Vestigios de Ischigualasto / Archipiélago de adobe

Pinceladas de la patria chica

Una exposición de Iván Manrique en la Casa de San Juan en Buenos Aires, presenta una selección de obras con imágenes de la tierra que lo vio crecer. Una muestra que es a la vez, personal y universal. 

Archipiélago de adobe

Casona de Huaco – De la serie Archipiélago de Adobe (2020), Iván Manrique

Sobre calle Sarmiento, en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires, late y vive un pedacito de historia sanjuanina. Es que allí, a metros de la Avenida Corrientes donde vibra el arte y la cultura a través de sus teatros, librerías, cafés y una intensa movida diurna y nocturna, se ubica la casa donde vivió Domingo Faustino Sarmiento (entre 1875 y 1888) tras terminar su presidencia. Son pocas las cuadras también que separan este inmueble (hoy casa – museo – “embajada” local) del obelisco porteño.

Cruzar el zaguán de la vieja casona con el número 1251 es adentrarse en otra época donde los tiempos se superponen y mezclan. Una arquitectura tradicional recibe a los visitantes en un gran patio en el centro con sus habitaciones a los costados, sus amplias puertas y altos ventanales, sus faroles y sus pisos con baldosas en damero blanco y negro. Funciona allí la Casa de San Juan en Buenos Aires, (Monumento Histórico Nacional) que es hoy sede de varias actividades, entre ellas, una exposición del artista visual Iván Manrique, en la que Plataforma GAIA estuvo presente.

Bajo el título Archipiélagos de Adobe – Vestigios de Ischigualasto, se presenta (hasta el 13 de julio) una serie dual con obras figurativas que abren otra ventana que conecta con el pasado de la provincia. La primera, toma como motivo viejas casonas de adobe, partes del molino de Huaco, postes de luz, y compuertas de riego, todas escenas típicas de San José de Jáchal. La segunda, presenta fósiles, huellas y marcas del paso del tiempo sobre el paisaje del Valle de la Luna.

Según palabras del propio autor: “la mirada hoy tiene que ver con el lugar donde vivo que es San Juan y el lugar donde viví que fue Jáchal. Y tienen que ver con el hoy porque son objetos que no quiero perder, como que quiero que queden fijados ahí. Está plasmado el paso del tiempo, pero son objetos que aún existen, conviven con nosotros y que han significado en otro tiempo algo muy importante”.

A través de una selección de 17 obras, Manrique, entabla en esta exposición (la segunda que realiza de manera individual y la primera fuera de la provincia), un diálogo visual en donde se redefinen el tiempo y el espacio y se trasciende la materialidad de los objetos para dar lugar a la nostalgia, la tradición y la memoria, que es personal y a su vez, forma parte de una historia común, a partir de elementos culturales compartidos.

Al decir del profesor Eduardo Peñafort, curador de la exposición: “las composiciones temáticas trascienden la pintura de paisajes, porque los elementos representados son ubicados y articulados en una atmósfera fantástica, en la que mantienen su carácter de tipicidad, pero ganan nuevos sentidos por la incorporación de proyecciones imaginarias”.

La ciudad archipiélago

Al observar la obra de Manrique, lo que aparece ante los ojos son pequeñas islas de un territorio conocido, e identificable donde predomina el adobe y la construcción tradicional, pero en un espacio que no le es propio. Los objetos o elementos representados están suspendidos en el aire, bajo un cielo inmenso e infinito que traza un escenario común que va encadenándose para conformar en conjunto un relato. A propósito de la incorporación de este elemento, el artista explicó: “Ese cielo puede ser cualquier lugar. Es el universo. Y esa es la manera de darle otro estado, otra impronta, otro valor. El cielo conecta todo, un universo que está unido, eso es”.

Estas obras se inscriben dentro del realismo mágico y no del surrealismo (aunque a veces pueda confundirse) como se encarga de aclarar él mismo: “En realidad no hay surrealismo, sino realismo mágico. La diferencia es que en el surrealismo hay objetos con un sentido onírico, hay objetos que no son reales, y en el realismo mágico aparecen elementos reales con figuras retóricas puestos de un modo que rompen con leyes naturales, por ejemplo, lo que aparece es el hipérbaton o hipérbole donde vos pones objetos fuera de escala u objetos que rompen con la ley de la gravedad, aquí están flotando”.

El uso simbólico de la isla como metáfora enriquece también, los sentidos que abre la obra en su conjunto y permite “eternizar” desde los recursos plásticos objetos y recuerdos que van desapareciendo ante el inexorable paso del tiempo. “La idea de las islas -contó Manrique a Plataforma GAIA- nace en parte de cuando todas estas casonas estaban juntas. Por el terremoto, por el paso del tiempo, fueron quedando aisladas entre sí”.

Si bien, el artista cerró la idea de este trabajo durante la pandemia, donde cobraron fuerza las sensaciones de aislamiento y desolación producto de la cuarentena estricta, estos conceptos ya formaban parte mucho antes de las inquietudes que venía trabajando: “Eso empezó a nutrir la obra, por eso aparecen como islas porque era el concepto para darle espacio en el tiempo y espacio en el espacio, entre sí. Y esa idea está reforzada por esta ausencia de personas, es una elipsis, es otra de las figuras retóricas que utilizo”, comentó.

 

 

Vertebras sobre paisaje

Vértebras sobre paisaje – De la serie Vestigios de Ischigualasto (2022)

Huellas de la memoria

En “Vestigios…” lo que está flotando son restos de construcciones, fósiles sobre figuras geológicas conocidas del Parque Ischigualasto como ‘el Hongo’. También aparecen suspendidas piedras con marcas que remiten al paso de los arrieros y los petroglifos que existen en el lugar, lo que le da un valor agregado a la obra en momentos en que el parque prepara una nueva atracción turística (la llamada ruta de los arrieros) vinculada con las huellas de las culturas que nos antecedieron y la figura del arriero tan importante para la economía de Cuyo de hace doscientos años.

Sobre este trabajo, Iván contó que buscó “ponerlos en valor, mostrarlos de otro modo, que trascienda el paisaje, poner el ojo en otros detalles. Los vestigios es lo puntual, es con lo que me gusta trabajar. Y en el parque tenes vestigios prehistóricos y vestigios históricos y eso da mucha riqueza, hay muchísimo por hacer”.

Para él, el arte también contribuye a la construcción de la memoria, desde una mirada distinta a la que puede ofrecer la historia o cualquier otra disciplina. “Esto empieza siendo un boceto, después pasa a ser una obra y según en la situación en la que vos la muestres en algún momento, pasados los años, también puede funcionar como documento. El arte se ha encargado de documentar la historia de la humanidad y la historia de la humanidad se puede contar perfectamente a través del arte, de la pintura. Yo creo que eso es lo que está pasando con las obras. No dejar que esto se vaya. Es aferrarse a una obra y que quede la impronta de este pasado, de la arquitectura, de los objetos. Es todo muy autóctono y territorial lo que yo hago”.

¿Esta obra también invita a frenar un poco la velocidad en la que vivimos hoy? “Sí, totalmente de acuerdo” -dijo- y agregó como reflexión final su mirada acerca del tiempo que en estas obras aparece transformando su curso habitual: “Lo que nosotros no podemos conseguir es tiempo. El tiempo no para. La vorágine de una ciudad como Buenos Aires te lleva a andar corriendo todos los días, aunque también en una provincia tenes tus tiempos, pero creo que hay otra velocidad. Me detuve a pensar en esto y a suspender el tiempo en esto. Yo tampoco quiero que el tiempo pase aquí porque me parece que es lo que más nutre esta otra y nutre la vida de una persona. Es eso”.

Fotos gentileza Camila Illanes

Las obras

La muestra dual ‘Vestigios de Ischigualasto – Archipiélago de Adobe’, que se exhibe en Buenos Aires, es una seleción de obras que está conformada por 17 trabajos realizados con pintura acrílica (aerógrafo y pincel), sobre lienzo, dibujo con tintas y pasteles sobre papel, acuarela sobre papel; en formatos medios y grandes que van desde los 35 x 45 cm hasta 140 x 100 cm.  Parte de la colección de “Archipiélago…» -un total de 20 obras- están en la galería Artify en San Juan.

Respecto a la posibilidad de que se muestren por primera vez fuera de la provincia, Manrique -agradecido del apoyo brindado por el Gobierno de San Juan a través del Ministerio de Turismo y Cultura, del Parque Provincial Ischigualasto, la Cámara de Diputados de San Juan y el Museo de Bellas Artes Franklin Rawson, en articulación con la Casa de San Juan en Buenos Aires- expresó: “Mostrar al público de Buenos Aires esto es importantísimo para un artista emergente, que te brinden el espacio no es poca cosa, la logística es muy grande y sin contar con apoyo esto no sería posible. La idea es poder vincularse ya con un público más específico, de hecho, tuve invitaciones para hacer residencias, para dialogar con otros artistas. También estuvo la TV pública, nos entrevistaron, pudimos mostrarnos a mucha gente”.

La exposición estará abierta al público hasta el 13 de julio en la Casa de San Juan en Buenos Aires, ubicada en Sarmiento 1251, y podrá visitarse de lunes a viernes de 10 a 16 hs, con entrada libre y gratuita.

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