Silvia Kutica

“Hay mucha gente ávida del suspenso y del misterio”

La actriz argentina es una pieza clave de la obra “Te espero en la oscuridad”, el policial negro con el que vendrá a San Juan este fin de semana en el marco de la gira nacional. Antes habló con Plataforma GAIA sobre la experiencia de trabajar en un género poco frecuente en el teatro argentino y en el que hay mucho por descubrir. “Son historias que si buceás un poco hablan del ser humano, de lo que somos”, sostiene.

Federico Strifezzo

Por Romina Maina  I 05-04-2024

Silvia Kutica viene de hacer temporada en calle Corrientes, en el Teatro Metropolitan de la ciudad de Buenos Aires con dos obras de suspenso que la tienen como protagonista. Por un lado, “El cuarto de Verónica”, de Ira Levin (que está en su cuarta temporada) y por otro, “Te espero en la oscuridad” la nueva apuesta que sumó en 2023 y con la que ahora salió de gira con sus compañeros de elenco. Con la primera, estuvo en la provincia en 2022 y con la segunda regresará al Teatro Sarmiento el 6 de abril, (21 hs) tras hacer funciones en Rosario, Mendoza, San Rafael y Tunuyán.

La pieza -cuyo título original es “Wait Until Dark”- fue escrita por Frederick Knott y se dio a conocer por primera vez en 1966. A partir de su estreno, se consagró en la pantalla en la versión cinematográfica de Terence Young con Audrey Hephurn como protagonista y se convirtió en un éxito teatral que recorrió distintas partes del mundo.

En su versión argentina, Silvia Kutica encarna a Susan Hendrix, una mujer ciega que deberá pelear por su vida cuando tres delincuentes (Teo, Miguel y Carlino), irrumpan en su departamento buscando una misteriosa muñeca que su marido Sam guardó tiempo atrás. Cuando ella empieza a sospechar del plan que están llevando adelante, decide sorprenderlos dejando su hogar en absoluta oscuridad. Allí comenzará un atrapante thriller policial que plantea una lucha por la supervivencia en una especie de juego del gato y el ratón entre los personajes.

La pieza recibió dos nominaciones a los Premios Estrella de Mar 2024: una como Mejor obra dramática y otra como Mejor actriz por la interpretación de Kutica que está acompañada en el escenario por Fabio Aste (nominado también con el mismo galardón como Mejor actor de reparto por “El cuarto de Verónica”). Completan el elenco Adrián Lázare, Fernando Cuellar, Camila Barberis y Jorge Almada, bajo la dirección de Nicolás Scarpino.

A propósito de su regreso a la sala del Teatro Sarmiento, Kutica quien tiene una extensa carrera que abarca desde obras de teatro, cine y televisión (entre sus trabajos puede mencionarse “90 60 90” modelos”, “De carne somos”, “Vidas robadas”, Desmadre (2012), Juntos para siempre (2011) y Luna de Avellaneda (2004), entre muchos otros) hasta trabajos actorales para plataformas (“Tierra incógnita”, Disney + (2022) y “Nada”, de Star+ (2023) en la que grabó escenas con Robert de Niro), habló sobre cómo es trabajar el terror, el suspenso y el misterio en el teatro, y qué le atrae de estas historias.

La artista reflexionó, además, sobre cuánto cambió la situación laboral de actores, actrices y otros trabajadores de la industria desde sus comienzos a la actualidad y el panorama que avizora ante la falta de ficción nacional y el avance del consumo vía streaming.

 

Uno puede quedarse con el cuentito, pero las obras cuentan mucho más. Son historias que si buceás un poco hablan del ser humano, de lo que somos.

Silvia Kutica, en el rol protagónico, encarna a una mujer ciega en «Te espero en la oscuridad»

– ¿Qué te llevó a apostar por un género nuevo y poco explorado en teatro primero con “El cuarto de Verónica” y ahora con “Te espero en la oscuridad”?

-En principio, Adrián Lázari (actor en ambas propuestas), estaba interesado en esta obra (El cuarto de Verónica) y estaba buscando los derechos de autor desde hace muchos años y finalmente pudo conseguirla. Antes de la pandemia se armó otro equipo que pudo estrenarla pero, vino el cierre de los teatros. Cuando se pudo retomar, parte del equipo tenía otras cosas para hacer entonces se armó este nuevo con Fabio Aste, Adrián Lázari, en ese momento estaba Fernanda Provenzano y yo. La verdad es que la leí y el mismo día dije que sí, que estaba muy interesada. Económicamente uno siempre se pregunta qué va a pasar, pero la verdad yo dije esta obra la tengo que hacer porque es una propuesta diferente y porque es un gran desafío para mí, es un aprendizaje enorme. A medida que se acercaba el día del estreno nos preguntábamos qué pasará con esto, si vendrá la gente, o si estará más ávida de comedias, de unipersonales, de stand up. Pero después del estreno la gente empezó a tener comentarios muy elogiosos y la iba recomendando, y eso nos dió la pauta que no nos equivocamos. Hay mucha gente ávida del suspenso y del misterio.

Eso demuestra que las fórmulas conocidas y repetidas no siempre son el camino a seguir…

Nos demostró que hay gente que está esperando algo diferente, inclusive periodistas que iban a ver las obras nos decían que es muy grato que aparezcan estas perlitas, que son totalmente sorpresivas, que uno no espera todo lo que va pasando con la obra, más allá de que hay obras bárbaras y con actores que hacen cosas espectaculares, pero hay una fórmula que se repite. 

¿Cómo te conectaste vos con el género?

A mí me interesó mucho el género desde que soy muy joven, adolescente te diría. Me gusta el terror también. Me gustan los libros de terror, los policiales oscuros, me gustan los autores nórdicos. Siempre me llamó mucho la atención. No sé qué es lo que pasa conmigo (ríe) que me encanta asustarme, me encanta ese tipo de propuestas, no saber qué es lo que va a pasar me parece alucinante y que me además me sorprenda. Sobre todo, en “El cuarto de Verónica”, porque en “Te espero en la oscuridad” es más policial, suspenso y vos de entrada conocés la historia porque los personajes se encargan de contártela. En esta última lo que es sorpresivo es el desarrollo y el final.

¿Hay algo más allá del misterio, la tensión y el miedo en ambas propuestas?

Sí, en las dos se retratan esos claroscuros que tenemos los seres humanos, por eso me parece que son interesantes. En “El cuarto…” está eso de ocultar ciertas enfermedades y toda la familia se va enfermando también producto de una mente que es muy perversa y oscura que tiene un karma que va repitiendo la historia y trata de ponerle fin y no lo logra. Y en “Te espero…” mi personaje es ciego y está esto de menospreciarla, de menoscabarla, de pensar que no es inteligente porque es ciega y realmente el personaje tiene otros sentidos que están tan desarrollados como el oído y el olfato que cubre esa falta o esa imposibilidad. En un momento en “Te espero…” mi personaje se da cuenta que está en serio riesgo y que la estaban engañando, es la lucha por la vida, por la supervivencia. Creo, que ahí empatiza todo el mundo. En “El cuarto…» en cambio, es como un monstruo y ahí no creo que provoque tanta empatia yo (rie). Uno puede quedarse con el cuentito, pero las obras cuentan mucho más. Son historias que si buceás un poco, hablan del ser humano, de lo que somos.

Desde hace un tiempo atrás estoy tratando de salir del lugar cómodo o de lo conocido. Busco materiales (..)  que me hagan preguntarme muchas cosas.

Todos los objetos que aparecen en escena fueron cuidadosamente elegidos para contar la historia que está ambientada en la década de los ’60. Los efectos de luces y sonido crean un ambiente inquietante y atrapante.

¿Pasa en todos los géneros incluso en la comedia?

Con una comedia también te podés quedar con ese cuentito o en la superficie entonces te reís, las pasas bien y ya está. Pero siempre hay algo de reflexión y para eso estamos, para que la gente la pase bien, pero que pueda salir con preguntas. Después es tan lindo ir a tomar un café o ir a comer y charlar. Quizás no te deja pensando, pero te toca un lugar en el alma y decís que me pasó para que me pegue en este lugar.

Desde lo profesional ¿cómo transitás el territorio del misterio y el suspenso?

Es una etapa más que es interesante porque desde hace un tiempo atrás estoy tratando de salir del lugar cómodo o de lo conocido entonces busco materiales que me provoquen mucho nervio, miedo, que no me pueda dormir pensando en cómo resolver algo de lo que me plantea el texto, que me hagan preguntarme muchas cosas.

Ensayé muchas veces con los ojos vendados y mis compañeros también y era como un ejercicio de gran humildad. (…) uno tiene que aprender a pedir ayuda.

-En una entrevista dijiste que el teatro es como un laboratorio de arte. Después de tantos años de trabajo ¿seguís descubriendo cosas nuevas?

-Sí totalmente. Es el laboratorio del juego. Largarse y equivocarse dos millones de veces y después encontrar el caminito y aún en ese camino vas, venís, retrocedés, haces dos pasos adelante, otro para atrás. Los días de los ensayos son como liberadores y a veces agotadores y muy frustrantes. Es un juego tremendo con las emociones. En cuatro o cinco horas de ensayo es como si hubieses laburado las 24 hs del día. Siempre hay una palabra o un gesto, algo que podés interpretar de otra manera porque sino sería muy aburrido. Sería la repetición de la repetición. E incluso en un reemplazo porque, aunque cada persona diga lo mismo hay una naturaleza que es distinta por la voz o por algún gesto y decís ‘mirá que distinto, mirá lo que le encontró’ y el texto, sin embargo, es igual. Entonces modifica también al resto de los compañeros.

-¿Qué aprendiste con la construcción de Susy, el personaje que encarnás en “Te espero en la oscuridad”?

-Con “Te espero…” ensayé muchas veces con los ojos vendados y mis compañeros también y era como un ejercicio de gran humildad. Yo recuerdo que me daba bronca no poder orientarme con los ojos vendados si sé dónde estoy. Era como el enojo de un niño esta cosa omnipotente de que yo todo lo puedo, yo lo resuelvo. Y uno tiene que aprender a pedir ayuda. Yo cuento siempre que cuando veía una persona ciega en la calle lo primero que hacía era agarrarle el codo o el brazo para ofrecerle ayuda y aprendí que eso no se debe hacer porque vos estás invadiendo el espacio del otro y el otro no sabe con qué intención vas y son pequeñas cositas que fui aprendiendo y que agradezco un montón. En definitiva, uno aprende a conocerse más y cómo te relacionas porque en el escenario también mis compañeros tuvieron que hacer un ejercicio de no sentir mi mirada. En una obra lo que hacés es la conexión desde la energía, desde la mirada con el otro. Y también mis compañeros tuvieron que aprender acá a que no los estoy viendo realmente. Hago un foco general, pero nunca me dirijo directamente a los ojos del otro entonces, también les resultó muy raro. Y a veces en un paneo de miradas sin querer paso la vista por mi compañero y me doy cuenta de que hasta se incomoda. Después me dice ‘me miraste’ (risas).

 

-¿Fue ese uno de los elementos más difíciles en el desarrollo del personaje?

-Es muy complejo. Porque inclusive a veces mis compañeros pasan la mano delante de mi cara o me ponen un objeto adelante y te aseguro que es complejísimo no registrarlo. Lo que vamos a hacer es que la gente que nos vaya a ver entre un poco en el mundo de ese personaje porque en las escenas finales sobre todo en la última escena se produce un apagón total en el escenario y también en la sala, entonces la gente va a vivenciar que es lo que le pasa a estos personajes y como en un buen género de suspenso la obra sucede en una tormenta y hay relámpagos. Habrá un apagón final donde no se sabe qué personaje sobrevivió o si sobrevivieron los dos o no y la gente va a vivenciar esa experiencia de no ver y tratar de guiarse con los oídos.

-Si bien el teatro carece de algunos elementos del lenguaje cinematográfico como el uso de distintos planos ¿qué plus le aporta a la historia el público presente en la sala?

-Esa energía que parece que no existe por el silencio que hay en la sala también se nota y llega al escenario. Cuando el espectador está tan atento se percibe. “En te espero…” lo que escuchamos mucho son las risas en los momentos de humor y cuando se empiezan a apagar esas risas y que vuelve la tensión no vuela ni una mosca porque la gente está tomada por la historia, la está siguiendo y está expectante a ver qué va a suceder. Es esa química que sucede o no sucede. Es como milagroso, es como la predisposición que tienen ambas partes. De entregar nosotros y de recibir eso que nos da la gente. Sin esa química es imposible.

 

De izq. a derecha: Camila Barberis, Jorge Almada, Silvia Kutica, Fabio Aste, Fernando Cuellar y Adrián Lázare.

-Hay también una apuesta fuerte desde lo escenográfico ¿Eso ayuda en la creación del clima?

-“El cuarto…” es más despojada. En “Te espero…” sí necesitamos contar todo el mundo de mi marido Sam que es un fotógrafo, la época, el vestuario que es de Fernando Cuellar que actúa también en la obra. Hay momentos de humor también que fueron muy bien resaltados por Nico (Scarpino), que es un director maravilloso y ha sabido sacarle el jugo a esos momentitos de humor que son necesarios para poder llevar una hora y cuarto de tensión para que la gente pueda aflojar un poquito.

-¿Cómo trabajaron la puesta para que se pudiera transmitir esa tensión sobre el escenario?

-Yo siempre digo que los dos libros son espectaculares, no tienen una fisura entonces tenés ya una gran parte del cuento resuelta. Después hicimos mucho hincapié en los gestos, en las miradas, sobre todo en “El cuarto…” vos estas diciendo una cosa y en las miradas, en los gestos sucede otra cosa por debajo. En “Te espero…” como mi personaje es una persona que no ve, todas las líneas y todo lo que transmiten el resto de los personajes sobre todo con señas, para producir el engaño, las voces, la música y los golpes de efecto son fundamentales. La luz, que producen los relámpagos para remarcar determinados momentos nos ayudan muchísimo. Y refuerza mucho este tipo de obras ya que no contamos con planos cortos del lenguaje cinematográfico, por ejemplo. Creo que todos esos elementos fueron contribuyendo para armar la obra.

Uno no tenía el temor de decir si termino esto qué voy a hacer después. Y ahora es como la gran pregunta.

– Como elenco, trabajan en un sistema de cooperativa, ¿esto facilitó que pudieran apostar por un género nuevo sin estar sujetos al rendimiento comercial?

-Sabes que no lo sé. Empezamos siendo una cooperativa y ese fue el inicio de decir vamos a tener que tener porcentaje cada uno, se van a pagar los afiches y todo lo que se necesite con el trabajo y nos fue muy bien, estamos muy contentos con esa manera. Y lo repetimos con “Te espero…” salvo en lugares que son más alejados que se nos complica un poco más. En ese caso vamos con productoras privadas, pero sino nosotros mismos vamos a los lugares por nuestra cuenta y hacemos todas las gestiones. Y puede ser que como propuesta distinta para algún productor era una jugada que no la veía o decía es un delirio de estos cuatro, cinco o seis locos, que prueben ellos a ver qué pasa (risas), la cuestión es que funcionó y pegó el salto de un teatro que no es del circuito comercial como el teatro La Mueca, pasamos al Complejo La Plaza y después al Metropolitan.

-Con más de 40 años de carrera, ¿cuánto han cambiado las condiciones de trabajo para un actor?

-Yo siempre cuento que,  en los mejores años de ficción en la televisión, no se pensaba que iba a haber un parate del trabajo. Antes ni siquiera llegabas a terminar una cosa y ya había propuestas nuevas. No llegabas a terminar una novela y ya estabas empezando la otra. Y los canales de televisión tenían los estudios abarrotados de actores. Te cruzabas con compañeros todo el tiempo. Uno no tenía el temor de decir si termino esto qué voy a hacer después. Y ahora es como la gran pregunta. No por nada hay tantas obras, tantas propuestas porque los actores nos vamos volcando al teatro. A los jóvenes les contás y no te entienden mucho.

El deseo es que vuelva el laburo que había antes, lo veo muy difícil.

-¿Como ves hacia adelante el avance del formato serie y los nuevos consumos culturales?

-La verdad que no lo sé. No creo que se vuelva al pasado porque es raro, ya la familia no se sienta a esperar un capítulo ni las señoras a esperar la novela como pasaba antes. Y había dos o tres novelas en distintos horarios durante la tarde. Es otro mundo también. Después por ahí la familia se reunía a ver un unitario a la noche, eso ya no está y no sé si va a volver. Son nuevas maneras de ver. Tal vez, se tendría que buscar dentro de estas nuevas maneras como volver a la ficción nacional. Como enganchar a la gente otra vez para que vea ficción en la tele. Es rarísimo. ATAV 1 fue un exitazo y ya ATAV 2 donde estuve, caminó ahí y era una historia bárbara con un elenco hermoso. Habrá que analizar eso y ver de qué manera se moderniza lo que se hacía antes, y económicamente es bravo hacer una novela, es mucho. Hay un montón de aspectos que no sé cómo se van a resolver. Es una gran incógnita.

-¿Qué peligros ves detrás de todo esto no solo para actores y actrices sino para toda una industria?

-Sí, detrás de actores y actrices hay un montón de gente, maquillaje, peinado, vestuario que quedan sin trabajo porque las plataformas tampoco toman esa cantidad de trabajadores entonces, se pone muy complejo. El deseo es que vuelva el laburo que había antes, lo veo muy difícil. Son momentos donde todos los trabajadores están cuidando su trabajo y rezando no perderlo. Es un momento muy complejo del mundo y de Argentina especialmente. La nuestra es una industria que no es ajena a lo que está sucediendo y sumado a eso el avance de la tecnología. Es un gran momento de crisis. Dicen que las crisis son momentos de cambio, espero que sea un cambio para crecer de verdad.

-¿Se puede ser optimista en un momento de avanzada sobre la cultura y el intento de cierre o definanciamiento de organismos como el INCAA, el INAMU y el INT e incluso hay artistas que sufren la persecución y el hostigamiento por expresarse públicamente en contra de estas políticas? ¿Cómo vivís esto?

-Con mucha sorpresa y mucho dolor. Yo digo que, si algo está funcionando, corrijamos desprolijidades, pero no cerremos. Nos vamos de un extremo al otro, del blanco al negro. Deberíamos madurar y no ser como niños o eternos adolescentes. Así no hay nada que pueda crecer. Si hubo desprolijidades, corrupción limpiemos, pero sigamos adelante y que la plata, los subsidios vayan donde tienen que ir, pero no cerremos. Es todo o nada. Y eso me produce mucha sorpresa y mucho dolor porque de esa manera no se puede construir nada.

-¿Crees posible la construcción de cultura sin un Estado presente como se intenta instalar? y también, ¿sólo el talento es suficiente para tener éxito?

-Si no das posibilidades hay mucha gente que no se puede mostrar y pueden ser excelentes en lo que hacen. Vos ves muchos jóvenes preparados y que no saben dónde ir. Y te preguntan ‘¿qué hago? ¿dónde voy? Y ahí me parece que el Estado presente de buena manera sin corrupción es muy necesario. Siempre colocando las cosas que se necesitan donde corresponden, que llegue a la gente que lo necesita y que se apoye a la cultura obviamente. Y si hay un subsidio para hacer una serie o una película, que salga al aire y que se vea. Tiene que ser transparente.

-En momentos de crisis, la cultura es siempre el sector donde recae el recorte primero. ¿Hay que seguir explicando que es importante para una sociedad?

-Hay tantas cosas importantes. Ahora si yo te  digo a una persona que se está muriendo de hambre llevala a ver una película es complicado. Son cosas que tienen que ir de la mano porque es un alimento para el alma. Hay gente que todavía no fue al teatro porque me dice: «no, me parece que no es para mí». Escuchar música, leer un libro, ir al teatro son cosas que te enriquecen, que te hacen crecer.

 

Te espero en la oscuridad

Función, 6 de abril, 21.30 hs, Teatro Sarmiento. Entradas en platea baja A (filas 01 a 11): $15.500, platea baja B (filas 12 a 20): $15.000 y pullman (Filas 01 a 06): $14.000. Venta de tickets en boletería del teatro y a través de tuentrada.com

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