Opinión

Ocultos tras el zapato y el pantalón

Por Blasfemo de Talampaya

 

Microhistorias-para-fortalecer-el-cambio-social-4

Toc, toc, disculpe usted, ¿sabrá por esas casualidades dónde puedo encontrar a Dios? – La verdad es que el personaje que había abierto la puerta de mi pozo de fuego tenía un halo de sinceridad y también de ingenuidad.

–¡Si, le contesté, con toda franqueza! Sea cual sea, la ciudad donde Ud. aterrice, puede encontrar el sitio fácilmente. Debe buscar el edificio más bello, a veces es el más antiguo, por lo general es el más alto… suele tener una cruz, una estrella de 6 puntas, también ponen de 5 puntas y medias lunas en sus cumbres…  Estos pueden ser vistos desde lejos. La clave es buscar edificios ornamentados, bellos y monumentales. El alma perdida, dijo gracias y se fue; como si, su memoria, le hubiera traído un recuerdo.

Toda esta situación me puso a pensar… ¿y si Dios pudiera ser construido por el arte? ¿no serían acaso, los arquitectos quienes le darían su forma definitiva?… al fin y al cabo, cualquier pintor que lo haga podría caer ante el pecado de: IDOLATRÍA alejándose de Dios definitivamente. No hay nada más parecido a un dios bueno y amable que un perfecto refugio; “un edificio”, que contiene, que protege, que rebosa belleza; que alberga a quien ha caído en desgracia. Un lugar para todos, y de nadie a la vez… Un castillo donde esperar una nueva oportunidad hasta que cambie el clima. Aunque se espera que lo hicieran, ninguna de estas construcciones hace esto. Los mendigos y desgraciados son expulsados de sus puertas como sucias ratas que atentan contra la constitución divina…

Mientras pensaba estas estupideces, que se resume en: “los arquitectos me caen bien”, me llegó la orden de mi demonio editor de asistir al edificio anexo del Poder Legislativo de San Juan, al conversatorio con Juan Failla. Juan es un artista, pero también un arquitecto. Era la quinta edición de diálogos con artistas visuales de la provincia. Este proyecto tiene como objetivo acercar a los artistas a la gente, y Juan tiene dos de sus obras en la galería de arte de la cámara de diputados.

Es un espacio para conocer a los nuestros, a los que tienen las habilidades de construir. Esto no está pensado de ayer: Dios en el fondo no es más que una pila de libros con reglamentaciones, leyes y dictámenes muy semejante a nuestro poder legislativo (sí, mi nombre es Blasfemo). Nuestros hombres y mujeres buscando el orden social en su nueva catedral con su nueva pila de libros, papeles en general y bits. Pero es muy importante, pues es la primera sede propia de la Cámara en 200 años, y como les sucede a estas construcciones; ¡DEBEN SER: ornamentadas!

85 obras de 22 artistas locales exponen aquí… un tesoro de las galerías Artify. Los cuadros de Juan están en el 4° piso cercanos a la asesoría letrada. Al parecer, los monjes de esas áreas, están muy contentos con el decorado (cuadros de Juan). Aquí hay dos obras: 1-“Arca” y 2-“Babel III”.

JUAN FAILLÁ

«Arca»(2018), Juan Faillá

En el “Arca” puede verse un episodio de la legendaria historia del “Diluvio universal”. Esa, en la que, un tal Noé, construye un barco para salvarse él, su familia, y una pareja de animales de cada especie… (si no la recuerdan: googlear). En el caso de la obra de Juan, el arca, es un barco de papel que: bajo un morado y tormentoso cielo tiene uno de sus laterales abiertos a modo de portón de entrada. Es un pequeño juguete para la naturaleza; para Dios. ¿Recuerdan los edificios ornamentados, bellos y monumentales como casas de salvación y protección? Pues el “Arca” de Juan, habla de todo lo contrario e invita a reflexionar sobre esto.

La imagen de un lugar solitario en una atmósfera, aunque llena de luz, lúgubre. Una salvación endeble, pequeña, aunque los personajes parecen asistir con esperanza. La obra me recordó a los trabajos de M. Perez que nos hacen sentir diminutos, como hormigas. De hecho, Juan y Mario fueron amigos. Mario le otorgó una mención especial a Juan, siendo este miembro del jurado en el 2007 en los salones fundación de San Juan. Pero es que la otra obra: “Babel III” hace recordar a los hornos de ladrillo de San Juan. En un lugar alejado de los hombres, oculto a la civilización, una torre desmedida, desproporcionada en relación a las pequeñas casas que se encuentran en la esquina derecha.

El sabor del acrílico habla de un lugar sombrío, olvidado, casi como una tierra inhóspita a la que no queremos mirar… un lugar donde nacen los ladrillos. También opuesto a los edificios ornamentados, bellos y monumentales como casas de salvación. Babel III parece una fábrica. La historia de Babel también se opone a estas ideas. En una ciudad que tenía por nombre Babel, los tipos se pusieron random y decidieron hacer una muy alta torre para matar a su Dios de un flechazo. Lo opuesto al monumento ornamentado que salvaguarda leyes, mandatos y datos en general. Coloridas y hasta cierto punto naif, las obras de Juan no tienen desperdicio y los/as invito a verlas.

«Babel III» (2013), Juan Faillá.

Juan tiene un curriculum extenso, y es revalidado en el consenso social, sus inicios como dibujante y artista provienen de la búsqueda de la belleza en las máquinas. A él le gustaba dibujar autos de joven. Pintando murales con un puñado de atorrantes, que se hicieron célebres humoristas gráficos, comenzó este camino en Buenos Aires. Entró a la Facultad de Arquitectura luego de un par de intentos fútiles en las difíciles épocas de la dictadura en su paso a la democracia. Entró, más que por bueno, por insistidor. Mientras Juan contaba su vida, sus duros comienzos, trabajando y estudiando a la vez, mi cabeza se extravió, y me perdí.

Mi encadenado y enajenado periodista interior, entró a hacerse preguntas. Comencé a recordar las palabras de introducción de Lucila Riofrío: Estas charlas son un documento para la posteridad, para los que vendrán después. Y me pregunté: ¿Qué les gustaría saber a estos “sanjuaninos del futuro”? ¿De nosotros? ¿De nuestros artistas? ¿Cuáles serían sus preguntas si estuvieran aquí? ¿Qué buscarían? ¿De qué hablan nuestros edificios? Y ¿Qué están protegiendo realmente?

Juan (62) es elegante, pañuelo de seda al cuello, campera, barba bien peinada y pantalones de vestir color caqui. Zapatos clásicos no lustrosos y medias rojas para cortar un poco con tanta distinción. Un guiño. Mi atención se dispersaba jugándome malas pasadas y volví a entrar en la charla cuando contaba de su artilugios y rebuscadas estratagemas para evitar hacer maquetas durante su paso por la universidad. Juancito sueña con un copón de cerveza bien fría junto al río, mientras un tango languidece a su lado.

Pero mi interior quería saber más… más de esos edificios, más de Juan; algo que no se estaba diciendo. Un “sanjuanino del futuro” me gritaba algo que no alcancé a escuchar.

Y es esto, lo que no se ve, lo que se nos está pasado por alto… algo que no estamos contando… lo que transita en voz baja entre los estratos como medias rojas ocultas tras los zapatos y el pantalón. Hay además una pequeña exposición de los amigos de ruta de Juan, en el foyer del edificio anexo. Retratos de la arquitectura del siglo XXI. Como siempre me gustó. Este servidor le otorga 4 estrellas sobre cinco a este conversatorio.

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