La política científica y el rol del Estado

No perder de vista el horizonte

¿Qué pasará con la ciencia y la tecnología en un nuevo escenario político nacional y provincial, signado por la crisis económica, el cambio climático y la hiperinflación? Plataforma Gaia consultó al Ing. Tulio del Bono, mentor de la ley que creó hace dos años el Sistema Provincial de Ciencia, Tecnología e Innovación, quien señaló los desafíos que San Juan deberá encarar si se quiere apostar a un desarrollo sostenible para los próximos 50 años. Ideas y discusiones para pensar el futuro, con acciones presentes.

Federico Strifezzo

Fotos: Raúl Caliva

Por Raúl Caliva I 20.12.2023

La ciencia, cuando se pone al servicio del pueblo, funciona como vector de transformación y justicia social. Esta premisa implica que cuando se decide avanzar en la mejora de la calidad de vida, ampliar conocimientos y resolver problemas que tiene la sociedad, resulta primordial que todo país -un Estado-Nación- cuente con una política pública que priorice la inversión en investigación científica, en innovación y desarrollo tecnológico; y que además contribuya a mejorar el circuito económico y productivo; el bienestar social, la salud pública, la educación y la cultura.

Se sabe bien que la ciencia y la tecnología, son transversales en todas las áreas de la vida económica y social y que permite trazar y proyectar un horizonte de inclusión, de federalismo y de soberanía que, para un país como Argentina, debería ser una prioridad estratégica que trascienda gobiernos de cualquier signo político y tenga garantizada una continuidad.

Para que se logre una estabilidad y progresión en las políticas científicas, es necesario contar con un consenso social y cultural básico. Sin embargo, a pocos días de haberse concretado una nueva transición política en el Estado Nacional y también provincial, nuevamente surgen dudas e incertidumbres, ante un posible rumbo de estancamiento sobre el desarrollo científico y tecnológico en la agenda pública.

 

La ciencia y la tecnología…¡afuera!

Tras los resultados electorales de octubre y diciembre, la cuestión pública sobre la ciencia y la tecnología quedó en un limbo. El debate sobre el rol que tendrá el Estado en esta materia estuvo ausente durante toda la campaña electoral, en materia de propuestas superadoras y hubo un significativo retroceso en lo discursivo, puesto que se instalaron en los medios de comunicación, consignas negativas y discusiones falaces sobre que el Estado es deficitario, el cierre del CONICET y que (sí, otra vez) la tarea de los científicos es irrelevante para la economía de un país.

A partir de la transición de hace unos pocos días, no se conoce fehacientemente qué pasará con el Gabinete Científico Tecnológico (GACTEC), con los organismos del Sistema Científico Tecnológico, y con la continuidad de los créditos, programas y proyectos que están en desarrollo en todo el país.

En el orden nacional, el Ministerio de Ciencia y Técnica fue disuelto y las funciones que desempeñaba, perdieron ese rango para pasar a secretaría dependiente de la Jefatura de Gabinete. Hasta el cierre de edición de esta nota quedaba por definirse si Alejandro Cosentino, un empresario vinculado a las finanzas, del mundo bancario y ‘Fintech’ ocupará ese cargo. De concretarse, el área adoptaría un perfil mercantil y tecnocrático, en detrimento de la promoción de las ciencias básicas y sociales, que perderían vitalidad bajo este nuevo esquema.

En el plano provincial, la SECITI (Secretaría de Estado de Ciencia, Tecnología e Innovación) perdió también su jerarquía y pasó ahora a ser una secretaria dependiente del nuevo Ministerio de Producción, Trabajo e Innovación, cuya función será comandada por el bioquímico Germán Von Euw.

Dada estas circunstancias, el lugar de relevancia para la ciencia quedó relegado en el interés público, como también en la agenda informativa de los grandes medios, dominada casi exclusivamente por los temas económicos.

No hay país en el mundo que no dedique parte importante de su presupuesto y su PBI a la inversión en políticas científicas. No veo y no puedo entender que Argentina vaya a un camino de excepción, en que el Estado renuncie al desarrollo científico.

Un rumbo y una visión clara

Frente a esta nueva realidad política, al calor de la coyuntura cuesta tomar dimensión de la magnitud del impacto que pueda tener esta transición en el campo científico, tecnológico y productivo en general. Por este motivo, Plataforma GAIA entrevistó al Ingeniero Tulio del Bono, quien sentó las bases de un proceso virtuoso en la realización de políticas públicas para la ciencia en San Juan.

Su labor pública fue un aporte fundamental para impulsar un plan estratégico de ciencia con la creación del Sistema Provincial de Ciencia, Tecnología e Innovación, que cumplió dos años de vigencia. Sancionada por la Legislatura Provincial en noviembre de 2021, la Ley Nº 2317-B de Ciencia y Tecnología, permite estructurar y garantizar las condiciones para que se fomente la creación e investigación mediante la articulación entre instituciones del Estado Provincial, el sector empresario, instituciones educativas, organizaciones sociales y científicas.

Del Bono, fue rector de la Universidad Nacional de San Juan durante cuatro períodos consecutivos y Doctor Honoris Causa, título otorgado por la misma institución. De 2003 a 2007, fue secretario de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación; secretario de Ciencia y Tecnología y también fue miembro en el Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (COFECyT) ante el Directorio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET).

Pese a estar retirado de la función pública, no deja de ser una voz autorizada y con experiencia, a la hora de describir y advertir sobre el cambio de dirección de la provincia y del país, sobre la inversión y la promoción pública en ciencia e innovación.

Para el ex funcionario, el actual escenario que se viene reconfigurando, es poco auspicioso: “las crisis sociales y económicas son tan fuertes que obligan siempre a actuar en el ahora y perder de vista lo que está por venir. No hay país en el mundo que no dedique parte importante de su presupuesto y su PBI a la inversión en políticas científicas. No veo y no puedo entender que Argentina vaya a un camino de excepción, en que el Estado renuncie al desarrollo científico”, dijo.

San Juan es una de las primeras provincias del país en contar con una ley de ciencia y tecnología y su génesis fue impulsada por la comunidad científica local en el Acuerdo San Juan 2020. En ese momento, el gobierno provincial la incorporó en su agenda política, tomó los objetivos y preparó el proyecto de ley para su tratamiento legislativo.

Precisamente Tulio del Bono, fue uno de los mentores y redactores de este proyecto, con la participación de María Verónica Benavente, quien fue su sucesora en la SECITI. También se contó con el apoyo de expertos nacionales e internacionales integrantes de la consultora ISUR, financiada por el Consejo Federal de Inversiones (CFI).

 

La ciencia debe tener un rango de jerarquía en el Estado. 

“La tradición o costumbre argentina era que la ciencia y la tecnología, quedaba supeditada solo a un nivel nacional y las administraciones provinciales, tenían un rol menor, como simples ejecutores de algunos fondos, con lineamientos generales. Con la creación de la SECITI y de este sistema provincial en su momento, puso en debate los temas estratégicos para planificar en qué provincia queremos vivir. Porque la investigación científica y tecnológica, es una gran productora de conocimiento y principal herramienta para el crecimiento económico y social de los países”, contó el ingeniero.

Alejandra Godoy megáfono

Una batalla cultural que no se abandona

Algo que no dejó pasar Tulio es esta falsa dicotomía entre el Estado vs el Mercado, esto es, la instalación de consignas tales como “fuerzas del mercado libre” o “la mano invisible del mercado” es la solución a todos los problemas que el propio capitalismo genera. Como si fuera la mejor respuesta posible -y la única- ante un “Estado ineficiente o corrupto”. Al respecto, dijo ya con molestia y cansancio: “alguna vez debemos dejar de lado ciertos dogmatismos ideológicos”.

El ingeniero puso como ejemplo lo que hizo Estados Unidos históricamente: “no sería una potencia tecnológica si el propio Estado norteamericano no invirtiera en I+D. De lo contrario, ni la primera computadora, ni siquiera Internet, que fue un proyecto de planificación estatal en su comienzo, hubiera sido posible de realizar”.

Como referencia más evidente, al alto desarrollo de una de las zonas urbanas tecnológicas más avanzadas, El Valle del Silicio (Silicon Valley) en California, es el corazón y ciudad sede de las principales industrias informáticas y tecnológicas tales como Microsoft, Apple, Google y Hewlett Packard, por citar algunas. Y también, existen otros centros de alto desarrollo científico y tecnológico de punta similares en Singapur, Taiwán, Japón, India, Corea del Sur, China y Rusia. En dichos centros, la informática, la robótica, la inteligencia artificial y la computación, son algunas de las áreas que cuentan con mayor inversión pública por parte de sus respectivos estados nacionales.

Sin embargo, ¿en la sociedad hay plena conciencia de entender a la ciencia como parte necesaria para el desarrollo de un país? En términos culturales y por las circunstancias de un nuevo proceso político, parece que la respuesta resulta compleja de elaborar

O nos decidimos a producir tecnología y conocimiento propio y soberano o nos resignemos a estar estancados en el subdesarrollo

Con los resultados electorales recientes en la mesa, Tulio analizó que: “la mayoría de la sociedad no votó pensando en la ciencia, sino por otras cuestiones diferentes. Lamentablemente se comprende muy poco sobre el aporte que hace el conocimiento científico a la vida cotidiana. Salimos del COVID-19 gracias a las vacunas, como resultado de años previos de investigación, pero claramente si no hubiese sido por una voluntad política y un Estado que respalde esto, hubiese sido una catástrofe aún mayor”.

Y profundizó en este punto con un hecho insoslayable: “Las grandes potencias que son productoras de vacunas, eran los primeros en aplicarlas y lo que sobraba, se enviaba al resto de países que les llegó mucho más tarde para cubrir una gran demanda. Ahí nos dimos cuenta de la importancia de contar con una producción propia y que, para enfrentar una pandemia, necesitábamos de una ciencia nacional. Esto logra romper con cadenas de dependencia”, recordó el exsecretario de Ciencia y Técnica de la Nación.

“Para lograr una vacuna hubo años de inversión e investigación fuerte a cargo de los gobiernos. Muchos de los laboratorios privados que desarrollan vacunas, están subvencionados por los gobiernos, es decir del Estado. Cuesta entender por qué Argentina sigue siendo productora de materias primas con una economía primarizada y extranjerizada. Es increíble que todavía estamos condenados a ser el granero del mundo. No puede ser que, con las vacas y el trigo, algunos puedan sentir que el mundo está en sus manos. Eso no funcionó en el siglo XIX y mucho menos lo será hoy. Es un mito que nos sigue haciendo daño”, reflexionó Del Bono.

En este sentido, profundizó su argumentación: “La inversión en ciencia y en tecnología que vienen haciendo otros países son del 4% del PBI. Para alcanzar esto, se requiere un gran trabajo desde lo cultural. Es totalmente falso que, con solo producir y exportar carne, trigo y soja, los demás países transfieran tecnología de punta al nuestro. ¡Minga, lo harán gratuitamente! Vendrá todo de segunda mano, porque no quieren que compitamos. O nos decidimos a producir tecnología y conocimiento propio y soberano o nos resignemos a estar estancados en el subdesarrollo”, afirmó.

Retomando sobre el escenario político existente, consideró que: “los móviles de esta elección nacional fueron otros, era estar en contra de algo. Evidentemente algo no se hizo bien para llegar a esta situación. Pero hay que hilar muy fino, en la voluntad del voto popular que hizo ganar a esta fuerza política, no estuvo como principio mejorar la ciencia. Ojalá que en este tiempo que toque transitar prime la cordura, porque lo que sostengo no es un invento delirante de un jubilado como yo”.

La matriz productiva debe diversificarse, está bien con la minería, pero no es suficiente, hay que fortalecer la industria del conocimiento, que genera mucho valor agregado a los procesos y a los proyectos productivos.

Multiplicar es la tarea

Las consecuencias de la última pandemia de COVID-19 y el impacto social que tuvo en términos globales, puso más que nunca en la mesa la importancia de contar con soberanía tecnológica y científica al momento de enfrentar una de las peores crisis sanitarias globales en la historia. Sin dejar de lado a la vez, el Cambio Climático y sus devastadoras secuelas dejando al país una situación de emergencia ambiental grave, en el cual hay largos períodos de sequía sin precedentes que viene generando serios problemas a una economía (en vías de re-primarización por la inclinación de un matriz anclada en la exportación de comidities de materias primas y la pesada herencia de una deuda externa en dólares asfixiante de sobretasas de interés) que impacta negativamente a la población en general.

A raíz de las lecciones que vienen dejando dichas experiencias, emergieron dos leyes cruciales (aprobadas por amplia mayoría parlamentaria) en el Congreso de la Nación. Por un lado, la Ley de Financiamiento del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación, que establece el incremento sostenido de la inversión en ciencia y tecnología; por otro lado, la Ley del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación 2030, que presenta las prioridades y la planificación para el sector científico y tecnológico en Argentina. Estas normativas permiten enfocar un modelo más federalizado y descentralizado para una gestión de políticas y de recursos materiales y humanos acordes a las realidades y necesidades regionales. Gracias a este marco normativo que se daba en el plano nacional, propició las condiciones favorables para avanzar políticamente desde la gestión local con la misma dirección.

Entre los principales ejes estratégicos que propone el sistema provincial de ciencia, Tulio del Bono planteó que se requiere trabajar en la formación profesional a futuro: “Necesitamos nuevos científicos con una sólida base en matemática y la articulación en todos los niveles educativos, desde el inicial, la primaria, secundaria a la universitaria”.

En segundo lugar, “apoyar a empresas locales para la innovación tecnológica, que apliquen nuevos conocimientos para competir en el mercado internacional, que es cada vez más exigente”. En este punto, son vitales las empresas del conocimiento, las productoras y desarrolladoras de software, de contenidos audiovisuales e interactivos de entretenimiento.

“Tenemos buenos programadores, hay que potenciar todo este sector y es un nuevo campo de acción que puede fomentar profesionales muy valiosos. Tenemos que solucionar cómo ayudar a los científicos para que su propio proyecto pueda crecer y puedan trabajar aquí para empresas locales, que pague sus impuestos, que paguen sus salarios y genere trabajo en la provincia. Sin política de Estado que favorezca esas condiciones se pierde”, resaltó.

Cuáles son los recursos humanos que hay que formar en los próximos 10 y 50 años es crucial para afrontar lo que viene y lo que necesita la provincia.

“Se dice mundialmente que vivimos en la Sociedad del Conocimiento, que es posterior a la sociedad post-industrial, donde las riquezas de las naciones pasaba por el nivel de industria pesada o metalmecánica que pueda tener un país y aunque generaba contaminación, era considerado como sinónimo de progreso. Ahora, bien, este parámetro ha cambiado y el desarrollo de un pueblo debe valorarse o medirse también por el nivel de conocimiento”, dijo Del Bono.

Desde su punto de vista, argumentó que: “La actividad científica, como es transversal e involucra a todas las áreas de interés público, es inviable una salud pública de punta sin investigación científica previa para crear vacunas, por ejemplo. ¿Cómo se logra el diagnóstico por imágenes? En el ámbito económico: ¿cómo la producción minera puede mejorar sus técnicas para garantizar seguridad laboral y ambiental? Innovar es clave para simplificar procesos. Por eso es importante que la ciencia tenga un rango de jerarquía en el Estado. Es lo que traza esta ley que piense en la realidad local y que articule con todos los sectores, educativos, empresariales y sociales”.

Del Bono remarcó que es indispensable la formación profesional y especializada para alcanzar un alto grado de competencia mediante la articulación con la universidad pública. “Los planes de estudio universitarios deben ser adecuados para el futuro. Es una de las responsabilidades más importantes que debe tener un gobierno. Cuáles son los recursos humanos que hay que formar en los próximos 10 y 50 años es crucial para afrontar lo que viene y lo que necesita la provincia”.

Tenemos que solucionar cómo ayudar a los científicos para que su propio proyecto pueda crecer y puedan trabajar aquí para empresas locales, que pague sus impuestos, que paguen sus salarios y genere trabajo en la provincia.

En este sentido, fundamentó que “la ciencia y la tecnología, deben ser materias de una política pública a largo plazo, porque está en juego el futuro del país. Los saberes tienen que construirse desde la infancia, porque lleva su tiempo y no podemos darnos el lujo de desperdiciarlo”, dijo pensando en los desafíos urgentes que la provincia necesita atender. “Venimos hace más de 8 años sufriendo la sequía y todo va empeorando, por eso la matriz productiva debe diversificarse. Con la minería sola no es suficiente, hay que fortalecer la industria del conocimiento, que genera mucho valor agregado a los procesos y a los proyectos productivos”, opinó.

Explicar todo, una y otra vez

Lejos de ser una utopía alocada o soñadora, Argentina tiene una larga historia y notable trayectoria en el desarrollo científico. Los premios Nobel que surgieron de la universidad pública, es solo apenas una demostración de ello. Por lo tanto, esta discusión acerca de que el Mercado es mejor que el Estado, Del Bono lo rechaza totalmente y recordó que ni siquiera el propio Adam Smith (La Riqueza de las Naciones, 1776), avalaba esto en su teoría. Los mercados buscan ganancias rápidas y seguras. El principio del inversor o del financista es maximizar ganancia y reducir riesgos. En la investigación científica, hay riesgos por asumir, dado que los resultados, sean adversos o positivos, cuesta tiempo en conseguirlos.

El fin que busca un Estado no es acumular ganancias financieras como si fuera una administración de lucro, todo lo contrario, se propone cimentar políticas para el bien común, para el bienestar de la población. Si dejamos que el mercado decida sobre la obra pública, por ejemplo, ¿quién será inversor privado para un camino a Mogna? ¿o el mantenimiento del camino San Juan-Mendoza?

Soy respetuoso de la voluntad popular, pero hubiera preferido que la SECITI no hubiera perdido su rango, porque se trata de una política transversal.

A pesar de una realidad política adversa, Del Bono confía en que no todo estará perdido. Más allá de una reestructuración orgánica del Estado, lo que debe primar es la voluntad política para que realmente una sociedad del conocimiento progrese: “Soy respetuoso de la voluntad popular, pero hubiera preferido que la SECITI no hubiera perdido su rango, porque se trata de una política transversal como dijimos anteriormente”.

Una vez más, habrá que explicar, discutir y demostrar que, si el Estado se retira de la política científica, inevitablemente sucederá que el país perderá soberanía en todo sentido.

Lo que está por venir tiene más aroma a lo que fue el neoliberalismo de los ’90, que sostenía que los organismos gastaban más de lo que producían 

Otro ajuste más, pero flores nuevas vendrán

En los años ’60, con la dictadura de Juan Carlos Onganía, vino la Noche de los Bastones Largos. En la dictadura cívico-militar de Jorge Rafael Videla y del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, se persiguió, torturó y desapareció a docentes y estudiantes, bajo el rótulo deshumanizante de ‘subversivos’. La sistemática intervención de universidades, de incineración de libros, el apagón de toda expresión artística y cultural divergente del discurso oficial, el cierre de cátedras, todo en aras de la “cristiandad” y “de las buenas costumbres de argentinos de bien” graficaron las más oscuras páginas de nuestra historia.

Posteriormente, en los ’90, durante el Gobierno de Menem, el ministro de economía Domingo Felipe Cavallo le dijo a la comunidad de científicas y científicos argentinos que “vayan a lavar los platos” en una clara política de ajuste neoliberal que permeó durante años en el país. Y no conforme con eso, la ciencia tuvo otra terrible noche neoliberal de caída y ajuste durante el gobierno de Mauricio Macri del 2016 al 2019.

En esta nueva etapa, a 40 años de la recuperación de la democracia ¿qué señales hay para que todo es triste recorrido histórico no se repita?

Hasta ahora, la principal consigna, que ya se ha vuelto leyenda impresa en remeras reza que “no hay plata”. Ni para salud, educación, desarrollo humano, cultura, deporte, turismo, obras públicas, ni tampoco en ciencia y en tecnología.

La hiperinflación concretada con la devaluación del tipo de cambio, no solo pulverizó los ingresos de sectores de trabajadores informales y formales del país. También lo hará con los recursos presupuestados para el 2024 en Ciencia, Tecnología e Innovación, que en definitiva serán los mismos que el de este año que culmina. A este ritmo, ¿alcanzará para cubrir todas las demandas en los próximos meses?

 

Si no sabemos demostrar que lo que hacemos es útil para el país, si el pueblo no entiende bien esto, o no le interesa qué hacen los científicos, se termina todo y nadie moverá un dedo para remediarlo.

Del Bono, no ve con buenos ojos el panorama que viene: “el principal enemigo de la dictadura es un ser pensante. Pero lo que está por venir tiene más aroma a lo que fue el neoliberalismo de los ’90, que sostenía que los organismos gastaban más de lo que producían en esos términos, lo que significaba era un recorte de presupuesto. Ahora tengo miedo que volvamos a esto”, opinó preocupado.

No obstante, Tulio también admite que es necesario comunicar mejor las virtudes y avances que hace la comunidad científica y las universidades argentinas. Y aquí radica en una necesaria articulación y compromiso con medios de comunicación, que sigan estos principios. “Hay que dar la pelea, porque si no lo hacemos, después no nos quejemos que nos bajan presupuestos públicos por una supuesta crisis y que la gente después de todo, lo acepte con aplausos. Si no sabemos demostrar que lo que hacemos es útil para el país, si el pueblo no entiende bien esto, o no le interesa qué hacen los científicos, se termina todo y nadie moverá un dedo para remediarlo”, sostuvo al final de este extenso intercambio de ideas.

La doctora en Química Daiana Capdevila, investigadora del CONICET y ganadora de la cuarta edición del certamen Fima-Leloir en este año, por su investigación del funcionamiento de proteínas de bacterias, dio a la agencia Télam hace unos pocos días una entrevista. En la misma, dejó una notable definición que resulta oportuno destacar en este momento: “la ciencia es un fenómeno colectivo que no lo hacemos sólo los científicos, sino los comunicadores, los educadores, las instituciones públicas y privadas vamos a necesitar a todos para transitar las dificultades de los próximos años”.

Lejos de terminar en un mensaje de desesperanza, seguramente después de la tormenta, vendrán nuevos días con el cielo despejado, puesto que no todo está dicho. Las victorias son breves, como así también las derrotas. Habrá que ver una vez más como los versos de una canción del artista Ignacio Copani, recobran más vigencia que nunca, porque no habrá ajuste, ni bala que pueda matar a la primavera. Ni patria que pueda otra muerte aguantar… las flores nuevas, pese a quien pese, reverdecerán.

 

Las bases de un modelo virtuoso

El Sistema Provincial de Ciencia, Tecnología e Innovación San Juan (SPCTI) da cobertura a todas aquellas entidades públicas y privadas vinculadas a la generación de nuevo conocimientos, financiación a proyectos y emprendimientos, formación profesional y a la implementación de políticas públicas y una clara articulación con universidades y otras instituciones afines. La Ley 2317-B creó la Agencia Provincial de Ciencia, Tecnología e Innovación, como entidad autárquica, que tiene bajo su área tres programas importantes: «San Juan Innova», «San Juan Ciencia» y «San Juan forma para la Innovación». Para garantizar la progresividad y el fortalecimiento del sistema, se pondera la existencia de un Fondo Fiduciario Provincial, cuya fórmula permite que la inversión pública sea en forma sostenida y que la asignación de recursos no sea inferior al presupuesto del año anterior. De este modo, contempla la proyección para 2032 de alcanzar una base del 0,25 % del PBG (El Producto Geográfico Brutos es el equivalente provincial del Producto Interno Bruto), que es un indicador clave a la hora de evaluar el crecimiento económico de la provincia, la eficiencia de su aparato productivo y el bienestar de su población.

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