Producción local de la música experimental

El arte sonoro: entre creatividad e ingenio

Considerado como una ruptura con la música tradicional, se presenta como un concepto amplio que puede abarcar desde bandas sonoras hasta la improvisación en vivo, con elementos de la naturaleza u otros objetos. Al mismo tiempo plantea la creación de nuevos instrumentos utilizando metales, plásticos y todo tipo de materiales.

05/10/2022

escucha

Ensamblaje de Celulares. Demostración de un proyecto de performance sonora del C.E.S. en Sala TES, realizado durante el mes de marzo de 2022. En la escena aparecen Laura Contreras, Duilio Tapia, Emiliano de la Fuente, Fernando Torres y Nicolas Marianetti.

Por Leandro Lopardo

La música y el espectro sonoro en general se percibe en todos los planos. Si se sabe escuchar se encuentra en los sonidos que producen dos metales al chocar, pero también en los ruidos que nos rodean, y en la misma naturaleza. De esta forma, cambia la percepción de ‘lo musical’, y plantea una relación diferente con los sonidos y los silencios.

La música popular o académica está marcada por formas, y criterios más o menos estrictos o rígidos en su composición. Sin embargo, con el correr de los años, esta estructura se ha ido rompiendo, dando lugar a nuevos ritmos que, continúan en desarrollo. Y dentro de ese campo de posibilidades, aparece la transgresión de las convenciones, la improvisación y la búsqueda de nuevos sonidos que convierten a la música en un verdadero laboratorio de experimentación sonora.

Es conocido el caso de John Cage que, por más de 60 años, aportó no solo una discografía inédita en cuanto a composición sino también, libros sobre sus procesos y resultados en el arte sonoro. Jimi Hendrix, también sumó grandes descubrimientos musicales al mundo durante su corta carrera, entre los años ‘60 y ‘70. Varios artistas actuales han tomado también características de estos compositores, para fusionar y combinar sonidos y composiciones.

En la década de 1990 y en la de 2000, por ejemplo, se reutiliza la música denominada “de shopping” que combinaba la música de salas de espera con las nuevas tecnologías en sintetizadores y consolas (eran propios de los ‘80) para revivir estas melodías en desuso. Actualmente, la música experimental toma algo de cada época o generación, para lograr nuevos resultados, y provocar diferentes experiencias.

El arte sonoro que se practica en San Juan, parte del concepto del uso del ruido como elemento sonoro, forma de experimentación y herramienta creativa.

El arte sonoro que se practica en San Juan, parte del concepto del uso del ruido como elemento sonoro, forma de experimentación y herramienta creativa. Este método se viene desarrollando desde hace algunos años y se consolidó en 2020, con la creación del Centro de Experimentación Sonora (C.E.S.), que está conformado por un grupo creativo de artistas sonoros que emergió del taller de “Música Bajo Sospecha”,  coordinado por Lorenzo Gómez Oviedo, también fundador de este espacio.

Sus integrantes trabajan en la convergencia entre lo analógico y lo digital, combinando instrumentos musicales tradicionales con otros no convencionales, con el propósito de generar nuevos y diferentes modos de captación y percepción del sonido. En esa búsqueda artística de un nuevo lenguaje trabajan sobre el ‘reciclaje’ o reutilización de dispositivos de reproducción -tecnologías que, hoy son obsoletas- como casettes, discos compactos y discos de vinilo.

instalación

Entre cables y perillas. Instalación sonora «Voces de la Ciudad», Museo de Historia Urbana, organizado por el C.E.S. en mayo de 2022.

Gómez Oviedo, es licenciado en composición musical egresado de la Escuela de Música de la UNSJ. Fue el impulsor del Festival Caja Negra y uno de los pioneros en formalizar un estudio y una práctica del arte sonoro de modo colectivo, a través de la difusión y enseñanza en San Juan. Plataforma Gaia pudo comunicarse con el profesional que actualmente vive en la ciudad de Usuahia, para explicar en qué consiste y cómo se caracteriza este método de creación en la música.

Uno de los ejes principales en que se basa, es la exploración de sonidos diferentes que salgan de un lenguaje musical convencional y que, en primera instancia, represente o conmueva al realizador que la esté desarrollando. Para Oviedo, puede entenderse como la búsqueda de novedad, aunque en lo personal, también representa «una lucha contra el tedio”.

Entre los puntos más interesantes de esta forma de experimentación resaltó su accesibilidad: «No es necesario ser músico o tener un contacto previo con algún instrumento, cualquiera que lo desee y tenga oído musical puede hacerlo. Claro que, quien se forma en una academia, cuenta con más herramientas (como la capacidad para ejecutar instrumentos tradicionales como guitarra, batería y otros) para poder componer. Sin embargo, si no se tiene ningún tipo de experiencia o formación técnica, también puede resultar provechoso y generar algo innovador, puesto que no está «condicionado», es decir, que no está regido por estructuras musicales convencionales y apela a que la creatividad sonora tome otra forma, algo más improvisada y desestructurada».

Este es el caso de Duilio Tapia, quien es arquitecto y docente de la UNSJ. Pero además, es un aficionado a los discos de vinilo e integrante del C.E.S. Luego de su paso por el taller “Música Bajo Sospecha”, nació en él una nueva pasión, que es la creación musical a partir de la mezcla de discos y sonidos ambientales de la naturaleza. Y todo esto, lo hace posible, sin tener conocimientos técnicos previos en instrumentación tradicional.

Emiliano De La Fuente, es otro de los integrantes activos en el Centro de Experimentación Sonora. Además, es profesor de música y cuenta con estudios académicos en el uso del chelo. En 2018 cursó el taller de Gómez Oviedo y durante ese tiempo estaba también dedicado a la metalúrgica. Por la experiencia en ese oficio, encontró una forma de utilizar ese conocimiento a su favor. Al principio, con la combinación sonora de diferentes metales y luego, con la creación de nuevos instrumentos, consiguió para la presentación final del taller, desarrollar una composición musical completa para tal ocasión.

“La experimentación sonora siempre estuvo. En el período barroco, por ejemplo, con la invención de los instrumentos de cuerda hechos de tripa, como el violín. Los músicos sostenían las cuerdas con manos y así las tensaban, ese sonido es muy diferente al del violín en la actualidad ya que el instrumento se ha ido modificando con el tiempo”, comentó De la Fuente quien se nutre de distintos espacios del arte, como la literatura, la pintura o el cine para la creación. “La posibilidad de hacer arte sonoro se encuentra en todo lo que me rodea cotidianamente”, afirmó.

La otra mirada

La experimentación sonora, permite también, el reciclaje de sonidos. Sin embargo, lo que para muchos puede ser interpretado como un ruido inentendible, otros lo consideran un recurso para lograr una pieza musical a la cual se le puede sacar mayor provecho. “En uno de los últimos toques, terminé haciendo música con cáscaras de pomelo”, graficó De la Fuente.

Durante una improvisación, vio que tenía al alcance de su mano unas cáscaras de pomelo disecadas y descubrió que al golpearlas contra el metal producían un sonido muy peculiar. La clave está en animarse a hacer música con lo que los rodea y así encontrar sonidos a partir de nuevos elementos que pueden provenir de la naturaleza, o de objetos como una escoba, plásticos, calculadoras y celulares. Más allá de los resultados que puedan lograrse, hay un deseo común de experimentar, y la premisa es que se puede producir sonidos musicales con cualquier elemento.

En este «laboratorio musical», se busca que la emoción pueda ser traducida al sonido y que cuente una historia. En estos formatos de experimentación, las palabras sobran y cada composición queda a la libre interpretación, tanto del creador como del escucha. Tanto es así que al fusionarse con otras disciplinas se vuelve un producto inagotable y habrá tantos sonidos, como combinaciones posibles. El arte sonoro no busca ser melódico, ni armonioso, como lo son la mayoría de las composiciones musicales. Busca incomodar, cuestionar o hacer partícipe muchas veces al oyente. Esto se logra por medio de instalaciones sonoras, donde el creador del sonido también es el que escucha.

Por suerte, se va acercando gente de diferentes estilos, ligada al teatro y a la danza; y también gente de variadas edades. Esto está teniendo más visibilidad. Sin embargo, como no hay un apoyo del gobierno, ni de ningún organismo, se vuelve un poco más difícil de difundir. Emiliano de la Fuente.

En la actualidad, no hay en la provincia cursos de formación específica en esta área, pero el C.E.S. está armando proyectos para que sea posible dictar nuevos talleres sobre el tema. De a poco se están gestando espacios de reunión para los artistas que se dedican a la experimentación, pero todavía se encuentran en desarrollo. Desde el año pasado se reúnen en la casa particular de Duilio Tapia, todos los sábados, con el fin de crear y gestionar nuevas experiencias.

El público es un caso aparte. Al tratarse de un campo de creación artística poco convencional, se puede ver un lento proceso de aceptación. Pese a que cotidianamente, un gran número de personas ha escuchado alguna vez este tipo de composición sin darse cuenta, tal vez en una película o en la intervención musical de algún artista internacional de renombre. “Por suerte, se va acercando gente de diferentes estilos, ligada al teatro y a la danza; y también gente de variadas edades. Esto está teniendo más visibilidad. Sin embargo, como no hay un apoyo del gobierno, ni de ningún organismo, se vuelve un poco más difícil de difundir y poder participar en eventos multitudinarios”, manifestó De la Fuente.

Lo interesante en esto, desde el punto de vista del público, es que la música experimental interpela a cada oyente de manera muy diversa. Muchos solo escuchan ruido y eso les molesta, otros pueden vivenciar algún recuerdo del pasado que apele a la nostalgia u otras emociones; y otros encuentran armonía en lo que escuchan.

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Improvisación libre y escucha. Encuentro Abierto por el C.E.S. de experimentación sonora realizado en julio de este año. Fernando Torres, Nicolas Marianetti, Laura Villagra y miembros del público interactúan con dispositivos electrónicos para crear notas musicales.

La experimentación como ruptura de lo comercial 

¿Hay un mercado para la experimentación sonora? “Hoy es más notorio que nunca”, opinó Gómez Oviedo. Sin embargo, afirmó: “no debería pensarse inicialmente como un producto comercial, sino a destiempo, algo así como: primero experimento y busco indagar en mis propias reglas y contenidos, y luego, con lo que tengo de resultado, veo como lo vendo, si es eso lo que pretendo”.

Acá se encuentra una paradoja, si bien puede ser un producto vendible, el propio arte sonoro, busca separarse un poco de “lo que vende”. De cierta manera, está en auge, y va ganando popularidad en algunos ámbitos, la mayoría de los artistas lo toman como una especie de «rebelión» contra lo tradicional y por lo tanto lo difunden por medios gratuitos.

Lo que para muchos puede ser interpretado como un ruido inentendible, otros lo consideran un recurso para lograr una pieza musical a la cual se le puede sacar mayor provecho.

De la Fuente, lo compara con el punk rock, que tuvo su esplendor en los años 80 y 90. Aquella música de rock, que consistía en mucho ruido y letras de protesta o contestatarias. En general la experimentación no está sostenida por la letra, pero ese ruido sostiene las emociones de los compositores y lo que pretenden transmitir.

A nivel local, hay pocos eventos en el año, donde se presentan estos proyectos. El festival “Caja Negra”, -tuvo ocho ediciones consecutivas- era el evento más importante donde se congregaban los ‘ruidistas’ de la provincia, vivían toda una experiencia distinta e innovadora con instalaciones sonoras y música en vivo. Lamentablemente, el último que se hizo fue en 2021. Ese espacio lo ocupa hoy, ‘Divergencia Sonora’, una experiencia reciente creada por el C.E.S., que cuenta con al menos dos ediciones al año y se espera que el próximo sea a fines de 2022.

La percusión corporal, la combinación de sonidos, luces y video, algunas vertientes de la música electrónica también forman parte de la experimentación sonora. Pero el campo de experimentación es muy amplio y se encuentra en constante crecimiento, como así también los elementos digitales –programas o consolas- que ayudan a proporcionar nuevas vertientes, algunas más armoniosas o rítmicas y otras más basadas en el ruido en sí mismo. Cada vez más espectadores y artistas de otras disciplinas musicales se acercan a estos estilos y se especializan en busca de nuevos retos y desafíos.

Lo certero, es que no hay parámetros definidos en la experimentación sonora. Eso es lo que resulta atractivo a este tipo de experiencias que apelan más a la creatividad, al ingenio, a la improvisación y “oído” del artista sonoro.

 

Fotos gentileza: C.E.S

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