Nos hizo el plantón

Arturo Sierra

Demonio Urbano I 06/05/2025

Y bueno qué quieren que les diga, me siento estafado. Me siento engañado porque estábamos esperando por estos días al representante del maligno en la Tierra. Ya teníamos para él una habitación preferencial arreglada. Estábamos esperándolo con un agasajo VIP, como se merecía y resulta que nunca llegó. Todos con gran desconcierto aquí en el infierno… nos hizo el plantón, como quien dice.

¿Qué pasó con Pancho? acá le teníamos preparada la alfombra roja, para que la estrenara en composé con unos zapatos rojos como establecen las buenas costumbres y una capa roja, todo a tono con los requerimientos protocolares del infierno, pero jamás llegó.

Demasiado me parece para un pajuerano que se había encariñado con unos zapatones berretas. Tan rústico él… tan criollito, tan básico. Siempre pensé que no daba el perfil, pero… Y es que no se puede ir a buscar nada más y nada menos que, a “un Papa” allá a los confines del planeta. ¿Por qué ir a buscarlo a la periferia, digo yo, teniendo en Italia o en Europa o hasta en América del Norte, opciones más acordes a la tradición eclesiástica?

Además los colores papales tan inmaculados (blanco, amarillo, dorado) algo nos quieren decir ¿No? No hay peor ciego que el que no quiere ver, pienso. ¿Para qué generar “desarmonías”?

Aunque lo que me molesta de Pancho, es ese alarde de pobreza que hace aun después de irse. Realmente… con esos zapatones gastados, viejos, arrugados… ¡qué poca empatía para con el diseño italiano! Un encuentro con el patroncito después de 88 años ameritaba algo más digno, ¡un poquito más de glamour! ¿No?

Cuestiones de gusto aparte, parece que también siempre estuvo mal asesorado, ya que era un progre sostenido, bancado y patrocinado por el colectivo LGBTIQ+, «elles»… que -como se sabe- tienen dignos representantes en la élite de la moda y el diseño, son los culpables.

Y es que no se puede ir a buscar nada más y nada menos que, a “un Papa” allá a los confines del planeta.

Siento que fui engañado durante 12 años, en los que creíamos que finalmente se derrumbaban los preceptos de tan rancia institución como la Iglesia abriéndola directamente a cualquier cosa, ya que durante el papado de Francisco cualquiera podía ingresar como miembro.

Confieso que me pareció en algún momento una estrategia brillante, me dije: ¡Claro! si entran todos es porque la Iglesia no existe, porque no se puede “entrar a lo que no está cerrado” eso sería algo más o menos, así como “entrar afuera” no sé si me explico… Pero contra toda lógica logró acercamientos inéditos, mestizajes extravagantes con otros credos. Bueno… algo exóticos, podría decirse, quizá por eso “no la pudimos ver”.

Ahora –y esto va en serio- lo que no se le puede perdonar es que durante su papado jamás visitara la Argentina, ¡su cuna! Y no es que quiera meter la cola, pero es un mal trago que quedará por siempre. ¡Cómo no íbamos a esperarlo!

Seré diablo, pero no tonto. Y el Papa ¡nuestro Papa! No sufría de trastorno de nacionalidad como muchos compatriotas que fijan su horizonte en el norte. 

Y ya que nunca volvió a pisar suelo argento, ¿con qué derecho seguía tomando mate, entonces? Si en justicia debiera haberlo reemplazado por un buen capuchino. Del mismo modo, renunciar a San Lorenzo y asociarse al Nápoles; o reemplazar el semitón por la prepizza… ¡pero dejar de una buena vez esa doble vida!

Porque seré diablo, pero no tonto. Y el Papa ¡nuestro Papa! No sufría de trastorno de nacionalidad como muchos compatriotas que fijan su horizonte en el norte. Y aquí se encuentra el meollo de la cuestión.

Evidentemente el Papa arrugó a la hora de visitarnos. “Que no quería ser políticamente usado”, dicen las malas lenguas. ¿Cómo es posible, me pregunto, cuando se la pasó metiéndose en cuestiones que excedían los asuntos de la iglesia?

¿Cuándo se ha visto –por ejemplo- un Papa feminista? Ahí se le retobaron algunos angelitos, me parece… A mí me da mala espina el color de la mochila “verde” de esa monjita que llorando lo despedía en fotografías que dieron la vuelta al mundo ¡qué quieren que les diga! Es más, le pediría a la prensa local que tuvieran la decencia de retocarle esa mochila verde virándosela un poquito al celeste, más acorde con los preceptos de la iglesia ¿no les parece?

Y ya que estamos cuereando al Papa, ¿para qué digo yo, meterse con el tema de los migrantes?

Y ya que estamos cuereando al Papa ¿Para qué digo yo, meterse con el tema de los migrantes? Conflictivo si los hay… defendiendo a quienes son obligados a embarcarse en una chalupa que nadie garantiza llegue a destino… ¡Pero si así llegaron también! ¿O acaso pretenderán ser repatriados en avión? Sobre que se los dejó pasar para ayudar en algún “conchabo” ¿a la hora de ser devueltos pretenden viajar en primera? Pero ¡¿quiénes son?! Diría Moria…

No contento con esto, se despachó contra “el colonialismo” ¿Sería consciente Panchito que estaba hablando como máxima autoridad de la Iglesia? Digo esto, porque si hay institución alguna regida por una política expansionista, ésa es nada más y nada menos que la mismísima Iglesia Católica, Apostólica y Romana, hay que decirlo.

Aunque hoy por hoy no es la única, es verdad. Y además –por su parte- el Papa reconoció y pidió “Perdón” por los crímenes cometidos en nombre de la evangelización, también es cierto. Y si bien no sé de qué podría ahora servirles a los asesinados por la Santa Inquisición estas disculpas, al menos le da un remate más decoroso a la historia.

Finalmente, y para ampliar con alguna anécdota más, Fran pretendió ilustrarnos acerca de la diferencia entre “Tolerar” versus “Incluir” hablando de una política migratoria madura. Aseverando que “mientras los estados no lleguen a la integración no se resuelve bien el problema migrante”. Y bue… ya ahí la remató qué quieren que les diga… ¡Puro cuentito de hadas para el que habría que patear el tablero, borrar todos los mapas, barajar y dar de nuevo!

Y aquí estamos a la espera de un nuevo capítulo que tiene los ojos del mundo atentos a la rosca que elegirá al sucesor de Francisco. Y para ello, firmemente propongo una vianda de Tiamina durante el cónclave en estos días, hasta que el humillo blanco indique “Game Over”.

Atosigado de tantas cuestiones ligadas a lo espiritual decidí salir a abrir la boca para matar un poco la tarde del domingo. No sabía si ir a misa o a la feria internacional de artesanías y me decidí por esta última. Todavía me divierte ver a los abnegados artesanos merituar frenéticamente sus obras frente a posibles compradores que les pulsean y les negocian cada centavo. Esa fricción, esa adrenalina, esa desesperación por salvar la tarde se huele en el aire y me enerva.

Por lo demás, como siempre. Lo que funciona seguro es la comida. Y espero que de una vez por todas aprendan mis queridos artesanos: Para la edición del año que viene, nada de trabajar con esmero la arcilla, la madera o los metales si la gente lo que quiere es clavarse un pancho o tomarse una birra. Por otra parte, es para lo único que estaría dando el bolsillo… ¡Pero viva la libertad, carajo! Y vayan para ustedes mis bendiciones.

 

 

 

 

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