Entrevista: Lidia Furnari
“Si hay una necesidad, hay un trabajo que hacer”
Plataforma GAIA habló con la Licenciada en Psicología y coordinadora de la Cooperativa Boca del Tigre, una organización comunitaria de San Martín, vinculada a la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra. La referente expone cómo desarrollan un modo de vida social diferente, lejos de la lógica del mercado. Integración económica y cultural. El derecho a la tierra, el trabajo en red y la soberanía alimentaria.
Créditos: Sebastián Lampasone

Decorar la futura casa. La coopertavia busca conformar su sede física, como espacio comunitario cultural en la ex estación de trenes Los Angacos, ubicada en el departamento San Martín.
Un atardecer fue testigo del encuentro donde una voz metálica volvió a viajar por los rieles de la tierra. Ningún ojo humano pudo captar el rapto del sol, sólo La Estación sabe de ocasos. Pero detrás de las miradas a contraluz del andén todxs se supieron ese último rayo antes de su partida.
El cuero fue el velo de la noche donde «El último tren» regresó a su principio. Maderas y parches despertaron a los durmientes. Ahora ni el óxido podrá revertir este regreso.
La Estación de La Boca de Jesús Tello, escritor nacido en Boca del Tigre
Por Macarena Pereyra
La historia de Boca del Tigre puede variar según quien la cuente, pero algo es certero: a este pequeño lugar del departamento San Martín -como le pasó a gran parte de los pueblos alejados a lo largo de Argentina- un día el tren partió y no volvió más, dejando aislada esta comunidad.
El trabajo escaseó, pero lentamente volvieron los tiempos de buena cosecha y el trabajo rural pasó a ser la principal fuente de ingresos. Sin embargo, en 2020, con el avance de la pandemia, el interrogante que caló hondo en los habitantes de este remoto lugar de siembra fue, qué hacer para subsistir. Entre las preocupaciones compartidas estaban qué tipo de trabajo se realizaba en la zona, cómo se producía el alimento y cuál era su distribución.
En la búsqueda de respuestas, nació en mayo de ese mismo año, la Cooperativa Boca del tigre, que se convirtió en un modelo productivo y social reconocido en toda la provincia. Actualmente, cuenta con el respaldo de la Municipalidad de San Martín, y el asesoramiento del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA). Pertenece, además a la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Tierra (UTT). Esta última, integra el sector de la economía popular y organiza a más de 22 mil familias productoras de alimentos, nucleadas por grupos de bases en 18 provincias del país y se dedica a la producción frutihortícola, crianza de animales, lácteos y pequeñas agroindustrias.
Pero, a pesar de los esfuerzos realizados, existen todavía ciertas carencias que resultan esenciales para el pleno desarrollo de la zona. Entre las demandas más urgentes, está el poder contar con una escuela secundaria (hoy solo existe primaria), un centro de salud y un Centro Integrador Comunitario (CIC).
Uno de los proyectos que se está impulsando con fuerza es la conformación de un espacio comunitario y cultural para las juventudes y las infancias. El lugar elegido es la ex estación de trenes Los Angacos, que está ubicada en la misma zona.
La estructura de esta estación permaneció en condiciones precarias y de abandono durante muchos años como consecuencia de políticas neoliberales que arrasaron con la existencia del ferrocarril. Pero el esfuerzo conjunto, permitió darle nueva vida al espacio que ya cuenta con varios talleres a los que asisten gran cantidad de chicos. Es que las ganas y el trabajo de personas como Lidia Furlani, Natalia Silva Furlani y César González (principales coordinadores de la cooperativa) junto a otros talleristas, se conjugan con las ganas de lxs pibes en búsqueda de nuevos saberes y formas de expresarse.
Para conocer más de cerca sobre este proyecto colectivo, Plataforma GAIA entrevistó a Lidia Furlani, Licenciada en Psicología y coordinadora de la cooperativa. Mientras algunos chicxs esbozan un mural guiados por el artista Ponja Roca, el tallerista del área audiovisual, Sebastián Lampasone captura en imágenes el momento. Entre risas y aerosoles que comenzaron a dar forma a la obra, Lidia respondió:
– ¿Cuál es el motivo que los llevó a proyectar un centro cultural? ¿Por qué la ex estación de trenes?
– Convivimos diariamente con la presencia de la estación, se logra visualizar desde casi todos lados, es muy llamativa. A veces pasábamos y decíamos “bueno, ahí podría ser un lugar para lxs pibes”, sobre todo pensando en las adolescencias que no tenían un lugar a donde ir a falta del CIC. Además, lo imaginábamos como un lugar comunitario para reunirnos. Otro disparador fue que nuestro amigo Juan Maitosa eligió este lugar para publicar en su cuenta de Facebook breves historias ficticias. Es muy interesante y súper gracioso porque cuenta situaciones que pasan en la estación como si fuera la municipalidad de Boca del tigre, habitada por personajes muy graciosos. La estación se empieza a activar cuando adquiere fondos, y esos fondos se consiguen cuando se gestionan y se ha laburado un montón para eso. Además también fue cuando tuvimos respuestas de lxs pibes. Hoy es el segundo día de este año de actividades y hay varios chicxs, pero faltan algunos porque estamos en época de cosecha de uvas y por ahí es agotador venir. Este espacio requiere mucho tiempo y eso los hablamos con lxs chicxs que asisten. Los tiempos son lentos y hay que tener paciencia y constancia.

El arte hace comunidad. Para realizar el mural, se contó con la participación del artista Ponja Roca. Los jóvenes de la zona se sumaron a darle un nuevo rostro a la vieja estación de ferrocarril abandonada.
– ¿Qué principios son los que sustentan este trabajo?
– Este proyecto se da más o menos con el de la cooperativa, que va a cumplir dos años. En conjunto nos preguntamos qué tipo de organización requerían ambos proyectos, en eso empezamos a mirar más a la UTT (Unión de los Trabajadores de la Tierra) de quienes tomamos su visión política y nos dio respaldo. Nuestro trabajo está atravesado por cuestiones de género, culturales, jurídicas y derechos. Tanto la cooperativa como la estación tienen como eje transversal esta visión. La propuesta de la UTT, y por lo tanto la nuestra, es integrar a cualquier persona que consuma un alimento. Entonces se tiene en cuenta a lxs comerciantes, artesanas, juventudes y niñeces con sus realidades sociales y necesidades. Consideramos que cada idea propuesta por la cooperativa debe ser concreta y llevada a cabo, es nuestro objetivo como parte de una organización nacional, por eso creamos espacios de encuentro, dando lugar al debate y gestionado los fondos necesarios. Es pasar de la conceptualización a lo real.

Nuestro trabajo está atravesado por cuestiones de género, culturales, jurídicas y derechos. Tanto la cooperativa como la estación tienen como eje transversal esta visión. La propuesta de la UTT y por lo tanto la nuestra, es integrar a cualquier persona que consuma un alimento.
Lidia Furlani
– Además de lxs jóvenes y ustedes, ¿otras personas de la comunidad participan de las actividades de la estación?
– Poca, pero hay. Nos imaginamos que parte de la comunidad sea quienes coordinen un lugar para acceder a alimentos, como un comedor. Principalmente podrían ser las mujeres, porque están más vinculadas a la producción diaria de alimentos. Consideramos fuertemente que la alimentación es un eje muy importante en el desarrollo de lxs niñxs y además nos hemos encontrado con casos de desnutrición infantil. Estamos viendo cómo generar una alternativa para solucionar el tema del alimento principalmente a niñxs antes de los 5 años, con lo que producimos y recibimos de la UTT de otras cooperativas y bases del país. También el espacio estaría disponible para cualquier propuesta que la comunidad tenga. Se puede considerar tener un lugar para escuchar y acompañar en situaciones de violencia de género, como además charlar inquietudes, reconocer sus exigencias y derechos. Además, hay posibilidades de que comience a funcionar el plan FINES, para lograr completar estudios primarios y secundarios.
– ¿Se encontraron con alguna dificultad a la hora de convocar a lxs jóvenes?
– Cuando convocamos para realizar actividades, ellos estaban entusiasmados con la propuesta, hasta comenzaron a proponer posibles talleres y esto derivó en sumar un taller de guitarra. Nos encontramos con problemáticas, de desnutrición y también violencias no tan explícitas, pero estamos seguras de que existen. Por encima de esto, lxs jóvenes son muy piolas, ellos se acercaron a las propuestas sin ningún miedo, quizás cierta timidez que es normal, pero tienen ganas de hacer cosas. Los talleres actuales son percusión, muralismo, audiovisual y guitarra.
– ¿Existen otros centros culturales con un lineamiento como el de ustedes?
– Sí, la mayoría. Es la visión que se maneja, si hay una necesidad hay un trabajo que hacer. Como cooperativa creemos que debemos estar presentes ante una necesidad y esto se cruza con una cuestión económica, no es solamente discursivo. Nos falta un piso en condiciones para el centro, queremos tener una radio y mucho más. Es nuestro derecho y el Estado o la organización de base a la que pertenecemos, deben responder con fondos. No creo que podríamos hacerlo de otro modo y para eso también nos hace falta más gente. En gran parte, esta necesidad tiene que ver con las concepciones que tenemos de los pueblos y de qué forma queremos que sea el lugar dónde vivimos. Y que, como habitantes, tengamos más participación comunitaria y política. Para llevarlo a cabo debe haber un espacio en condiciones. Pensamos que, si queremos una plaza, debemos ver la forma de cómo gestionarla. Si consideramos contar con arbolado público, lo mismo.
…Su hija comenzaba a llorar y ambas retenían el primer paso. La luz se enquistó en las lomas y el trueno atrapó la meseta. Debían sortear el peso del cielo por las quebradas lo más lejos del camino de agua. Las primeras gotas fueron oscureciendo las rocas y su tiempo las comenzó a absorber cada vez menos.
Iniciaron su camino. La mujer giró por última vez y, como aquella vez,
su casa sería una ruina másen la huella líquida.
Fragmento de La creciente de Jesús Tello (inspirado en la historia de una mujer arrastrada por la corriente)
– ¿Que historia se preserva en el interior de cada alimento que producen?
– La importancia del relato se ve reproducida en los alimentos que trabajamos o ayudamos a comercializar. Por ejemplo, te dicen: esta salsa la trajeron de la chacra del Darío, que a la vez hace este vino y lo hizo del parral de su abuelo. O la yerba que viene de misiones que se llama Tamanduá es un animalito que… y te cuentan la historia. O sea, es una lógica distinta de mercado, vos sabes quién lo hizo, cómo lo hace, las historias de vida de las personas, su esfuerzo. Entonces, cuando nos encontramos con el precio podemos decidir por este producto porque sabemos de dónde viene. Además, el alimento se vuelve un hecho político, por ejemplo en nuestras etiquetas vas a encontrar «Ley de acceso a la tierra» y «la tierra es para quien la trabaja». La UTT armó con otras organizaciones la mesa agroalimentaria donde se disputan cuál es el campo que alimenta. Entendemos que el ‘campo argentino’ no es el productor sojero que gana regalías a base de commodities, que además contamina. Entonces, nos permite cuestionarnos si el alimento es un derecho o una mercancía. Esto nos ayuda a mirar qué proyecto de país queremos.
Como cooperativa creemos que debemos estar presentes ante una necesidad y esto se cruza con una cuestión económica, no es solamente discursivo.
– ¿Cuál es la dificultad o temor más presente como cooperativa?
– Que podamos fallar y es algo que no queremos que suceda. Queremos llegar a los productores del Médano, a los de Albardón, Ángaco y tenemos que ver cómo proponer la dinámica de nuestro trabajo. En Ángaco y Albardón aparece algo interesante que es la formación de FECOAGRO (Federación de Cooperativas Agropecuarias) que para mí es un actor clave que tiene que estar relacionado a la UTT y que entró en crisis cuando tomó deuda durante el gobierno macrista. La producción de semillas no es un tema menor a nivel nacional y mucho más porque empezamos a tener empresas que dificultan el camino, como el caso de Bayer trabajando con Syngenta. Estas empresas tienen semilleras, que les pagan a personas con grandes capitales para que inviertan en semillas, y le pagan a terceros para que trabajen la tierra y coloquen agrotóxicos. Entonces nos encontramos con lotes que están subalquilados. Las semillas, junto al manejo del agua y el acceso a la tierra, son temas fundamentales que debemos pronunciarnos al respecto en San Juan. Hay barreras que también tienen que ver con lo económico, cuando el mercado es centralista y unitario. Buscamos la forma de que los productos que llevamos al norte o vienen de allá no tengan que pasar por Buenos Aires y el intercambio sea más directo.
– La existencia de la cooperativa generó notoriedad para la prensa local. ¿Cómo reciben a las personas que vienen a estudiar su trabajo o escribir sobre esto?
– Siempre que se acercan, les preguntamos ¿A qué venís?, lo ponemos en discusión y buscamos un poco incomodar. Yo invito y cuento mi historia. ¿Qué vas a hacer con esa historia? Este es mi tiempo, es lindo que nos juntemos a conversar y yo te cuento, pero a mí me gustaría ¿saber para qué? ¿Qué podés dejar acá? Porque después se van, logran publicar y nosotrxs vemos cómo se reproduce y nos preguntamos para qué sirvió. Vivimos atravesados por una lucha. Esperamos que haya compromiso y no se quede solo en palabras. Como cooperativa entendimos que no podemos quedarnos solxs, que si nos quedamos solxs, nos adormecemos. En ese aspecto, la UTT nos ayuda a dinamizar el trabajo que estamos haciendo.
(…) Siempre hubo fórmulas para mis miedos y una cantidad de encadenaciones para tus miedos; dientes barras, manos tapias, piernas estacas.
Barras grises frías, tapias marrones calladas, estacas blancas duras.
Siempre yo y el silencio.
Yo y el silencio.
Miedo sos vos, Jesus Tello
En tiempos en que la política partidaria tradicional negocia con el Fondo Monetario Internacional; en que el cambio climático nos deja sequias, incendios forestales incontrolables; y la concentración y acumulación del capital provoca más desigualdades sociales, da esperanzas saber que existen personas que trabajan de sol a sol en búsqueda de alternativas. Su horizonte no es generar mayor margen de ganancia o cotizar mejor en el mercado. Contar esta historia, la de una comunidad que trabaja horizontalmente, promoviendo la autosustentabilidad y una economía popular, totalmente opuesta al agronegocio, moviliza profundamente. Además, se trata una cooperativa que produce alimentos en armonía con la naturaleza y que responde a las necesidades locales. Es una red que colectivamente piensa en el futuro, recuperando saberes ancestrales, este es el verdadero campo que alimenta y es también soberanía.
