Luciano Cáceres, actor y director

«El teatro es un ritual milagroso»

Protagoniza la comedia ‘El Beso’ junto a Luciano Castro, Mercedes Funes y Mónica Antonópulos que sube a escena en el Teatro Sarmiento. El artista habló con Plataforma GAIA sobre sus ideas respecto al teatro y a la función actoral en tiempos de crisis. El repaso de una carrera extensa en los escenarios. Su labor reciente en el cine y su mirada respecto a la cultura como industria generadora de trabajo.

 

Federico Strifezzo

Raúl Caliva I 10-10-2024

Dos parejas amigas se reúnen cada fin de año a pasar las fiestas de navidad y año nuevo. Sin embargo, en pleno impulso de exteriorizar los sentimientos y deseos, surge una situación inesperada que cambiará la vida de los cuatro seres. Habrá un antes y un después. En esa transformación de los personajes, a medida que avanza la trama, sucederá una mutación de todo, hasta de la mirada de los espectadores, los cuales saldrán de manera muy diferente de la sala al final de la función. Todo a partir de un beso.

Así se presenta la comedia ‘El Beso’, que toca tópicos como la convivencia, la crianza y, sobre todo, los vínculos. Después de un gran estreno en Calle Corrientes y de una exitosa temporada de verano 2024 en Mar del Plata en donde fue consagrada como uno de los espectáculos más vistos de La Feliz y también, galardonada con el Premio Estrella de Mar a la mejor comedia, la puesta dirigida por Nelson Valente y protagonizada por Luciano Castro, Mercedes Funes, Luciano Cáceres y Mónica Antonópulos, transita su gira anual por el resto de las ciudades del país.

Por consiguiente, llegó el turno de que esta comedia arribe al Teatro Sarmiento, de la mano de Menta, Ámsterdam y Javier Faroni. Por tal motivo, Plataforma GAIA tuvo contacto con uno de sus intérpretes, el actor y director teatral Luciano Cáceres.

Se trata de una de las figuras artísticas más destacadas de su generación y que hace poco, obtuvo un Martin Fierro como mejor actor de reparto por el papel de Juan Paz en ‘Buenos chicos’. En su momento, al recibir el galardón expresó su anhelo para que “vuelva la ficción a la televisión argentina” y además manifestó contundente que “la cultura no es un gasto”.

Tales palabras no surgen de una provocación, sino del compromiso con la profesión y la pertenencia a un profundo legado artístico e histórico que supo cultivar desde muy chico. Su padre, Genaro Cáceres, gestionaba una sala llamada “Teatro de la calle Rincón” en la Ciudad de Buenos Aires. Su madre, Haydeé Bello, era compañera municipal y gremialista. Ambos compartían extensas jornadas y cuando se realizaban las funciones teatrales, Luciano se quedaba a ver cómo trabajaba Don Genaro en una obra llamada ‘El hombre y sus muñecos’. Así fue su infancia aprendiéndose los libretos y disfrutando de incontables obras.

Eso lo ayudó a construir ladrillo a ladrillo una sólida carrera tanto en las tablas, como en televisión y cine. Su popularidad la adquirió en clásicas tiras diarias como ‘Gasoleros’, ‘El sodero de mi vida’, ‘Locas de amor’, ‘Botineras’ y ‘Graduados’. Con el tiempo ganó prestigio en ‘El elegido’, ‘Señores papis’ y ‘Argentina, tierra de amor y venganza’; y en las películas ‘La señal’, ‘No llores por mí Inglaterra’ y ‘Lobos’ entre otros títulos.

Actualmente, cumple un papel controvertido en ‘El Beso’ pero, además, sigue en paralelo su primer unipersonal ‘Muerde’ con varias funciones en el mítico Timbre 4 de Buenos Aires, donde aborda una cruda problemática social como es el abandono de persona. Con más de 36 años de carrera, para Luciano la actuación en el escenario es como un juego en un espacio donde puede ser múltiples personas. El teatro le ayuda a dejar salir diversas vidas que requiere de una entrega y un compromiso total, en cuerpo y mente. Por eso, en muchas ocasiones y reportajes brindados, públicamente sostiene que “el teatro y la actuación es para valientes”.

La obra habla de los nuevos vínculos (…) desde el humor que es la mejor manera de reflexionar sobre eso.

– ¿Que encontrará el público sanjuanino al ver esta obra?

– Se trata de la historia de dos matrimonios. El personaje de Luciano Castro está en pareja con el de Mercedes Funes y yo, estoy en pareja con el de Mónica Antonópulos. El personaje de Castro empezó una terapia que le ayuda a sacar todo lo que tiene dentro porque si se lo guarda, se vuelve enfermedad y mi personaje tenía algo guardado también con el de Castro, desde la secundaria. Es ese beso que nos dimos que es algo oculto que se hizo viral y le da título a la obra. Ese beso cambia a los cuatro para siempre y a lo largo de cuatro fines de año las parejas van a ir rotando. Se habla de eso, de los nuevos vínculos, de las nuevas relaciones, de quién se ocupa de los roles en el hogar, quien obedece, quien acata, desde el humor que es la mejor manera de reflexionar sobre eso. Todos estos temas generan gran empatía, espejo e identificación con los espectadores. Si esto no lo viviste, seguramente conocés a alguien que lo vivió. Hay algo que tiene la comedia que es explosiva, disparatada, desopilante.

– ¿Cómo viene desarrollándose la gira por el país?

– La gira viene muy bien. Desde Mar del Plata, calle Corrientes y en esta mitad del año recorriendo distintas ciudades y países limítrofes con un lindo grupo humano y poder llegar a todos los públicos, porque a nosotros nos encanta y nos gusta hacer teatro. El intercambio con los espectadores siempre es único, particular y uno se va lleno en todos los sentidos, desde el cariño que recibimos en la platea, las ciudades que visitamos y los regalitos que nos hacen.

– Si bien es una comedia, ¿hay un trasfondo de temas que invitan a pensar y repensar los vínculos en la vida cotidiana?

– Sí. Pero, sobre todo, es libre en ese sentido, no es que uno esté bajando línea. La obra tiene todos los tópicos de la comedia y es audaz. Siempre creo que, desde el humor, uno puede preguntarse de qué me estoy riendo ¿Hay algo que con mis 40 años que no hice y todavía quiero hacer? Está todo dado para que uno pueda sacar sus propias conclusiones y también se pregunte cosas. Creo que eso es lo inteligente y natural que tiene el teatro. Vos estás viendo lo que están padeciendo otros, pero de alguna manera como estás en vivo y como sos parte de esa comunión, no dejás de ser parte de lo que está sucediendo y uno a veces se pregunta de qué se está riendo o por qué esto no me causa tanta gracia. Eso es lo que tiene de lindo, el teatro es un ritual milagroso. Como siempre digo, tanta gente se pone de acuerdo un día determinado a una hora para compartir algo con otros que no conoce. Eso es precioso, es un ritual.

 

– ¿Tu personaje que aporta a la trama?

– El absurdo que plantea esta pieza requiere de una entrega absoluta al juego. Son cuatro fines de año que van a ser modificados constantemente. En el inicio de la obra todos los personajes están planteados de una manera y a partir de ese beso nos modificamos los cuatro. Cada fin de año hay algo que cambió, diferente e inesperado. Es sorpresivo lo que ocurre y eso requiere estar muy entregado al juego. El desafío más grande de la comedia es que es muy rítmico, es algo que no para y uno debe estar a la altura de las circunstancias para que la historia avance. No es un trabajo intelectual, es un trabajo de juego y entrega absoluto.

– ¿Eso corresponde a lo que buscás siempre, que la obra exija que entregues todo en escena??

– Sí sin dudas, y lo fundamental es el trabajo con los compañeros. La comedia tiene sus remates y este elenco, es muy generoso. Todos trabajamos para el remate del otro. Es una obra muy coral, estamos los cuatro en escena casi todo el tiempo y cada uno tiene su momento de protagonismo entonces, todos vamos trabajando en función del otro y eso se da con este elenco único. La gente nos ha visto en novelas, en la tele, en otras giras y entonces hay por ahí un reencuentro precioso con los espectadores.

– Saliendo un poco de ‘El Beso’, estás trabajando tu unipersonal ‘Muerde’. ¿Cómo está resultando esta experiencia y qué representa hacerlo en Timbre 4?

– En paralelo, voy preparando ‘Muerde’ con la gira que arranca a fines de octubre por Punta del Este, Miami, Nueva York, Los Ángeles y Ushuaia. De alguna manera creo que tantos años en este oficio hizo que llegue la posibilidad de animarme a un unipersonal. Me conmovió el material (obra escrita por Francisco Lumerman) y fue todo muy natural. Yo estaba filmando una película y me llevé el texto. Cuando vuelvo de viaje, me pongo a ensayar. Cuando estrené, se agotaron todas las entradas en el Teatro Moscú, nos fuimos a Mar del Plata, ganamos el Estrella de Mar como mejor unipersonal, llegamos a Buenos Aires, la instalamos en Timbre 4, que es una sala prestigiosa y con una linda capacidad de butacas para albergar más gente. La verdad que es un desafío personal enorme porque es otro tipo de material. Tiene momentos más luminosos, pero también otros muy oscuros. Estoy muy contento de poder transitarlo y hacer en paralelo los dos espectáculos. Y porque también tiene el poder de la autogestión. Esta es una obra independiente y está sorprendiendo a todos.

– ¿Las giras son intentas en cada escenario que visitás?

– Es lo que tiene la magia del teatro, de poder hacer lo que me gusta y sobre como en este caso puntual de ir a San Juan. Mi viejo trabajaba en la Casa de San Juan en Buenos Aires, vendía los billetes de la Lotería de San Juan. Cuando era chiquito, lo acompañaba a hacer esos trámites de recibir o enviar empaques a aeroparque. Mi viejo siempre tuvo un vínculo muy hermoso con su provincia y eso a mí me alegra y me hace acordar a esa infancia. La única provincia que conocí fue San Juan hasta que después fui más grande y empecé a viajar y a conocer otros lugares. Hace unos años atrás, surgió la posibilidad de hacer la película del ciclista enorme que tuvieron los sanjuaninos (Antonio ‘El Payo’ Matesevach) con esa historia tan linda y particular, que por ahora quedó en la nada, pero me quedé con muchas ganas de hacerla. Me encantaría recuperar ese proyecto, es una historia de vida enorme, gigante, muy potente.

 

– Por otro lado, tuviste una destacada participación en la película ‘La noche que luché contra Dios’. ¿Cómo fue ese reto en un rol y una temática compleja que se aborda por el atentado a la AMIA?

– Sí, está disponible para verla en Disney Plus. En estos tiempos que vivimos, es muy potente. A mí me toca desde lo histórico. Si bien está anclado al atentado a la AMIA, y al personaje de Toto Kirzner que luego de perder un familiar va en busca de su origen, una vez que llega a Israel, ahí la historia vira unos 3.500 años hacia el pasado. Es en el comienzo con la historia de Jacob. Mi primer desafío fue hablar en hebreo antiguo, que al principio para mí era un trabalenguas. Además, actuar con una lengua que no es la mía, pero, de todas formas, fue un laburo hermoso que hicimos con el rabino Marcelo Polacof que me dio una ayuda gigante para mi trabajo. La experiencia fue preciosa en Jerusalén. Es la posibilidad que tiene este trabajo de ser actor, que puede llevarte a lugares inesperados y únicos.

– Un oficio que sabés manejar con ductilidad entre el cine, la televisión y el teatro.

– Por un lado, es una elección que me gusta estar en distintos ámbitos. Estoy en muchos proyectos cinematográficos independientes, de autogestión, porque es un lugar desde donde yo puedo desarrollar y arriesgar cosas no tan comunes o no tan previsibles de lo que se espera de mí. Después hay técnicas que fui aprendiendo con el laburo, porque venía laburando en teatro desde los 11 años y hasta que no empecé a laburar en la cámara no entendía muy bien como era. La base sólida de la actuación es el teatro. Después hay algo muy técnico que tiene el cine que no se labura igual, por ejemplo, para un primerísimo primer plano, que para un plano general cruzando el desierto como aparece en esta película. En el teatro uno es muy cómplice con sus compañeros y con los espectadores. En el cine uno tiene que ser muy cómplice con la cámara y el foquista porque si te movés demasiado te vas de plano o te vas de foco. Todo requiere práctica, entrega y especialmente, oficio. Como el que labura el hierro o la madera. Uno tiene que estar atento a las nuevas herramientas y nuevas técnicas también. Uno aprende, se nutre y crece.

 

Se está haciendo menos ficción y muy poco audiovisual y siempre el teatro es el lugar donde uno resiste.

– ¿La primer gran escuela es el teatro y más cuando hay una familia ligada a ella?

– Sí, mi viejo fue actor y director de teatro y de alguna manera con el peso, de nunca haber podido vivir de eso. Lo mío de verdad, es un privilegio enorme porque vivo desde hace muchos años de lo que quiero ser, es mi oficio y lo defiendo a diario.

– Sin embargo, la gente no puede olvidar y te reconoce siempre tu rostro en la tele ¿Es difícil despegarse de esos papeles que tuviste?

– De alguna manera es lo más masivo, pero sí, también hay mucha gente que me conoce por el cine y desde muy pequeño en el teatro y también como director. Dirijo hace 27 años teatro y la gente va acompañando el crecimiento. Hay gente que no consume televisión, pero sí teatro y a veces ni se entera que soy el mismo de la tele. Estamos en un momento muy particular. Se está haciendo menos ficción y muy poco audiovisual y siempre el teatro es el lugar donde uno resiste y el público también y participa y es hermoso.

– Cuando fuiste a recibir tu Martín Fierro recientemente, te expresaste defendiendo la cultura. ¿Fue como plantar una bandera?

– No es que planté bandera. Uno cuando piensa la ficción en la televisión abierta, cree que son los 20 actores que uno ve ahí y en realidad tenés a 500 personas atrás entre técnica, artística, los que escriben, los que colorean, los que le dan sonido, la musicalización, la distribución. Cuando le estás dando laburo a un actor en una ficción, detrás de eso, hay una industria enorme que está probado y comprobado que mueve otras actividades. Para realizar una escenografía tenés que comprar madera, pintura, clavos, tornillos, herramientas. A estos actores y técnicos les tenés que dar de comer. Entonces eso impacta en la gastronomía, entre otras cosas como los seguros, los traslados y los viajes cuando filmás en otro lado. El medio audiovisual, genera mucho laburo y por añadidura, se alimentan un montón de otras industrias. Y con el teatro pasa lo mismo. Y cuando digo que la cultura no es un gasto, es pensar en eso. No es una cuestión personal de que quiero que a mí me subvencionen los proyectos. Es algo que retroalimenta un montón de otras actividades y después de todo, la cultura habla de nuestra historia, de nuestra identidad, de nuestros personajes, de nuestros paisajes, de nuestros lugares, de nuestra gente. Hace que nuestro país se conozca. La cultura nos hace mejores.

 

– Cuando cada día desde el discurso oficial y otros sectores estigmatizan a los artistas y los acusan de que viven del Estado. ¿Viene desde un lugar que fomenta la ignorancia o es malintencionado a favor de espurios intereses?

– De que los artistas viven del Estado, es tratar de simplificarlo y se sabe que no es real, que no existe. A pesar de eso, seguimos haciendo, no vamos a dejar de hacer. Hay un montón de proyectos que no están buscando un rédito económico, sino poder plasmar una historia determinada. Que no buscan esa recuperación económica pero sí contribuyen. Es muy delicado el tema. Ahora lo que piensan, lo que digan, lo que ataquen es un pensamiento para anular, no para construir. Son los tiempos que corren, yo he tenido posibilidad de viajar mucho con las obras y con las películas en estos más de veinte años y la pregunta que siempre surge en el exterior es ¿cómo hacen teatro en crisis? ¿cómo hacen cine en crisis? Vivimos atravesados por la crisis y afuera no se puede creer por qué tenemos un país tan enorme, tan posible de todo y que siempre estemos en quilombos económicos. Yo acepto que cada uno piense lo que quiera, pero no desinformar y que se diga que, por tener un Instituto de Cine, no se puede tener salud y seguridad. La inversión en cultura habla del poder que tiene cada país. Es una industria más y todo tiene que estar en funcionamiento. Entiendo las prioridades, entiendo los momentos y entiendo también que haya control y eficacia y no malversación de fondos en ningún ámbito. Y eso es clave.

– ¿Percibís que ante la crisis social y política que se vive ahora, el público demanda más ficción como evasión o como alivio?

– Algunos lo hacen solo por entretenimiento, otros por un interés más intelectual. Hay para todos los gustos y todos los géneros. Es algo muy natural contar historias. Nosotros conocemos a partir de relatos que fueron escribiendo y contando. Nosotros nos dormíamos con un cuento de nuestros padres o los abuelos relataban sus historias y de esa manera puedo saber cómo vivieron mis antepasados. A veces es refugio, a veces es emoción pura, a veces es conocimiento, cada uno tendrá su motor. Si no lo ves, si no lo conocés, si no te llega, no sabés que existe. Se trata de ampliar los horizontes y como nosotros consumimos cosas de otros países durante toda nuestra formación con los clásicos del cine, tanto norteamericano como europeo, hemos conocido a grandes autores, directores y también pasa con lo que nosotros hacemos en nuestro cine, arte plástica y la música argentina que también tiene el reconocimiento internacional. Por eso creo que una cosa alimenta a la otra.

 

 

El medio audiovisual, genera mucho laburo y por añadidura, se alimentan un montón de otras industrias. Y con el teatro pasa lo mismo.

– ¿Qué te hace reflexionar aquella frase que dice Macbeth: ¿El mundo es un teatro”?

– Bueno, lo que pasa que en Macbeth hay toda una trama en donde se monta para que suceda otra cosa. La representación muchas veces te hace ver la realidad. Muchas veces si te cuentan el cuentito, se puede visualizar mejor y de alguna manera decidir si uno quiere ser un espectador o ser el que lleva la acción. Lo importante es actuar, ejecutar, hacer. No solo ser un espectador de la vida, tal como lo enunciaba Shakespeare.

– ¿Lo ponés en práctica, todos los días?

– Intento, con errores, con aciertos. Más cuando uno va creciendo. Si no ¿cuándo lo vas a hacer? Volviendo a ‘El Beso’, que, a partir de cuatro personajes, de un disparador, hacen cosas que les puede salir bien o les puede salir mal. En resumen, el que hace se equivoca y el que hace también acierta. Es así, es la vida misma.

Para saber

El Beso. La obra escrita y dirigida por Nelson Valente, hace su debut en el Teatro Sarmiento (Alem 34 norte). A las 22 hs. Entradas: Platea Baja: $25.000 y $24.500; Platea Alta: $23.500. Anticipadas en boletería y en Entradaweb.

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