Julio Chávez, director y actor

«Defiendo el ejercicio de la conciencia»

El multipremiado artista de cine, teatro y televisión, vuelve para protagonizar lo que es para él un “clásico” de su carrera: ‘Yo soy mi propia mujer’, cuya presentación será en el Teatro Sarmiento este fin de semana. En una charla con Plataforma GAIA, compartió sus reflexiones acerca de la complejidad de su personaje Charlotte Von Mahlsdorf como reflejo de los conflictos éticos y morales, arraigados en la propia condición humana.

Federico Strifezzo

Por Raúl Caliva I 26-06-2023

Es innegable que la humanidad está atravesando un presente complejo, cargado de incertidumbre respecto a un futuro más optimista. Son numerosos los acontecimientos signados por profundas crisis económicas, por una pandemia que fragmentó los lazos sociales; por graves pasivos ambientales, desastres naturales y guerras civiles, que dejan en evidencia que el mundo vive en permanente conflicto. Es cierto, no hay novedad, pero el problema de todo este escenario global, trae aparejado un rebrote de discursos de odio, el peligro de volver a un oscurantismo civilizatorio; a un interminable proceso de retroceso de políticas públicas en beneficio de la población y de una creciente concentración de grandes fortunas en manos de poderosas corporaciones trasnacionales.

Actualmente, se viene poniendo en cuestionamiento la efectividad de las democracias que no logra satisfacer la totalidad de demandas de grandes mayorías y recobran vitalidad un cúmulo de expresiones reaccionarias para negar y anular derechos. Al mismo tiempo, el avance progresivo del desarrollo tecnológico y la efervescencia reciente y preocupante de la inteligencia artificial dispara múltiples debates.

En medio de todo este contexto, el arte y en especial, el teatro invita a reunirse colectivamente en este lugar de refugio donde permite detenerse por un momento en la vorágine cotidiana para parar la pelota, tomarse un respiro, ejercitar el pensamiento y la imaginación.

En ese sentido, conocer la historia de Charlotte Von Mahlsdorf, meterse en las motivaciones internas del personaje y experimentar el conflicto de sus sentimientos en clave teatral, es el camino que invita a recorrer Julio Chávez en la obra ‘Yo soy mi propia mujer’.

Con el respaldo de la compañía Rimas (Florencia Masri, Ricky Pashkus, Alejandro Zaga-Masri) y HSVG (Fernando Sokolowicz y Carlos Gorosito), Chávez emprendió la gira nacional luego de una exitosa temporada en las salas porteñas. El actor volvió a encarnar el unipersonal que, luego de 17 años de su estreno original en 2007, no deja de perder actualidad por la propuesta y el mensaje que plantea. Y en esta ocasión, el público sanjuanino podrá disfrutar este fin de semana en el Teatro Sarmiento –traída por la productora regional Team 22- con dos únicas funciones en la misma noche del viernes 30 de junio.

Plataforma GAIA mantuvo un diálogo con el actor, autor y director de cine y teatro que cuenta con una extensa trayectoria profesional en las artes escénicas y en medios audiovisuales.

 

 

La palabra dicha por sí sola no produce teatro, el teatro es un fenómeno producido por la palabra dicha y la palabra escuchada, por el actor y el espectador. Cuando siento que eso sucede en el espectáculo, es un fenómeno maravilloso”.

Elogiado por la crítica y el público. La interpretación de Chávez logró transmitir la complejidad emocional y psicológica de Charlotte de una manera realista y conmovedora.

En el retorno a encarnar a Charlotte, Chávez analizó y afirmó por qué sigue tan conectado con el personaje y cuál es motor que dinamiza una empatía directa con los espectadores.

Respecto a ‘Yo no soy mi mujer’ remarcó que “no creo que la obra sea un clásico del teatro argentino, pero sí un clásico en mi carrera. Porque lo hice varias veces y porque es un material que tiene la particularidad que puede ser ejecutado, en la vida de un artista, en diferentes décadas, independientemente de las huellas que el tiempo a uno le va dejando”, comentó. Estas huellas del tiempo, va haciendo del material una lectura diferente por parte del intérprete y porque también atraviesa al propio espectador.

Cuando se estrenó, era un momento en que se hablaba de las diferencias en la identidad sexual. «Era todo un tema que atravesaba a aquellas personas que tenían una intención por conocer esa realidad. Pero mantenía alejado a otros que no lo consideraban relevante porque era un tabú y algo marginal todavía. En cambio, hoy es un tema expuesto en la mesa visiblemente. El público está comprendiendo y participando de manera diferente con otra actitud y se mete en el mundo de Charlotte, desde otro entendimiento. Eso reporta que tenga deseos de volver a contar esta historia”, dijo Chávez.

Con el correr de los años, siendo un artista inquieto y cuya labor profesional no se detiene, también el tiempo lo ubicó como intérprete del personaje, desde otro lugar. “Comprendo pasajes de otra manera, interpreto palabras y situaciones de otro modo, mi cuerpo tiene otra energía, tengo otra capacidad de ahorro de esa energía y de disponibilidad de la misma. Entonces, todo eso hace que esta obra se transforme en un clásico para mí”.

Además, continuó explicando que, al recorrer nuevamente el texto, se pone en mejor forma para lo que él denomina como “ejercicio del relato”. “Me interesa mucho, algo que el espectáculo tiene de relevante que es el teatro como un campo en el que se reúne una tribu alrededor de un relator (el intérprete) que al contar una historia va produciendo un fenómeno únicamente humano, que nos diferencia de todo lo conocido, es la acción de la imaginación”.

En este punto, el actor desarrolló tal concepto: “El hecho teatral eleva el poder del signo en una tribu y cómo esa tribu imagina y construye el relato a través del signo teatral y la palabra escuchada. Por eso digo, que la palabra dicha por sí sola no produce teatro, el teatro es un fenómeno producido por la palabra dicha y la palabra escuchada, por el actor y el espectador, la imagen puesta y la imagen recibida. Cuando siento que eso sucede en el espectáculo, es un fenómeno maravilloso”, dijo.

 

Contra viento y marea, (Charlotte) aun poniendo en riesgo su vida, decidió cuál es su prioridad. En la sociedad, hay una gran puja y divisiones de aquellas instituciones que legitiman unos deseos y otros que no.

Sobrevivir y satisfacer los deseos ¿pero a qué precio?

Basada en la vida real de Charlotte Von Mahlsdorf -una travesti que logró sobrevivir en Berlín al nazismo de la II Guerra Mundial y posteriormente a la Guerra Fría- ‘Yo soy mi propia mujer’ está escrita por Doug Wright y adaptada por Fernando Masllorens y Federico González del Pino.

Desde muy pequeña se sentía atraída por la ropa de niña y se autopercibía como tal. Luego de un violento suceso familiar terminó condenada en la prisión de jóvenes. Al ser liberada, fue conocida por coleccionar y vender relojes, fonógrafos y muebles antiguos de la época de Wilhelm II.

Von Mahlsdorf se mostraba abiertamente travestida, pero pudo sobrevivir del régimen nazi y posteriormente, al régimen comunista de Alemania del Este. Charlotte, creó un museo en Berlín, donde salvaguardó los objetos de arte y el mobiliario que rescató durante la posguerra. Por este aporte al patrimonio cultural germano fue distinguida con la Orden Alemana del mérito luego de la caída del muro. Sus años finales fueron muy controvertidos debido a las acusaciones de complicidad con los Stasi (policía secreta alemana) a la cual se cree fue obligada a colaborar para delatar a sus compañeros.

Doug Wright produjo un retrato escrito de su historia y sus circunstancias que la llevaron a ser un personaje moralmente complejo. Para ello, se basó en varias fuentes como entrevistas personales, hasta cartas que se escribió con Charlotte, hasta su muerte en 2002; y artículos publicados en diarios sobre su vida; archivos de los Stasi. De allí que se inspiró para componer el texto dramatúrgico.

Llevar al personaje a escena, no fue nada sencillo para el protagonista y aun con el arduo trabajo de enfocarse en las ambigüedades de Charlotte, le fascina interpretarlo. Ante esto ¿qué es lo que lo vuelve atractivo?

El actor lo reveló de este modo: “lo que pasa es que Charlotte es un ser extremo. De manera clara, ella dice ‘museo-muebles-hombres’, ese es el orden que le ha dado a la vida que lleva. Cada ser humano, cada hombre o mujer, tiene el derecho de poder hacer el orden de prioridad de sus asuntos que más les plazca. En ese sentido, Charlotte es un ser particular. Contra viento y marea, aun poniendo en riesgo su vida, decidió cuál es su prioridad. En la sociedad, hay una gran puja y divisiones de aquellas instituciones que legitiman unos deseos y otros que no. De hecho, la consigna de tener un hijo o escribir un libro, son a veces impuestos como proyectos de vida. Ser bueno, se feliz, amar al prójimo son mandatos que dicen que hay que ser virtuoso en un sentido. Pero no sé si ese es el único orden que el ser humano quiere o adopta vivir”.

 

Alejandra Godoy megáfono

Y explicó: “Es un dilema sobre el dejar hacer lo que cada uno quiera. Entonces la pregunta es ¿el individuo debe someterse a lo que dice la tribu? Ahí está la gran puja. Entonces encuentra el arte como el espacio necesario para decir y mencionar las cosas de una forma diferente. Lo que Charlotte pone en la mesa, sin intención de ser filósofa, es la cuestión sobre qué sería de todos nosotros si fuésemos egoístas como ella. Qué sería el ser humano si se somete a las leyes de la sociedad. Esta discusión dialéctica es parte de lo que propone el espectáculo”.

Cuando el personaje dice “a veces hay que aullar con los lobos” Chávez relacionó esta línea con el hecho de hacerse parte de lo que la sociedad dicta, es el camino para poder sobrevivir y finalmente, lograr el objetivo personal que se persigue. “Bueno esto indica que este relato es uno más de los millones que hay sobre la existencia humana. Se trata de la dificultad de convivir con otros, la particularidad que tiene una identidad.

Cuando la obra se titula ‘Yo soy mi propia mujer’ encierra mucha complejidad. Advierte que hay otra cosa que se llama mujer y que le es propio. Soy mi opuesto y es atractiva esta complejidad, que es la complejidad de la misma sexualidad. En una época estaba prohibido hablar de sexo y hoy, paradójicamente, esta prohibido no hablar de sexo”, afirmó.

 

Poner en el escenario la vida de esta mujer, que en realidad es hombre, un ser humano que existió realmente, invita a que cada espectador (…) tenga de golpe una contradicción en sí misma y rechazo tal vez. Esto revela lo complejo que es la existencia humana.

Respecto a la contradicción que refleja su personaje, el intérprete realza que hay una dicotomía entre la fascinación y el rechazo, similar sentimiento cuando el autor creó el texto dramatúrgico tras haber estudiado su vida. “El autor descubrió que fue difamadora y delatora para sobrevivir en el nazismo y colaboró para que detengan a sus propios compañeros. De manera que esta historia nos pone a todos en una situación de complejidad. ¿Es justo sobrevivir a cualquier precio, aun teniendo que ser delator? Poner en el escenario la vida de esta mujer, que en realidad es hombre, un ser humano que existió realmente, invita a que cada espectador tenga la experiencia de vivir fascinación y descubrimiento y tenga de golpe una contradicción en sí misma y rechazo tal vez. Esto revela lo complejo que es la existencia humana”.

En esta contrariedad ética que se le presenta por el contexto histórico que tuvo que afrontar el personaje, ¿es válido poder plantearlo en la actualidad? En este mundo ¿hay margen para sobrevivir a nuevos totalitarismos? Y lo que respondió el actor fue: “Charlotte tenía que lidiar con los totalitarismos de su época. Pensemos que hoy estamos atravesando lo mismo porque el capitalismo es el totalitarismo absoluto del presente. Es un sistema impuesto que pasó a ser lo natural y de muy difícil superación. Esto es un totalitarismo de muy difícil modificación o superación”.

No perder la humanidad, de eso se trata

La computadora, la informática, el celular, son instrumentos tecnológicos que hacen del lenguaje digital algo natural del mundo contemporáneo y que lógicamente, atraviesa al individuo y tiene impacto en lo social. Ahora con la inteligencia artificial, se plantea un nuevo interrogante sobre hasta dónde podrá llegar la deshumanización de la vida social. Entonces, Chávez planteó que si el ser humano no abandona su rol distintivo que es el pensamiento y la imaginación, no todo estará perdido. Que, gracias al teatro, “el arte de relatar con palabras e imágenes», el relator frente a la ‘tribu’ tendrá mucha fuerza, porque el silencio y la atención de los espectadores ante ese relator será clave. “Esa es una apuesta ideológica que me contiene. El ser humano no podrá ser reemplazado por la inteligencia artificial. Por eso veo que es un acto, diría de resistencia, rebeldía y militancia”.

 

La IA se prende y se apaga, pero nosotros tenemos una actividad que nos compete, como humanos, es mantener el fuego de la antorcha de las ideas. Sin dudas soy un absoluto militante de aquello que nos caracteriza: el pensar

Chávez argumentó así: “en esta sesión ininterrumpida de imágenes por Internet, como si fuera un hecho mágico, una sucesión infinita de expresiones, Instagram, por ejemplo, no puede pensar sobre eso. La inteligencia artificial es incapaz de pensarse a sí misma sobre eso, el pensamiento y reflexión es una cualidad que solo tiene el ser humano. La IA se prende y se apaga, pero nosotros tenemos una actividad que nos compete, como humanos, es mantener el fuego de la antorcha de las ideas. Sin dudas soy un absoluto militante de aquello que nos caracteriza: el pensar”.

Además, fue más allá. Que como individuos no puede delegar esa capacidad de pensar y pensarse a sí mismo. “Sería una tragedia si nos negamos y reprimimos la capacidad de imaginar y soñar. Pasaríamos a ser verdaderos esclavos, que lamentablemente y paradójicamente, la esclavitud también es una vocación humana. Sin embargo, hay espacios que deben mantenerse vivos. Nos quieren hacer creer que pensar es una pequeña llama a punto de desaparecer, pero no hay que dejarse engañar, no podemos perder el pensamiento”.

Sin solemnizar y tampoco restarle el carácter de entrenamiento o divertimento, para el actor, la actividad teatral resulta en este tiempo contemporáneo un hecho casi milagroso. Primero porque produce hechos estéticos y segundo porque genera la satisfacción del disfrute con otros de la misma experiencia artística. “Cuando el celular se transforma en un gobernante de nuestra existencia. Es todo un problema. No soy un resentido contemporáneo, pero defiendo el ejercicio de la conciencia”.

Alejandra Godoy megáfono

Teatro no hay uno solo, sino varios posibles

En un balance general de lo que viene ocurriendo con el teatro argentino en sus diferentes dimensiones y expresiones, Chávez consideró varios aspectos a destacar. “El teatro argentino ha tenido una hazaña enorme de supervivencia durante la pandemia, mucho más que en otras actividades a diferencia del cine que ha quedado debilitado por el auge de las plataformas y que forzaron un menú infernal de contenidos que explotan a diario”.

También comentó: “en estos momentos el teatro ha manifestado una potencia muy grande. Sin embargo, para definir qué es el teatro hoy, hablamos de experiencias diferentes y cada vez más estas diferencias se van agrandando”.

Así enumeró desde grupos pequeños encerrados en una casa con diez localidades, hasta una sala convencional de 1500; o elencos y compañías, grupos estéticos, desconocidos y conocidos, todo ese conjunto se lo define como teatro. Sin embargo, sostuvo que no hay un solo teatro cuya definición englobe toda expresión. “La institución legitimadora del arte teatral se ha dinamitado, pero con las piedras y ventanas de esa institución derrumbada, se han levantado pequeñas aldeas legitimadoras donde cada una crea lo que considera que es teatro. Antes el teatro lo decía la iglesia, después la burguesía o el rey; y desde 1940, el estado moderno. Hoy, lo que se hace en la sala San Martín, en Calle Corrientes, en Timbre 4 o en cualquier casita o salita alternativa de alguna provincia, son definidos y considerados como teatro. Y vuelvo al planteo inicial ¿Qué es el teatro hoy? No hay un solo, sino hay muchos teatros posibles. El teatro puede ser cualquiera y llegar a la conclusión que todo puede ser teatro”.

No obstante, Julio planteó que este panorama, presenta varias problemáticas que no se resuelven tan simplemente. «Se terminaron los temas serios en la mayoría de los espectáculos. Porque todo tiene que tener una cota de ser piolas y cancheros. Hay toda una tendencia conflictiva con el teatro de situación, con el de romper la cuarta pared, que, en mi opinión, no me gusta».

Esta tendencia de superficializar la experiencia teatral y disfrazarla de contemporaneidad no me convence

Al referirse sobre temas serios, precisa en la tarea de ponderar el contenido por sobre el formato. Pero que actualmente, el segundo se vuelve más atractivo que el segundo a los ojos del público. “Si querés hablar del amor, hacélo pero ¡Ojo! no te pongas serio, ni formal, sé contemporáneo y eso implica ser cínico e irónico. Esta tendencia de superficializar la experiencia teatral y disfrazarla de contemporaneidad no me convence. Es cierto que se produjeron fenómenos teatrales atractivos enormes, pero en verdad, te hablan de otra cosa. Y cada vez más, se apelan a formas cliché de decir los temas y el contenido así termina destruyéndose porque no se encuentra la forma adecuada de comunicarlo”, criticó.

“Hay un problema del teatro, sino tomás un lenguaje determinado y lo modificás de una manera para que sea atractivo y agradable al espectador. Pareciera que no sirve para nada, entonces, si querés ser convocante, te toca negociar el divertimento por encima del contenido. Puede resultar una fórmula exitosa comercialmente hablando. Los que deseamos otra cosa, está visto, que tenemos que laburar mucho más. Porque parece que la gente quiere ir al teatro solo para reír, entonces caemos en el riesgo que los espectáculos empiecen a repetirse”, declaró el director de ‘Cuando la miro’ su ópera prima estrenada el año pasado.

Finalmente, sostuvo que son “muchos los espacios y las maneras de hacer teatro, por lo tanto, no hay legitimadores únicos, sino que los propios realizadores y hacedores se legitiman así mismos”.

 

Alejandra Godoy megáfono

El recorrido teatral de una obra atrapante

‘Yo Soy mi Propia Mujer’ se estrenó en 2003 en el Teatro Playwrights Horizons y posteriormente en Broadway, desarrollada por el Proyecto Teatro Tectónico y recibiendo los premios Tony, Drama Desk, Pulitzer, Drama League, Lucille Lortel a la Mejor Obra de 2004; transformándose posteriormente en una de las obras más producidas y presentadas en todo el mundo. En Argentina se estrenó por primera vez en 2007 en el Multiteatro y tuvo una segunda temporada en 2016 en el Paseo La Plaza, protagonizada por Julio Chávez y dirigida por Agustín Alezzo. Fue reconocida y distinguida por el Premio María Guerrero a la mejor actuación, el Premio ACE a mejor actuación y Premio ACE de Oro. La tercera temporada fue iniciada en 2022 y este año hace la gira despedida por el país.

¿Quién es?

Julio Alberto más conocido como Julio Chávez es actor, autor y director de cine y teatro argentino y actor de televisión. También artista plástico y formador de actores. Es ganador de numerosos premios, entre ellos el Oso de Plata en el Festival de Cine de Berlín, el Premio Platino, tres Cóndor de Plata, el ACE de Oro, cuatro Martín Fierro, el Premio Clarín Espectáculos a la Figura del Año y el Premio Konex de Platino. Además, dirige el «Instituto de Entrenamiento Actoral» que lleva su nombre, en la Ciudad de Buenos Aires. Discípulo del director Agustín Alezzo, tuvo destacadas labores en obras como ‘El vestidor’ junto a Federico Luppi, ‘Sweeney Todd’, ‘La cabra’ y ‘Red’, entre otras. Participó en películas como ‘La película del rey’, ‘Un oso rojo’ y ‘El custodio’; y en series de ficción como ‘Tratáme bien’ (junto a Cecilia Roth), ‘El puntero’ y ‘Farsantes’.

Agenda

‘Yo soy mi propia mujer’. Viernes 30 de junio con doble función: a las 20hs. y a las 22hs. Teatro Sarmiento. Unipersonal protagonizado y dirigido por Julio Chávez. Versión original: Agustín Alezzo. Entradas: Plateas bajas $4.500 y Plateas altas $3.900. Anticipadas en Entradaweb

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