«La realidad nos lleva a olvidarnos de nosotros mismos»

Por Romina Maina I 22.08.2024

Mauricio Dayub es actor, productor y autor. Conocido en el ámbito de la televisión, el cine y el teatro, supo con el tiempo hacerse un lugar entre los grandes, aunque reconoce que no fue nada fácil. Nació en Paraná, Entre Ríos y su vocación por la actuación lo llevó a trasladarse a la Ciudad de Buenos Aires donde reside desde 1983.

Su nombre aparece en el teatro independiente y también en obras del circuito comercial. El año pasado dirigió la comedia “Inmaduros” protagonizada por Adrián Suar y Diego Peretti e integró durante nueve años el elenco de la exitosa pieza teatral Toc-Toc. Además, tiene una extensa carrera en cine y televisión en más de una veintena de producciones entre las que se cuentan “El cuaderno de Tomy”, “Corazón de León, “Yo nena, yo princesa” y “Maradona, sueño bendito”, serie de Amazon Prime, por citar algunas.

En la actualidad, hace funciones de “El equilibrista” en el Teatro Nacional de la avenida Corrientes los miércoles y de “El Amateur: segunda vuelta” en el Teatro Chacarerean, una sala propia que abrió en el barrio de Palermo en 2003. Justamente, será con esta segunda propuesta con la que llegará a San Juan el viernes 23 de agosto en el marco de una gira que continuará por Mendoza, Rosario, San Nicolás, Neuquén, Cipoletti y La Plata.

En “El Amateur”, que se podrá ver en el Teatro Sarmiento, (misma sala donde hizo función de “El Equilibrista” en mayo) cuenta una historia de amistad, pasión y entrega. La obra invita a creer no sólo que los sueños son posibles, sino que también pueden ser compartidos y por eso dice Dayub “es altamente inspiradora”.

A propósito de su regreso, el artista habló con Plataforma GAIA sobre el origen y vigencia de esta pieza que escribió en 1997 para, según él mismo explica, dar un sentido a un momento de su vida donde le costaba mucho abrirse camino en Buenos Aires y desarrollar su vocación. El teatro que le gusta y la importancia de volver a conectar con las raíces y la esencia de la condición humana, entre otros temas, fueron abordados en este reportaje.

“El Amateur” cuenta con la actuación del propio Dayub y de Gustavo Luppi como El Pájaro y Lopecito dos personajes entrañables que arriegarán todo para lograr un objetivo común. Y juntos producirán un milagro: que el sueño de uno se transforme en el sueño del otro. Así se presenta esta pieza que, bajo la dirección de Luis “Indio” Romero y con música de Jaime Roos, ya tiene un largo recorrido tanto dentro como fuera del país.

La historia está inspirada en un recuerdo de la infancia y aunque no se trata de una obra autobiográfica, el resultado es una propuesta íntima y personal que representa de alguna manera el propio periplo del autor en la búsqueda de seguir su vocación. Tanto es así que Dayub refiere que nació como una necesidad en un impulso por encontrar una analogía con el esfuerzo propio de ser visible y “existir” en la escena artística porteña.

Es a partir de ahí que vuelve a su memoria una historia muy significativa para él: “me acordé de alguien que había visto cuando tenía 13 años que para batir un récord y ser único en el mundo tuvo que estar durante cinco días y cinco noches en un circuito sobre una bicicleta pudiendo bajar cinco minutos por hora y acumulativo cada cuatro. A mí nunca se me fue esa imagen que se podía con lo que era imposible, pero que para alcanzar lo que uno deseaba era necesario hacer un esfuerzo casi sobrehumano”.

Ese hecho ocurrió en la plaza de su barrio en la ciudad de Paraná a pocas cuadras de su casa y lo dejó tan impresionado que muchos años después le sirvió de inspiración para dar vida a esta obra que define “casi como un diario personal”.

Con Luppi cuenta que los une una relación de amistad de muchos años que fluye naturalmente sobre el escenario y que por eso mismo logra no sólo construir personajes potentes para la historia, sino que ese sentimiento de amistad traspasa a los personajes.

“Él fue una de las primeras personas que yo conocí en esos primeros años en los que me costaba convencer a los demás de que mi sueño iba a ser posible. Trabajó en mis obras, siempre estuvo cerca incluso en la apertura del Chacarerean, fue el encargado del teatro los primeros cuatro o cinco años. Y es alguien que sabe de qué va El Amateur desde los comienzos. Conoció mi casa en Paraná donde se batió el récord cuando yo tenía 13 años y nos toca muy de cerca, es parte de nuestra vida. Sentimos que estamos haciendo exactamente lo que nos gusta y esa convicción va más allá de lo artístico, te potencia mucho como persona”, destaca Dayub al referirse a su amigo y compañero en el escenario.

A punto de cumplir  200 funciones y atravesando su tercera temporada, “El Amateur” sigue tan vigente como en su versión original, y continúa sumando kilómetros y agitando corazones como expresa la dupla a través de sus redes sociales.

“Esta es la primera obra que yo escribí sin saber que podía escribir” dice Dayub a la vez que recuerda que la estrenó un 19 de agosto hace 27 años atrás. Y el mismo año de su debut como dramaturgo (1997) compartió terna con Roberto Cossa y Carlos Gorostiza para el Premio María Guerrero obteniendo el galardón como Mejor Autor.

Desde entonces, la obra cosechó 17 premios y se realizó en todos los países de habla hispana. Además, cuenta con tres ediciones impresas y una versión cinematográfica bajo la dirección de Juan Bautista Stagnaro.

Recientemente “El Amateur” ganó el premio como Mejor Obra Dramática en el Festival Internacional del Mercosur realizado en Córdoba y entre otras distinciones, Dayub recibió el ACE de Oro 2019 y Estrella de Mar de Oro 2020 por su unipersonal “El Equilibrista”, también de su autoría.

A casi 30 años de su estreno, para él la razón de su permanencia está en su mensaje profundo que no distingue rangos etarios, sociales ni geográficos, e incluso sostiene que tiene mucha más vigencia hoy porque “cada vez es más difícil cumplir un objetivo, tener un sueño y en El Amateur uno de ellos tiene un sueño imposible y eso lo hace muy conmovedor”.

Además, considera que estos personajes tienen características con las que el público logra empatizar rápidamente. “Son los que en realidad ya hemos decidido que no van a poder y creo que eso duplica la emoción que produce el espectáculo porque le hace advertir al espectador los prejuicios con los que vivimos. Por eso el logro individual de El Amateur permite vislumbrar el logro colectivo”, reflexiona el actor.

Y amplía: “son aquellos que son vistos con cierto prejuicio, con cierta indiferencia, esa especie de ninguneo que todos de algún modo padecemos que es un poco como yo me sentía que me veían a mí”.

Con una mirada sensible y humana, apela a repensar cuánto puede pesar el juicio que hacemos sobre los otros y sobre nosotros mismos entendiendo que  esto puede tener un impacto profundo en la vida de cada uno.

Y desde esta perspectiva busca recuperar los valores más humanos en un mundo donde la apariencia y el éxito personal son moneda corriente: “Las cosas que cotizan en el mercado como tener un auto 0km, vivir en un barrio caro o tener la ropa de moda no son las cosas que nos cambian la vida ni nos llevan a ningún lado. En cambio, cuando uno identifica un sueño realmente puede modificar su vida y, en el caso de El Amateur, la propia y la de su amigo”.

Esa es la razón por la que decidió hacer esta segunda versión de El Amateur: “Sentía que en Argentina era muy difícil confiar en nosotros mismos y en el otro y pensé que El Amateur podía inspirar”. El slogan que acompaña la promoción de este espectáculo dice “el sueño de uno se convierte en el sueño del otro” y es precisamente esa realidad la que considera que “no está ocurriendo o que cuesta que ocurra”.

Dayub entiende que llevar historias sencillas y cercanas, pero a la vez muy profundas al teatro sirve para recordar lo que somos y a qué venimos a esta vida.

Agradecido de poder vivir de lo que ama, disfruta de los resultados sin hacer alardes de sus distinciones y evoca los comienzos sin olvidar sus raíces y lo difícil del camino recorrido.

“El Amateur cambió la percepción de los demás respecto de mí. El medio empezó a confiar en que eso que yo tanto quería, podía ser posible. Con insistencia, con disciplina, con trabajo, con convicción se puede cambiar la percepción de los otros sobre nosotros. La vida no es tan rígida como creemos que es y hay un momento en que se puede cambiar lo que pensamos nosotros y lo que piensan los demás respecto a nosotros. Esta obra nos impulsa a eso”, dice el intérprete seguro de sus convicciones y con la humildad de quien no olvida su propia historia de vida.

Hoy evoca sus inicios en la profesión con la madurez que da el tiempo y está convencido de que no hay que abandonar el propósito que cada uno persigue, aun cuando el horizonte no está claro: “Me gusta advertir que esas cosas que me jugaban en contra en los comienzos como ser del interior o no hablar inglés por ejemplo, se convirtieron después en características muy personales admiradas por los otros. Pasó a ser muy importante que mi esencia siga siendo la de alguien del interior y pasó a ser hasta divertido que no sepa hablar inglés. Esas cosas que vivimos como negativas, en mi caso al menos, se transformaron en positivas. Por eso digo que nadie tiene que malograr su vida por falta de adhesión”.

Mantener la esperanza y no claudicar cuando las cosas se ponen difíciles es un desafío que no todos logran superar. Dayub por su parte encontró a qué aferrarse y comparte su experiencia orgulloso de no haberse traicionado en sus convicciones, de confiar en sí mismo y trabajar sin esperar que los resultados sean inmediatos.

“Hubo muchos momentos en los que tendría que haber dado un volantazo, incluso si me hubiera dejado llevar por la opinión de otros. Yo no tenía eso que a primera vista tenían otros a los que se había aceptado rápidamente, a los que se les daba el papel más grande, a los que se les pagaba mejor, a los que se les facilitaban las cosas. Pero pensaba ‘a mí no se me tiene porqué dar ahora, se me puede dar a largo plazo’ y si no se me da yo me habré pasado la vida haciendo lo que yo quería y eso para mí es lo más importante. Claro que no es tarea fácil porque el mundo en el que vivimos te lleva a salirte de ahí”, reflexiona.

Sus espectáculos no pierden de vista el entretenimiento sin dejar de apostar por entregar una propuesta de alto valor artístico y humano. Tienen humor, emoción y como él mismo expresa, “te hacen repensar tu propia vida y casi te diría con ganas de tomar una decisión porque la realidad nos lleva a olvidarnos de nosotros mismos. Estamos seguros de lo que tenemos que hacer porque lo tenemos anotado en la agenda, pero no las cosas importantes. Por eso digo que la obra cobra más importancia que en su versión original porque es un mensaje que necesitamos más”, subraya.

Al responder si cree haber encontrado un estilo propio como autor, trae a la memoria una definición que el reconocido dramaturgo Mauricio Kartun hizo de su trabajo tras la devolución de la lectura de una de sus obras. “Tengo un fax que atesoro ya un poco desteñido donde me decía que yo escribía con un estilo que él podría denominar metafísica popular. Y me gustó mucho porque yo no le podría haber puesto nunca ese título. Son metafísicas y hablan de la esencia de la vida, de la esencia de las personas. Cualquiera las puede comprender. Tienen alta identificación, sobre todo dicho por un maestro como Kartun”.

Y aunque el teatro -y ninguna de la artes- tiene el poder de modificar el rumbo de la sociedad, tiene para él un rol central cuando el contexto se presenta complejo en lo social, en lo político y en lo económico. “Creo que la emoción nos puede salvar, conmovernos nos puede salvar y no hay muchos lugares para que eso ocurra. Ocurre en el mano a mano, ocurre cuando sentimos amor por alguien. Y el teatro que yo hago apela a esa emoción que nos lleve a pensar en nosotros mismos, a no equivocarnos, a no dejarnos llevar”.

En cada función, disfruta tanto arriba como abajo del escenario donde comprueba que la obra adquiere el sentido y propósito para la cual fue concebida: “Una vez a la salida del teatro una espectadora me dijo ‘usted en tiempos de inteligencia artificial, nos humaniza’. Lo conté varias veces ya porque me sigue pareciendo increíble. ¿Cómo voy a humanizar yo a los humanos…siendo que lo somos?, pero conscientes de que lo vamos perdiendo esta mujer lo advirtió”.

Para quienes ya vieron “El Equilibrista”, en “El Amateur” se encontrarán con un espectáculo muy parecido en su esencia y a la vez muy distinto en la historia y en la puesta escenográfica. Se van a divertir porque hay mucho humor y se van a emocionar. Porque a pesar de los cambios de época y de las adversidades del día a día, vale la pena darse el tiempo para creer al igual que Dayub “que la humanidad pueda ser un poquito mejor”.

Crédito fotos: El1digital