Entrevista: Patricia Palmer

“El sistema ha logrado que todo se rija por la oferta y la demanda”

Durante la gira de la comedia ‘Radojka’ -que fue estrenada en San Juan- la actriz habló sobre el tema central de la obra: la exclusión social de los adultos mayores. Opinó de la falta de ficción nacional en las pantallas tradicionales y del cambio de paradigma de la industria audiovisual. Además, definió su visión sobre el feminismo.

La exitosa comedia del 2022, ‘Radojka’ hizo su parada por Mendoza y San Juan, este fin de semana. La puesta dirigida por Diego Rinaldi, escrita por Fernando Schmidt y Christian Ibarzabal y co-protagonizada por Patricia Palmer y Cecilia Dopazo, es una de las más aprobadas por el público tanto en Buenos Aires como en Mar del Plata. La historia traza la historia de dos mujeres que se alían en un improvisado plan para conservar su posición laboral. Cuando entran en una carrera interminable de situaciones desbordantes y decisiones extremas, en el marco de un suceso trágico pero previsible la obra plantea un interrogante y que lo utiliza como lema: “¿Qué estarías dispuesto a hacer para no perder tu trabajo?”.

Aunque en primer plano se expone el humor negro, de fondo ya invita a pensar y discutir la condición humana y las miserias que son capaces de cometer las personas por preservar el reducido espacio de supervivencia y beneficio individual, a tal punto de mentir y matar si es necesario. Sin embargo, desde otra mirada, también aborda un problema social y bastante actual que se invisibiliza en la discusión pública: la exclusión laboral para los adultos que superen los 50 años de edad.

Con este enfoque, Plataforma Gaia pudo entrevistar a Patricia Palmer. Además de ser actriz, es productora y directora; profesora de teatro, guionista y también incursionó en la canción, en otras palabras, es una artista integral que mantuvo una sólida trayectoria en cine, teatro y televisión. En el contexto del espectáculo ofrecido en el Teatro Sarmiento, Palmer compartió su reflexión acerca del contenido de esta propuesta. Entre otras consideraciones, habló también de la situación laboral de artistas colegas de su misma edad y la crisis de la ficción nacional en la televisión abierta. Y, por último, sobre su posicionamiento en el feminismo y su militancia en el Colectivo de Actrices.

Radojka‘. La comedia dirigida por Diego Rinaldi y escrita por Fernando Schmidt y Christian Ibarzabal, presenta a los personajes de Lucia y Gloria, (con las actuaciones de Palmer y Cecilia Dopazo). En la trama, toman acciones que rompen todo lo ético para preservar su seguridad laboral.

– ¿De qué manera el tema que plantea la obra, las interpela como actrices?

– Nos ayuda a confrontar a los problemas existenciales que tenemos todos los seres humanos. Pero también problemas sociales, porque el mercado laboral, expulsa a mujeres y hombres mayores del mundo del trabajo. El hecho de llegar a una edad mayor, no impide que tengamos energía plena para trabajar. Parece que hay una moda de “juventismo” -así le digo yo- que deja afuera a los que tienen más de 50 años y lo pone como un límite para definir que la persona, sea mujer o varón, no tenga más vida útil.

– Al presentar esta idea de ‘¿Qué estarías dispuesto a hacer para no perder tu trabajo?’ ¿el público se siente identificado e invitado a pensarse a sí mismo?

– Yo creo que sí y dispara en la persona preguntarse si la vida no tiene ningún sentido cuando sabés que te quedás sin trabajo. Para muchos de nosotros es el sentido más importante de la vida moderna: el trabajo, de hecho, nos pasamos el 70% de nuestra existencia, trabajando. Sea porque es un medio económico para vivir y también porque es un medio para socializar, para sentirte útil y trascendente. Esto tiene una connotación sociológica y psicológica que va más allá de la remuneración de un salario. La gente mayor, a pesar de todo, se siente muy productiva y capaz de dar mucho. Pero qué pasa si nunca más tendrás que trabajar, ahí es cuando empieza esa incertidumbre y lo imprevisible. La obra, con el humor, lo lleva al límite y genera una locura o un desquicio en nuestros personajes al ser conscientes que se quedarán sin trabajo: la depresión, la tristeza y la angustia a lo incierto, las hacen cometer locuras para conservar su espacio de seguridad.

– La edad moderna tracciona estas angustias, pero paradójicamente, estamos viviendo un tiempo donde los derechos laborales están en peligro de perderse ¿Qué hace el individuo? ¿es capaz de resignar sus derechos? ¿cómo salir del dilema?

– Es cierto, en el mundo, las empresas más grandes y corporaciones quieren barrer con derechos adquiridos, flexibilizar las relaciones laborales. Entonces el trabajador resigna sus derechos a fin de no perder su puesto. Mientras los países avanzados trabajan en leyes para reducir horas de trabajo, aquí solo se piensa en aumentarlas, en bajar salarios y quitar aportes patronales, entonces la situación es muy adversa. El otro día leía que un diputado jujeño proponía trabajar por diez horas diarias. Es todo un desbarajuste y la pérdida de conquistas y derechos, se hace efectiva por la pérdida de puestos de trabajo. El sistema ha logrado que todo se rija por la oferta y la demanda. Ante la falta de puestos laborales, yo empresario te exprimo, porque yo sé que dependés de esa tarea para subsistir. ¿Y qué decide hacer el trabajador? agacha la cabeza y por la necesidad de seguir siendo útil y no ser excluido del sistema, acepta cualquier condición. No solo desde el punto de vista económico quedás fuera. Los gremios sufren esta exclusión y se achica el campo de trabajo, se precariza más y nos conduce a otros tiempos de sobreexplotación. O aceptás las condiciones que te doy o te quedás fuera. Esa es la dura realidad de lo que pasa.

Parece que hay una moda de “juventismo” -así le digo yo- que deja afuera a los que tienen más de 50 años y lo pone como un límite para definir que la persona, sea mujer o varón, no tenga más vida útil.

– ¿Y sucede con más ferocidad teniendo en cuenta la edad y el hecho de ser mujer?

– Así es y hay muchas cosas en la vida, que por la edad estás vedada. Cuando entrás en la vejez, entrás en el tiempo de las pérdidas. Empezás a perder a los seres queridos, a los familiares, a los entornos en los que te movías y a las posibilidades de realización. El trabajo te hace sentir que tenés un propósito y cuando lo empezás a perder, ocurre un gran vacío y esto mucho no se lo tiene en cuenta.

– ¿La profesión actoral fue un espacio de contención que le permitió mantenerse vigente?

– Bueno por suerte no me ha pasado esto, todavía me quedan varios años en el mercado, porque me hice un kiosco propio y puedo seguir trabajando de lo que sea. Además, cuento con mi escuela de teatro, con una sala propia, donde doy clases. No puedo quejarme. Pero sí veía que en otros compañeros y compañeras que les pasaba esto y sufrían mucho. Hay otros como yo o con 80 años que tienen muchos deseos y fuerzas para hacer muchas cosas y no tienen posibilidades y se quedan excluidos del mercado, excluidos de todo y así empiezan a morir.

– La labor artística, en parte es lograda por mérito propio, pero, por hay un contexto que debe favorecer también en ese sentido. ¿Las condiciones que la favorecieron en su tiempo no son las mismas que pueden darse hoy para alguien que quiera hacer su carrera?

– Sí totalmente, ahora veo que los actores y actrices nuevas tienen un terreno muy difícil para desarrollarse, porque hay un hecho innegable, no hay más ficciones para canales abiertos. No hay dinero para financiarlos y no hay modo de amortizarlo. Hay posibilidades para estar en las plataformas de streaming, pero allí, tienen un casting global que va dirigido a mercados donde mejor convenga o menos se pague. En países empobrecidos como el nuestro, no hay presupuestos para la ficción. Lamentablemente la prioridad está en cubrir necesidades primarias como la salud y la educación. Primero arreglar el techo para que no se moje la casa. Entonces la cultura está en la última de las prioridades.

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– Si la televisión está obligada a cambiar su esquema de contenidos y si no pone ficción ¿con qué se llena ese espacio?

– La televisión ya cambió. Hoy los espacios están llenos de magazines periodísticos, de panelistas, entretenimientos, juegos, comentaristas, chimentos y deportes. Son ciclos más baratos para hacer. Además, la torta publicitaria que servía a la ficción y se repartían los recursos para cuatro o cinco canales de aire, ahora está distribuida más en el cable, en las redes sociales y las plataformas digitales. Sumándole a eso, el ingreso de la publicidad bajó también. La crisis para el actor audiovisual, sea cine o televisión abierta, es terminal. Es diferente la situación en el teatro, pero no todos están bien preparados para el escenario y no todas las obras son del gusto de un público masivo. Por otro lado, la oferta es mucha, es muy difícil saber embocar y predecir qué obra puede ser un éxito. Hay muchos directores, grandes compañías que montan un espectáculo que duran un mes en cartel porque no tienen presupuesto para sostenerlo más tiempo.

– Al mismo tiempo, ¿Esta crisis repercute en la calidad de los pocos contenidos de ficción que hay?

– No siempre, porque uno se preocupa mucho por tener un producto diferente y que atraiga a la gente y sea lo más convocante. Lo que se hace aquí es muy bueno. Y son producciones de nivel internacional. En teatro, hay unos 350 shows por fin de semana en Buenos Aires. La oferta es mucha, pero la gente circula con poca plata. Al tener mucho para elegir, prefiere invertir en una entrada que sabe que el producto es bueno. No pasa tanto por el elenco, privilegia más la puesta total que la figura. Hubo muchos shows de figuras de renombre y tuvieron que bajarse porque no les iba bien. Sin embargo, espectáculos como Jauría, Toc Toc, incluso esta misma Radojka, pasan por un gran momento, ya que la gente la aprueba por su temática, por el boca en boca, por la crítica… son muchos factores.

– ¿Ante esta carencia de ficción, es el motivo por el cual, no se la ve tanto en pantalla?
– Claro porque justamente no hay producciones suficientes. Hoy está ‘El primero de nosotros’, la única novela en pantalla, pero pronto va a terminar y se la bajará porque no tiene la medición deseada. Como fui directora de Canal 9 y sabiendo los costos que tiene una ficción, un capítulo como muy barato, grabarlo vale 10 mil dólares, no hay manera que un canal de televisión pueda sostenerlo. Tiene que tener mucho rating para que el publicista quiera anunciar en una tira que sea convocante. Y la cosa se complica porque con las plataformas, el espectador ahora tiene la decisión de poner, ver cómo, cuándo y dónde ver su contenido favorito, continuarlo o dejarlo. Está en una posición de comodidad inusitado. Cuando el canal te pasa un aviso en el corte, directamente el espectador cambia de señal, se levanta o se va de la pantalla. Es difícil, por eso avizoro un panorama de despedida para la ficción nacional en canales abiertos.

El país está repartido en manos de pocos dueños. Aquel que tiene y es dueño del periódico, del canal abierto, del canal de cable, de la radio, y de la plataforma, ya es un solo grupo económico, se lleva toda la ganancia que quiere.

– Y para poder jugar con las mismas reglas, ¿no es una buena alternativa poner más recursos y más ficciones en plataformas nacionales como Contar o Cine.ar?

– Sí, es una buena opción. De hecho, terminé de grabar una miniserie en Contar con Sofía Gala, Víctor Laplace, Soledad Silveyra y Claudio García Satur. Pero hace falta dinero para producir y estamos muy pobres. Las producciones son muy costosas y requieren de préstamos o subsidios que hay que devolver, aunque también hay que ver que las historias prendan. No es sencillo, cuesta mucho dinero y requiere que el país tenga muchos otros problemas solucionados y estamos muy lejos de eso.

– Hacer tele en tiempos de Romay -con quién aprendió mucho- era una época de muchos éxitos en audiencia y en producciones ¿esa televisión podrá volver o fue única e irrepetible?

– No volverá de la misma manera que no volverá el teléfono de línea. La realidad audiovisual se modificó mucho con la dinámica de las plataformas. En tiempos de Romay, cuando empezaron a aparecer las primeras señales de cable, se autoabastecían por la cuota de sus abonados. Tenían prohibido recibir publicidades como si fueran canales abiertos. Sin embargo, sucedió y ya era toda una barbaridad, con los años, todo fue concentrándose más gracias a los grupos monopólicos. Hoy estamos sujetos a los monopolios. El país está repartido en manos de pocos dueños. Aquel que tiene y es dueño del periódico, del canal abierto, del canal de cable, de la radio, y de la plataforma, ya es un solo grupo económico, se lleva toda la ganancia que quiere.

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Éxito teatral. La obra, lleva en cartel en el Teatro Picadilly desde hace un año y medio. Es una de las más vistas de la temporada 2022, tanto en Avenida Corrientes como en Mar del Plata. Además, ganó el Premio Estrella de Mar a mejor comedia del año.

El verdadero feminismo es inclusivo y lucha por la igualdad de oportunidades y derechos para mujeres y varones […] la lucha es en contra del sistema patriarcal, machista y abusador, que perjudica en muchas cosas al varón, porque lo obliga a que todo el tiempo deba ser el ‘macho pistola’… 

– La experiencia del Colectivo de Actrices y después de todo lo que ocurrió con el revelar el caso de Thelma Fardín, ¿se está dando un proceso de cambio integral en el ambiente artístico? ¿hay cosas que ya no se pueden revertir?

– Se está dando de a poco, no es un cambio radical como una desearía, pero se está avanzando de a poco. Aunque no solo tiene que suceder en el ambiente artístico, sino también en la sociedad toda. Porque los artistas, somos parte de un espacio que es una mota de polvo en un problema mucho mayor, que es el del abuso y la desigualdad de oportunidades. De apoco, se suman más actrices y también actores varones que son feministas, y que eso es importante, porque sin los varones tampoco podemos. La lucha tiene que ser codo a codo y entender que una sociedad mejor e igualitaria, debe ser con todos, tanto para hombres y mujeres. Falta mucho para lograrlo, pero vamos de a poquito.

– ¿Por qué se le critica al feminismo desde aquellos sectores tan reaccionarios o conservadores que justifican el machismo y califican al activismo de feminazis? ¿Es por ignorancia o malicia?

– Creo que hay que diferenciar. Es cierto que hay feministas, pero también feminazis. El verdadero feminismo es inclusivo y lucha por la igualdad de oportunidades y derechos para mujeres y varones. No es una lucha contra el varón, de ninguna manera. Ser feminazi es ir en contra del varón. Lo que ocurre como en todo movimiento político, social o en la religión, hay extremos y extremistas, pero no puedo hacerme cargo de ello. La mujer en contra del varón, no es feminista. Porque tuve un padre maravilloso, él era feminista y me formó como lo que soy ahora. Rita Segato dice que el feminismo no quiere ocupar el lugar del hombre que quiere dejar atrás. Entonces, la lucha es en contra del sistema patriarcal, machista y abusador, que perjudica en muchas cosas al varón, porque lo obliga a que todo el tiempo deba ser el ‘macho pistola’ y que en todo lo que haga, tiene que dar 10 puntos en todo. Hay varones que son abusados y violados y no dicen, ni acusan por este mismo patriarcado. No lo pueden denunciar porque no es de ‘machos’ hacerlo. No estoy de acuerdo con las feminazis, que las hay. Pero tampoco se puede generalizar porque hay gente que trabaja mucho, que es muy noble y lo hace de forma consciente para que haya igualdad.

– Cuando las mismas mujeres se manifiestan con discursos patriarcales incorporados ¿ve que hay una contradicción también?

– Totalmente es así, porque el patriarcado es un sistema cultural que no solo lo integran los varones, también las mujeres. A veces cuesta mucho más hacer entender a una mujer que si un varón lava los platos no lo debe hacer para que te ayude, sino que es para compartir la tarea. No es una “ayuda” y esto está muy instalado. Si querés correr a las mujeres de ahí, terminan ofendiéndose mucho. En toda lucha, hay objetivos, pero no se persiguen por personas, sino por que exista una sociedad que en su conjunto esté mejor, con menos violencia y menos abuso. No es complicado entenderlo, aunque sí lo es de lograrlo.

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