Martín Slipak

“Como artista lo mejor que puedo hacer es estar conectado con el presente”

El actor que integra elenco junto a Pablo Echarri y Fernán Miras en la obra ART, habló con Plataforma GAIA de la importancia de la comedia que busca profundizar sin caer en la superficialidad o la solemnidad. Los desafíos en la interpretación que tuvo que afrontar al ser parte de esta puesta y el vínculo que supo forjar con sus compañeros de escenario. También se refirió al rol del arte para superar una época de grave crisis cultural, política y económica. Considera que el teatro no puede estar desconectado del presente.

Federico Strifezzo

Raúl Caliva I 28-03-2024

Es una de las más jóvenes, pero a la vez, más experimentadas voces del teatro argentino. Además tiene una extensa y destacada labor en cine (su más reciente aparición fue en la película ‘Dos Manzanas’ interpretando a Charles Darwin) y en series de ficción como ‘El Encargado’ junto a Guillermo Franchella, en el unitario ‘Encerrados’ y ‘Variaciones Walsh’ por citar algunos. Pero para Martín Slipak, el teatro siempre será una gran casa para habitar y sentirse contenido.

Hace poco tiempo asumió el compromiso de ocupar el lugar que tenía el actor Mike Amigorena en el rol de Sergio, uno de los personajes protagónicos de la obra ART de Yasmina Reza. Este título está recorriendo los principales escenarios del país después de estar años en cartel en el teatro porteño.

Ahora, le toca estar presente en San Juan, en el Teatro Sarmiento junto a Pablo Echarri y Fernán Mirás y contar con la dirección de Ricardo Darín y Germán Palacios, quienes eran los antecesores del actual staff durante numerosas temporadas de esta clásica pieza teatral. Quizás casualidad o juegos del destino, cuando Slipak vió por primera vez la obra, tenía 12 años de edad y Darín junto a Palacios, y Luis Brandoni, estaban en el escenario.

Hoy le tocar estar en escena y aunque, al comienzo le llevó tiempo y esfuerzo incorporarse al esquema ya establecido de esta propuesta, aporta su impronta actoral con placer y naturalidad.

Slipak, aunque corre con la ventaja de su juventud, no se tomó a la ligera su profesión. Desde los 8 años de edad viene haciendo carrera de manera sostenida y continuada. Estudió teatro, canto y coreografía en la Escuela «Río Plateado» del maestro Hugo Midón y también tuvo formación actoral con Nora Mozeinco. Ambos referentes históricos del arte dramático nacional. Absorbió también las enseñanzas de Santiago Loza, Alejandro Tantanian, Ariel Farase y Lisandro Rodríguez en dramaturga; mientras que en el apartado de la puesta en escena, recibió el conocimiento transmitido de Rubén Schumacher.

Su labor incluye interpretaciones de piezas tales como ‘El principio de Arquímedes’, ‘Una bestia en la luna’, ‘Sallinger’, ‘Camino del cielo’, ‘Otelo’, ‘La tempestad’, ‘Madre coraje’ y en ‘Ejercicios fantásticos del yo’, entre otros títulos. No solo eso, también escribió y dirigió ‘Relato íntimo de un hombre nuevo’, que resultó ganadora de la Bienal de arte joven. Fue revelación masculina al ganar el Premio Estrella de Mar por ‘Una bestia en la luna’ y ganó otra Estrella de Mar por mejor actor de reparto en ‘Taxi 2’.

Y en pantalla, sus interpretaciones en ‘Whisky, Romeo Zulu’, ‘La señal’, ‘La novia del desierto’ fueron notorias al igual que en televisión para el ciclo ‘Magazine For Fai’, ‘Resistiré’, ‘Doce casas’, ‘Los siete locos’ y ‘Vientos de agua’ por citar algunas, hacen de un profesional nutrido, formado y con una rica experiencia.

Por tal motivo, Plataforma GAIA pudo hablar con el artista previo a la función de ART en San Juan y dejó fluir sus reflexiones acerca del teatro contemporáneo, de la comedia y de la cultura en un panorama de graves realidades.

ART escapa a la superficialidad y a la solemnidad. Consigue ser una obra cómica sin perder profundidad.

– ¿Cómo ha sido tu proceso de adaptación en esta producción al heredar el lugar que ocupaba Mike Amigorena?

– El ingreso a ART fue abrupto. Cuando se hace un reemplazo, no se tiene posibilidad de estar presente en la construcción primigenia de la obra. Requiere amoldarse a ciertas estructuras previamente armadas y no es fácil. Esto no quiere decir que sostenga el mito recurrente de “la escasez de tiempo para aprenderse el texto”, las dificultades pasan por otro lado, ya que hay que incorporarse en algo que tiene un sistema escénico ya construido y en marcha. Además, tenía que reemplazar a Mike, que tiene sus modos y tonos muy particulares, diferentes a los míos. La obra fluía con esa impronta, entonces mi identidad como actor se fue logrando de manera progresiva con cada función. El trabajo es más paulatino. Tal vez para un estreno no llegué con una conformidad plena. Pero ahora, en este momento, sí estoy más conforme con lo que estoy haciendo que cuando había debutado en la obra. Creo que hay todo un compromiso de la dirección y un conocimiento profundo de ellos (Darín y Palacios la actuaron durante 13 años) y eso me aportó seguridad y confianza para ver cómo actuar.  Pero, por otro lado, mi relación con la obra está en un punto de disfrute, porque me da mucho placer girar por las ciudades y mostrar este texto, esta historia y mi trabajo actoral puesto en ella. Cuando se siente esto, es muy lindo porque me genera satisfacción recorrer el país, conocer provincias y teatros nuevos para mí y llegar a diferentes públicos.

– ¿Qué forma le das a tu personaje de Sergio para que sea un papel sustancial en la trama? ¿qué desafíos te ha dado?

– En principio hay una obra muy bien escrita. Por lo tanto, hay una fuerte confianza en el texto y en lo que dice cada personaje. El texto es potente, profundo y se sustenta por sí mismo. No hace falta más que agregar, solo decir los diálogos con convicción. El personaje está detrás de un status social, de un cierto esnobismo, y uno como actor puede acompañar en la forma física, con una manera al hablar. Intento que sea un personaje refinado. Hay un placer en estos personajes a que el enfrentamiento sea verdaderamente dialéctico. Cuando los protagonistas se enfrentan hay una discusión enriquecida y con materia. Cada cosa que se dice, se dice con una altura especifica. Sergio trata de no caer en la irascibilidad justamente para generar un contraste con el personaje de Marcos que interpreta Pablo (Echarri), está atravesado por el nerviosismo, hasta un momento en que todo estalla. Me parece que el secreto está en confiar con lo que dice el texto y tratar de ser lo más sutil posible en darle una forma a este personaje para que el discurso suyo salga tan bien hecho por lo escrito por la autora.

– ¿Cómo es la química con Echarri y Mirás? ¿Cómo articulan los tres no solo para que el producto salga como debe ser, sino también para que se vea en escena la interacción y la complicidad?

– Tanto yo, como Pablo y Fernán, somos personas que entendemos que la única manera de trabajar es con el respeto, el placer, la confianza y el disfrute. Lo que se da es un elenco que se respeta y se quiere, con ganas de pasar un buen momento tanto arriba como abajo del escenario. Lógicamente somos compañeros y artistas, de lo contrario sería imposible mantener una obra sino existiese todo eso entre nosotros.

A mi en particular me parece más atractivo aquellos materiales que no tienen tanta intención de dar una bajada de línea.

– ¿Con qué se encontrará el público al ver en escena a estos tres seres? ¿Cuál será el mensaje que quedará reflejado?

– Lo interesante de la puesta, es que no quiere dar ningún mensaje. A mi en particular me parece más atractivo aquellos materiales que no tienen tanta intención de dar una bajada de línea. En todo caso, esta obra abre el juego, a través de una historia muy bien contada, en donde el humor fino es un eje central. A partir de ese eje cómico, abre preguntas y planteos en relación a tópicos universales como la amistad, el paso del tiempo, el arte. Se expone a tres personajes totalmente distintos y que piensan distinto y el público puede empatizar con cualquiera. Todos los planteos de los personajes son validos y esa es la virtud que tiene este texto. Justamente por eso no cae en ninguna bajada de línea. Cabe destacar que es un clásico contemporáneo y me parece que consigue dos elementos en simultaneo que por lo general es poco habitual que suceda en el teatro comercial. Es que es una obra verdaderamente cómica y a la vez, verdaderamente “elevada”. Generalmente nos encontramos con obras cómicas con cierta tendencia a caer en la superficialidad y, por otro lado, obras profundas y elevadas con tendencia a la solemnidad. Me parece que por suerte ART escapa a la superficialidad y a la solemnidad. Consigue ser una obra cómica sin perder profundidad.

– ¿Considerás que las comedias no solo tienen que hacer reír, sino también reflexionar desde otro lugar?

– Creo que todos los géneros se pueden reivindicar si están bien trabajados. Si están bien hecho. Porque uno también entra en obras trágicas y dramáticas, con algunos pasajes cómicos. Lo interesante es que ocurra una mezcla de elementos en una obra. Atravesar diversos estados emocionales en una obra artística, me parece que genera algo relevante. Uno puede ver la película de Haneke, uno de los directores mas oscuros del cine, con escenas donde uno puede reírse y al mismo tiempo sentirse espantado. Como en las escenas de una de las tragedias de Shakespeare, podes reírte de ciertas gestualidades. Si me parece que, de un tiempo hasta esta parte, el teatro comercial tiene una tendencia a pensar que la función de la comedia es hacer reír y me parece que se puede caer en un lugar reiterativo con propuestas que vemos ciertas ecuaciones repetidas. Me da pena porque cuando era chico veía teatro comercial de mucha calidad, pero últimamente el teatro comercial se instaló que se tiene que hacer reír sí o sí y me parece que corre riesgo de sacar cosas chabacanas. Cuando voy a ver una obra de teatro que me emociona, me hace reír o me hace llorar para mi es una fiesta absoluta.

 

Todavía no termino de entender esta cruzada que se está haciendo en contra de la cultura.

– ¿Se percibe también que el teatro ha girado en la manera trabajar los géneros, en desarrollar personajes y tramas más complejas, producto de una sociedad dinámica y cambiante?

– Creo que el teatro y todo arte es un reflejo del presente y de la historia. Como artista lo mejor que puedo hacer es estar conectado con el presente, con lo que sucede y conectado con el arte que hacen otros en el presente. Me parece que, si uno se ata a ciertos dogmas y formas que funcionaron en algún momento, se está perdiendo algo fundamental. Es la posibilidad de reverberancia que tiene el arte en relación a lo presente. Que no quiere decir que me escape del pasado y que no piense en el futuro. Justamente, la ceremonia del teatro es tan valiosa. Muy pocas cosas que están tan ancladas en el presente como una actuación y gente viendo a actuar a alguien. Pocas veces me siento tan presente como cuando actúo. Todas las corrientes artísticas, en este país sobre todo, están atravesadas por lo que pasa en la sociedad. El nuevo cine argentino estuvo plenamente atravesado por el fin del menemismo y por una Argentina plagada de miseria dejada por los políticos y el cine retrato justamente eso. Puso la cámara en gente real a la que le estaban sucediendo cosas. Todas las corrientes artísticas de vanguardia justamente lo que hacen es retratar el suceso presente. Lo más importante que tiene que hacer como artista es estar conectado a todo eso, investigar todo lo nuevo, ver lo que hacen sus compañeros y lógicamente, ver lo que está pasando en la calle.

– Con este panorama tan angustiante para todos los sectores de la cultura; con las comunidades del teatro, el cine y la música. ¿Cómo se retrataría este tiempo?

– Me parece que es un tiempo muy preocupante. No me queda muy en claro el por qué, pero siento que en el poder que nos gobierna hay un gran desprecio hacia cualquier movimiento artístico. Hay un intento muy grande de que cada día sea mas pobre el arte en el país. Todavía no termino de entender esta cruzada que se está haciendo en contra de la cultura. Lo que, si ha sucedido muchas veces en el país, en tiempos de crisis política y cultural tan extrema, el artista argentino sobresale por su capacidad de resiliencia. Posee también una gran creatividad. Muchas veces de estos momentos terribles, injustificados y tristes, aparece lo colectivo, aparecen nuevos lenguajes y aparece el arte como forma de resistencia y de subsistencia. Por lo tanto, con toda la tristeza que me genera con lo que sucede en el país, desde que la gente que no puede pagar la comida y en particular lo que sucede en lo artístico, tengo la sensación que surgirán nuevos movimientos y nuevos lenguajes que desprenderán de esta crisis.

El teatro y en general el arte, es espacio de refugio para actrices, actores y para el público, siempre importante para momentos de crisis.

– Si la sociedad se precariza en lo económico, en lo político y en lo cultural ¿cómo se podrá superar de todo esto? ¿Cómo se podrá saltar por encima del laberinto?

– No sé en qué va a terminar todo esto. Me da mucho temor y preocupación. En la pandemia había incertidumbre y angustia, pero había atención, dentro de todo lo triste del panorama. Hubo movimientos internos de mucha gente. La detención no fue un factor. Pero ahora hay un fenómeno totalmente opuesto. Hay una aceleración para ver cómo se las arregla uno en la vida. Hay gente que se queda de un día para otro sin trabajo. En el cine, por ejemplo, ya no se está filmando, está parada la industria es terrible no solo para actores, sino para todo el entorno, desde el que maneja un camión y el que trabajaba en catering. No puedo hacer futurología, pero estamos sumergidos en una aceleración al colapso total inevitable de la industria.

– ¿La comedia es el pequeño refugio de toda esta calamidad?

– Sí me parece que no solo la comedia. El teatro y en general el arte, es espacio de refugio para actrices, actores y para el público, siempre importante para momentos de crisis. El teatro siempre me acompañó toda mi vida, hace 30 años, y me da la muestra clara que el teatro siempre estará vivo para acompañarnos como estar en una gran casa en tiempos difíciles y muy duros.

– ¿Qué experiencia trascendente vivís al girar por el país con el teatro?

– El teatro es un diálogo con el público, cuando hacés giras, el diálogo se enriquece y se hace más amplio. Cuando nos vamos a una sala que tiene su historia, que se creó en 1920 o que es un espacio nuevo recién construido, cuando charlamos con maquinistas o con espectadores en la puerta, que no tienen posibilidad de ir a Capital a vernos, que siente mucho agradecimiento por llevarle la obra cerca de sus casas, todo eso enriquece. Conocer lugares y públicos nuevos, hace que cada función inyecte un gran entusiasmo con todo lo que eso implica. Porque cuando el público se viste, sale de su casa, paga la entrada y nos espera para ver una obra de teatro, pone un voto de confianza. Es un gran acto de cariño para un elenco y para una propuesta y me parece que vale la pena estar a la altura de ese acto, que es muy valioso para un artista.

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