de vestirse con sus elegantes trajes. En ese interín, mantuvieron un diálogo con Plataforma Gaia y contaron en la charla, lo que viven arriba del escenario circular y cuáles son las claves que vuelven interesante su show.

Barros, el director artístico y fundador de la compañía, viene de la provincia de Buenos Aires, pero tiene una ascendencia muy fuerte del norte argentino, puesto que sus padres y la mayoría de sus parientes son de Santiago del Estero. Sostuvo que la incorporación de la danza y todas las características del malambo tradicional a los escenarios de los circos no es un fenómeno nuevo: “el malambo como espectáculo coreográfico se originó antiguamente en las casas de tango, en las milongas y en los cabarets de antaño. Porque, aunque no parezca, el malambo y el tango han venido tomados de la mano desde hace mucho tiempo. Por suerte, actualmente, el malambo viene teniendo un lugar de enorme reputación cultural no solo en Argentina, sino también en el mundo. Y en los grandes circos mucho más” y completó: “en nuestro caso, las experiencias del malambo en los circos fueron extendiéndose de manera internacional. Por ejemplo, hace unos años atrás, estuvimos trabajando en una de las empresas circenses más importantes de China, ‘Chimelong’, y fue extraordinario ver como el show fascinaba al público oriental”.

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Además, otra de las compañías internacionales que fue incorporando la disciplina hace un par de décadas fue también el Cirque du Soleil, “recuerdo a muchos compañeros colegas con los cuáles trabajé que pudieron trascender y consolidar a la disciplina. Esto se viene practicando bastante y no somos una excepción”, contó.

Barros inició su trayecto siendo muy joven, al igual que el resto, en academias e institutos tradicionales. De a poco fue abriéndose paso de forma individual, hasta que vio la necesidad de conformar un ensamble con objetivos en común. “Este proyecto de Retumba se originó a partir de una búsqueda para lograr un grupo de trabajo artístico sólido y estable. Cada uno de nosotros venimos de diferentes ciudades y lo que trato siempre es que, en la labor, podamos captar y aprovechar de la mejor forma posible las potencialidades de cada uno”, remarcó el bailarín.

Fue así que unió y coordinó voluntades para constituir en un equipo con sello propio: “lo que podemos resaltar de nuestra propuesta es la fonética, la percusión y la rítmica. Siento que en la danza todo está hecho y creado, pero creo que la diferencia que aportamos es dinamismo y constancia. Desde que se inicia el show, hasta que termina, la música y la danza que presentamos no se detiene en ningún momento. Otros elencos pueden utilizar más música épica o incluso, incorporan melodías de rock, pero nosotros apostamos más por trabajar siempre en las raíces, respetando las formas tradicionales. Seguimos ese camino”, contó Barros.

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Una performance dinámica y entretenida. Con vistosos cuadros coreográficos, el ensamble de malambistas incorpora estilos y ritmos variados, que generan un intenso espectáculo para el público. 

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Con sangre santiagueña. Gabriel Barros, director y creador de la compañía Retumba Malambo, busca potenciar los talentos de cada integrante para que el espectáculo resulte sólido y con una sincronización perfecta. 

Apuesta a la igualdad

Otra característica que le da un plus significativo al show, es la paridad de roles entre los bailarines y bailarinas. Para el director, “la igualdad es nuestro tema central. Queremos contar una historia en escena y es que la mujer viene pelando por su espacio en el malambo desde hace mucho tiempo. Recuerdo que cuando recibimos la oferta de trabajar para el Cirque XXI, propuse que las mujeres, las malambistas, deben tener también su espacio de protagonismo en el show. Desde entonces, venimos abordando una puesta en escena con una fuerza y energía impresionante, que genera gran impacto en los espectadores”, apuntó el coreógrafo.

Por su parte, Fiorella, que al igual que Camila, ambas son bailarinas procedentes de la zona sur del Gran Buenos Aires, manifestó su compromiso con el proyecto: “Nuestra participación en el espectáculo es central, creo que eso nos incentiva mucho y a la vez nos da una responsabilidad muy fuerte.
Porque siempre queremos estar a la altura y al nivel que se requiere para dar un show acorde a lo que ofrece este circo. Y, sobre todo, queremos que el espectáculo sea lo más lindo posible para la gente. La participación del público es también un factor muy importante, sobre todo a la hora de hacer el contrapunto. Ese momento en que una pregunta y otra responde con los movimientos del cuerpo y de las boleadoras, transmite una fuerza y una energía tan vibrante que el público se suma con entusiasmo al momento de alentarnos”.

Mientras que Camila, dio su punto de vista también: “Algo que quiero remarcar, es que lo que hacemos arriba, nunca dejamos de lado la cadencia y la forma femenina. Le damos un toque nuestro y nos preocupamos mucho para que las formas sean bellas y le de elegancia al cuadro”. Por otro lado, la malambista recordó lo difícil que era hace un tiempo atrás ser reconocidas como tales en el ambiente de las danzas folklóricas: “al principio, todo era muy dividido y discriminado. Esto que los hombres solo podían zapatear y las mujeres tenían que hacer el zarandeo, ya no existe más. Ahora hacemos de todo sin que nos reprochen o nos cuestionen. No solo dentro de un circo, sino también en las peñas y festivales. Podemos estar en todos los roles. En el malambo, dejamos de ser las ‘chicas débiles’ y le ponemos pecho a la danza. Con el malambo sentimos mucho poder”, resaltó la artista.

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Concentrados en un esquema compacto. Con el ritmo de la percusión ininterrumpido, las y los malambistas van desarrollando distintas formas y figuras apelando a la esencia de la danza tradicional.

El porte, la actitud y el ritmo de la percusión son elementos fundamentales para la puesta y en especial, el carisma que hace lucir al grupo. Si se quiere, también le agregan improvisaciones, a pesar que los cuadros están estudiados y ensayados previamente. Para lograr una sincronización perfecta, el cuarteto se apoya en la sustancia de cada integrante. “En ese aspecto, creo que la convivencia grupal ayuda mucho también a congeniar entre nosotros y entendernos muy bien a partir de las experiencias que tenemos cada uno. De los estilos variados que aportamos y de tener nuestras propias costumbres, tonadas, formas de expresarnos. Todo eso ayuda a complementarnos y motivarnos mucho”, opinó José Alarcón, bailarín oriundo de Santa Fe. 

“Todos queremos ser parte de una misma idea y estamos conectados a la pasión por la danza. Eso nos define y se ve reflejado en el escenario. Por eso conectamos tanto con la gente y se siente mucha buena vibra. El disfrute es total. Estamos para eso, vivimos para dar al público lo que somos”, añadió.

Unidos por la pasión a la danza

Para el cuerpo de malambistas, no todas las funciones son iguales. Cada presentación, parece ser la primera y tiene siempre, un nuevo reto que superar. “Ninguna función es la misma, aunque todos los días sentimos los mismos nervios en el estómago como si fuera la primera vez. Trabajamos la improvisación de tal manera que descubramos algo nuevo que podemos hacer, para que el show no caiga en lo rutinario”, recalcó Barros.

Y concluyó que las “las satisfacciones que nos trae el arte son muy grandes. Amamos esta profesión por sobre todo y si a eso le sumamos el cariño de los espectadores y el hecho de poder vivir de lo que nos gusta hacer, es ya una hazaña lograda. Eso nos mantiene unidos. Hoy, la danza folclórica es valorada y respetada. Estamos todos agradecidos por el circo que, con diez temporadas realizadas, conocimos el país. Y es muy copado que el malambo tenga un lugar preferencial que antes no tenía”.

Al terminar la charla, el elenco se predispuso para ir a camarines porque había llegado la hora señalada de comenzar una nueva función. De repente, el instinto artístico se activó en ellos al tomar los instrumentos y los trajes de danza, a la espera de su turno de salir a escena. Una vez más, los malambistas dejaron todo en la pista. Niños y adultos, conmovidos por lo que presenciaron, respondieron con una fuerte ovación.

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En contrapunto. Tanto en dúos como en cuartetas, el show propone una entretenida puesta que despierta entusiasmo en los espectadores.

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