Nano Stern
“Mi motivación principal es generar un espacio de colectividad y de comunión”
Cantante, multiinstrumentista y compositor, una de las voces contemporáneas de la canción chilena más destacadas y reconocidas del país trasandino, regresará a San Juan en formato trio donde repasará sus trabajos más recientes y los temas que son emblemáticos de 20 años de carrera artística. En una entrevista con Plataforma GAIA, el joven músico habló de la necesidad de recuperar el sentido de comunidad ante la avanzada neoliberal en Latinoamérica y la cultura individualista.
Raúl Caliva I 26-08-2024
Aunque su nombre real sea Fernando Britzmann, cuando sube al escenario, no importa si es pequeño o es un estadio, se presenta como Nano Stern. Más que una denominación artística, es un sello de identidad, una marca que hereda lo mejor del legado de varias generaciones de la canción chilena. Su compromiso y convicción por lo cultural, lo poético, lo social y lo político no ha mermado con los años. Pese a las limitaciones geográficas, su sonido y sus letras logran abrir fácilmente la fronteriza Cordillera de los Andes y genera fuertes vínculos en cada ciudad que visita, sea por el sur como por el norte argentino y otras regiones de Latinoamérica.
En sus itinerarios de viaje, el equipaje que lleva consigo guarda no solo las canciones de su puño y letra, también sus aprendizajes, reflexiones, aportes y acordes de canciones de colegas y amigos, de sus ancestros y sus máximos referentes como Víctor Jara, Violeta Parra, Los Jaivas, Illapu, Inti Illimani o Manuel García, entre muchas otras influencias que nutrieron sus más de 20 años de carrera.
Después de haber dado una excepcional temporada con la presentación del disco “Nano Stern canta a Víctor Jara” (2023) por Chile, Buenos Aires, Uruguay, Bariloche y San Martín de los Andes, no quiso quedarse en los laureles y decidió rápidamente encarar una nueva gira regional por Mendoza, San Luis y San Juan.
En pocos días estará de regreso por la provincia, puntualmente en la Sala Auditorium del Teatro del Bicentenario, donde será teloneado por la solista sanjuanina Eli Domínguez (ella hará una sesión previa para promocionar su EP ‘Ansias’ y adelantará nuevas canciones de un nuevo álbum).
Pasó mucho tiempo desde que Stern hiciera su primer contacto con los espectadores locales luego de haber participado en el ciclo ‘Música de Cordillera’ organizado por el espacio Primera Estrella en 2019. En aquella ocasión, el cantautor y multiintrumentista fue entrevistado por Revista Gaia (edición nº60) y dejó una definición acerca de la esencia de su ser artístico y el lugar que ocupa en una sociedad atravesada por grandes conflictos y desigualdades todavía no resueltos. Con la memoria fresca y las heridas abiertas de aquellos días de revueltas populares y callejeras en Santiago, había dicho: “Me siento parte de una generación que ha venido a renovar el cancionero popular chileno, con mucha conciencia histórica y respeto por la tradición, pero también con una identidad propia y fresca. Creo que es un momento muy potente para la escena nacional y me siento honrado de aportar desde mi trinchera”.
Las canciones que llevo hace años, fueron transformadas gradualmente con el paso del tiempo, con el cambio de manos, de intérpretes y de la sensibilidad que fue apareciendo en el camino y de la experiencia acumulada.
Stern continuó trabajando y batallando con la música y la palabra dando, desde su lugar como artista, el sentido y el contenido de por qué hay que seguir luchando, tal como lo concretó en su libro ‘Décimas del Estallido: Crónica en verso de la rebelión chilena’. Mientras tanto, llegaron nuevas producciones que ampliaron su cancionero y ahora, Nano estará de vuelta esta vez en formato trío donde ofrece un espectáculo diferente, con una gama variada de instrumentos y sonidos a disposición, desde cuerdas (guitarra, bajo, violín, guitarra de 12 cuerdas), pasando por la percusión, hasta la inclusión del nyckelharpa escandinavo, que eleva la performance de este recital a otro nivel de experiencia sonora, en el que el factor de la improvisación tiene un rol fundamental.
En una necesidad imperiosa de ver en retrospectiva su propio cancionero desde otro punto de vista y desde el juego de la sonoridad, Stern y los músicos que lo acompañan Cristian Carvacho (percusión, charango y bajo) y Ramiro Durán (cuatro puertorriqueño, guitarra, guitarra de 12 cuerdas, bajo y percusión), alcanzan una nueva dimensión estética y virtuosa. Por eso, la raíz folclórica, el rock, el folk, el jazz, la trova entre otros ritmos, se conjugarán en una amalgama de experimentación que resultará interesante por descubrir y escuchar en vivo con la calidad acústica que ofrece la Sala Auditórium.
Nuevamente, Stern habló con Plataforma GAIA sobre esta nueva propuesta y de otros temas que le preocupan acerca de este tiempo que toca vivir en la región.
– En esta nueva gira por Cuyo y con el reciente homenaje a Víctor Jara ¿cómo será la experiencia de escucharte en tu espectro más completo?
– El homenaje que hicimosa a Víctor Jara hace poco por los 50 años de su asesinato durante el Golpe Militar a Allende, fue un proyecto muy hermoso. Parte de ese trabajo se verá reflejado en este recital que daremos en San Juan. Lo interesante es que, por primera vez, vendré con mi banda completa y en esta ocasión traigo a dos grandes multiinstrumentistas como Ramiro Durán y Cristian Carvacho. Lo que haremos será un concierto intenso de deleite musical. Partiendo por los propios involucrados, como los tres tenemos muchos instrumentos, habrá versatilidad y un gran despliegue instrumental en escena. Pero evitamos el virtuosismo porque sí y sin sentido, puesto que sentimos una alegría y un respeto por el oficio, por la palabra y por la música. Eso marcará un contraste muy fuerte con las visitas anteriores que hice solo con mi guitarra. Esta vez será un concierto extenso y que, de igual modo saldrá en el Teatro Independencia (Mendoza) y será una invitación a la intimidad, a la posibilidad de mostrar nuestro oficio en las mejores circunstancias posibles. Creo que para aquellos que conocen mi repertorio y que quieren escucharlo en directo, como para aquellas personas que van a verme por primera vez, lo bueno es que habrá un factor sorpresa. Las canciones que llevo hace años, fueron transformadas gradualmente con el paso del tiempo, con el cambio de manos, de intérpretes, de la sensibilidad que fue apareciendo en el camino y de la experiencia acumulada. Finalmente, es una propuesta donde hay un equilibrio cuidado entre la pulcritud de la interpretación, con muchos espacios de libertad e improvisación. También habrá mucha interacción con la gente, en lo musical y en lo poético. No adelanto mucho para no hacer spoiler (se reía) Eso hace que cada noche de este show sea distinta.
– Más allá de los ritmos, de los estilos y de la identidad que se imprime en el repertorio, ¿También te importa mucho que la canción tenga un mensaje, un propósito?
– Siento que soy un privilegiado en el sentido de que he podido desarrollar un camino propio en la música en estos 20 años. Pude forjar mi sendero sin necesidad de seguir los dictámenes de la despiadada industria del entretenimiento y de la industria de la música, con la cual tengo cada día menos relación. Parte de la recompensa o del premio, es por el sacrificio que implica una carrera independiente. Hay que decir que no a muchas cosas que son tentadoras y que en apariencia esperas que abrirán las puertas del éxito masivo. La decisión que tomé para mí fue clara. Aunque hay veces que uno titubea, pero la idea fuerza en todo esto fue seguir en calma y con paso firme, sin pasos falsos. Y resultó bien, porque puedo viajar por el mundo, mostrando aquello que amamos hacer. Es una reflexión personal, social, colectiva y política incluso, es algo de lo que por supuesto, la industria reniega absolutamente. Es importante que no sea un fin en sí mismo, pero es parte del abanico amplio y difícil de definir, que la experiencia humana que se vea reflejada en un trabajo creativo.
Pude forjar mi sendero sin necesidad de seguir los dictámenes de la despiadada industria del entretenimiento y de la industria de la música, con la cual tengo cada día menos relación.
– ¿Cuál es tu lugar como cantautor, en una región con contrastes, conflictos y contradicciones?
– Estoy parado desde la humildad que conlleva reconocerse a sí mismo y en estado de constante duda que va más allá de cómo me paro como cantor, sino como me siento como persona, ante esta realidad llena de estímulos engañosos y situaciones contradictorias que vivimos en carne propia. En lo personal, procuro con todas mis fuerzas alejarme de consignas. Vivimos en una época en que se han agotado. Hace falta otro tipo de reflexión y acción. En el arte y en la música particularmente, se debe tener más capacidad de generar comunidad. Por algo todos los ritos y religiones tienen a la música en el centro. Es una herramienta comunitaria que nos hace resonar unos con otros. Eso es lo más importante en este momento. Cuando me subo al escenario, inmerso en un contexto muy difícil de entender, mi motivación principal es generar un espacio de colectividad y de comunión, de recuperación del sentido ritual de nuestras vidas que hoy estamos careciendo. Recojo y recuerdo siempre lo que me dijo una vez Beatriz Pichi Malén, la cantora mapuche argentina, con quien que compartí con un concierto enorme en el Movistar Arena. Ella grabó conmigo el disco ‘Mil 500 Vueltas’ que presentábamos ese día y su participación duraba unos 45 segundos. Pero cuando subió a interpretar su recitado, esos segundos escasos se convirtieron en una suerte de oración colectiva, de más de diez minutos. Cuando terminó le dije: “que hermoso salió, lo que pasó fue como un ritual”. Y ella me respondió así: “a veces uno hace como que hace un ritual, y otras veces se hace un ritual”. Eso me quedó como aprendizaje y comprendí lo que marca la diferencia entre lo que la industria del entretenimiento quiere y lo que uno como artista quiere como búsqueda, quizás sea una utopía o un ideal, que tal vez nunca lo alcance del todo, pero que no estará impedido caminar hacia allá en esa dirección.
– ¿Sentís que hay mayor necesidad de revalorizar el espíritu comunitario para hacer frente a poderes hegemónicos que presionan para quebrarlo?
– Hay algo no menos importante, que es la lógica de las redes sociales que nos operan para vivir una realidad donde toma lo peor de la cultura que predijo Warhol y lo peor de la sociedad de vigilancia y control que imaginó Orwell. Que al mezclar ambas dimensiones genera un mundo donde cada uno debe convertirse en su propio agente de marketing y venderle a los demás lo felices, dichosos, guapos, sexys e influyentes que somos en la virtualidad pero que, en el fondo de todo eso, es una verdadera mierda. Por eso espero que se vea reflejado en mis conciertos algo que escape del cliché de la estética de los cantautores, que es el humor. La capacidad para reírse de todo eso y de uno mismo. Ahí hay un antídoto también para contrarrestar este culto del individuo. Al reírnos, se rompen las barreras y es quizás la manera más linda de sentirse juntos, sobre todo en el contexto actual que se vive. Ojo que no hago música de comedia, bastante estoy lejos de eso, porque mi naturaleza es un poco más melancólica. Sin embargo, en este escenario de cosas, es necesario tener una intención ritualista y con la risa, son las mejores defensas que podemos tener para hacerle frente a esta oleada individualista extrema en el que estamos metidos todos.
En el arte y en la música particularmente, se debe tener más capacidad de generar comunidad.
– Al evocar la obra y la vida de Víctor Jara, ¿Qué crees que heredás de su legado artístico? ¿Qué huella dejó para que vos y otros puedan continuarlo?
– Nos dio un ejemplo a seguir, tanto en la dimensión estética como la ética. Es bueno saber que no solo su obra y vida sirvieron para entender su contexto. Por eso considero que fue importante hacer el disco y dirigir el documental ‘En Septiembre Canta el Gallo’ que habla de la historia de la nueva canción chilena. Me permitieron profundizar sobre la época y el clima que se respiró en ese tiempo. Con todas sus luces y sus sombras, Víctor Jara fue una de las figuras artísticas trascendentales de Chile y seguimos aprendiendo mucho de él. Su cancionero es estremecedor y maravilloso a la vez, porque la emoción que impera en la obra es determinante, la sensibilidad, su aura revolucionaria y también, una ternura que desprende y atraviesa de principio a fin. Incluso, dicha ternura, está presente hasta en la denuncia más cruda y eso me deja para mí una enseñanza especial.
– ¿Hacen falta más artistas revolucionarios como él hoy?
– Soy ajeno a ese tipo de aseveraciones porque no me gusta juzgar y determinar qué hace falta o no. Vivimos épocas diferentes, pero sí puedo afirmar debemos aprender bastante de nuestra historia.
Mi motivación principal es generar un espacio de colectividad y de comunión, de recuperación del sentido ritual de nuestras vidas que hoy estamos careciendo.
– Desde afuera ¿qué ves respecto a lo que sucede en Argentina? ¿qué postal tenés sobre lo que acontece desde una mirada cultural?
– Me parece que hay un nivel de delirio muy difícil de encontrarle sentido. Primero lo que sentimos nosotros en Chile es una desazón total. Milei personifica y representa el nivel de delirio de esta época, es todo un emblema de este tiempo delirante. Es una suerte de desintegración del tejido social y una imposibilidad de enarbolar proyectos que sean representativos de una voluntad popular. Lo que les sucede a los argentinos, aplica también aquí en Chile. Lamentablemente, llegamos a punto donde la posmodernidad se llevará todo a la mierda. Hay un agotamiento general y las transformaciones que necesitamos no tienen puerto. Es difícil de entender no solo lo que viven ustedes, también nosotros estamos pasando por un nivel de absurdo donde se me mezcla la incredulidad, sorpresa y la sonrisa tragicómica. No quiero que se malinterprete lo que quiero decir, pero me refiero a una sonrisa nerviosa, de no poder comprender lo que está pasando. Sin embargo, siento una gran admiración a la resistencia que dan los artistas y los trabajadores de la cultura. Es valorable cómo redoblan esfuerzos y mantienen espacios en circunstancias muy adversas. La verdad que emociona ver eso. Para muchos de nosotros, ir a tocar en Argentina es una tarea quijotesca por muchas razones. Pero no dejo de visitar ciudades grandes y localidades pequeñas, voy a acompañar y aprender, porque hay que darle vida ese viejo ideal que es la Patria Grande. Por eso cuando no dejo de sentirme que estoy en la propia casa.
– ¿Qué esperás llevarte de este encuentro que tendrás con los sanjuaninos?
– Por lo pronto, una botella de vino y volver lo antes posible.
Siento una gran admiración a la resistencia que dan los artistas y los trabajadores de la cultura. Es valorable cómo redoblan esfuerzos y mantienen espacios en circunstancias muy adversas.
Bio
Con una crianza ligada al uso del violín y a las influencias del rock, con 15 años, creó (junto a Felipe Cadenasso e lván Malina), el trío Matorral, banda emergente que incorporó quenas, charangos y violines, fusionando sonidos eléctricos. Posteriormente, inició sus estudios académicos en conservatorio y es integrado al grupo Mecánica Popular. Se radicó por un tiempo en Amsterdam, para estudiar jazz e integró nueve bandas en simultáneo. Fue allí que concretó su primer álbum solista, con título homónimo a su nombre artístico. Se sumergió en todo lo relacionado al folk europeo, sonidos étnicos de diferentes culturas, participando en festivales internacionales de Rusia, Estonia y Australia. Entre muchas de sus giras, fue protagonista en el Festival Despierta, donde compartió escenario con músicos de la talla de León Gieco, Kevin Johansen, Jorge Orexler, Pedro Aznar y Totó la Momposina. Sus vínculos en Argentina son muy sólidos, con actuaciones en La Plata, Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Cuyo. Hoy en día se destaca como uno de los músicos chilenos más importantes de los últimos años, reconocido transversalmente por la potencia en sus presentaciones en vivo, su talento con la guitarra, su voz poética personal y el fuerte compromiso social presente en su discurso. Sus últimos trabajos son “Nano Stern canta a Víctor Jara”, el documental “En Septiembre Canta el Gallo: música chilena en tiempos de revolución” realizado en conjunto con Luis Emilio Briceño y “Hará brotar el momento”, obra sinfónica estrenada en 2023 junto a la Orquesta Sinfónica de Concepción.
Su obra cumbre
En 2014 grabó su disco más exitoso hasta entonces en su carrera: ‘Mil 500 Vueltas’, que alcanzó el #l de iTunes Chile el día de su estreno, fue Disco de Oro a pocas semanas de su salida a la venta y fue aclamado por la crítica. Nano demostró en este trabajo, su ductilidad para expresarse con numerosos estilos y contó con las colaboraciones de Jorge Orexler, Pedro Aznar, Beatriz Pichimalén, la colombiana Marta Gómez, la peruana Susana Baca, el guitarrista chileno Raimundo Santander y desde Estados Unidos, la voz de Joan Báez.
Para saber
Nano Stern Trio. Miércoles 28 de Agosto, en Sala Auditórium del Teatro del Bicentenario (España y Córdoba). A las 21 hs. Entradas en venta en boleterías del teatro y en Tuentrada a valor de $10.000 (se cobra recargo por compra online). Descuentos y promociones: Ticket YA 20%; Ticket Jubilados 20% (presentando carnet); Ticket Joven 50% (hasta 24 años, presentando DNI).