Noche de brujas

Arturo Sierra

Demonio Urbano I 22/10/2024

Bueno… tengo que aceptar que a pesar de todo, todavía hay gente que tiene buenas intenciones. Sí, por que no decirlo una vez más: “la intención es lo que vale”

¿Y qué es la intención? en mi humilde pero sutil sapiencia, la intención es mucho más que un propósito. Es más bien una “invención”, irrealidad, ensueño, pero sustancia al fin. De eso -creo- va la obra “Quinto C” del elenco La esquina que me tocó cubrir el fin de semana en la Sala TeS, con la actuación de Celina Carrascosa, Juan Manuel Cuello y Rubén Rodríguez.

Lo que hasta entonces sabía de esta obra es que giraría en torno a los vinculos humanos y los amores modernos, al menos por algunas pistas que ya aparecían en la sinopsis ¡Vaya tema este de las relaciones en la era digital! pensé. Una historia de desamor y el intento desesperado de lograr una respuesta humana al otro lado de la pantalla. Así que con estos datos, me preparé para ver de qué iba la cosa.

Al menos, mis diabólicos compañeritos, en un inexplicable acto de empatía no me rapiñaron el sábado… Como les decía, tuve que laburar el viernes, o sea… nada de “noche de brujas” para mí… ¿o sí? Y que no se interprete que me estoy quejando -al contrario- adoro los casi bien… Todo lo que te pone en tensión, lo que provoca ansiedad, a mí me genera adrenalina como sucedió con el sonido por ejemplo, que por momentos se dificultaba al entendimiento del público… ¡fascinante!

 

Creo que apareció nomás en mi noche de viernes una de estas fantásticas criaturas: Flaca, mechuda, viciosa, rencorosa y desquiciada…

Pensándolo bien y como diría el Chavo “sin querer queriendo” creo que apareció nomás en mi noche de viernes una de estas fantásticas criaturas: Flaca, mechuda, viciosa, rencorosa y desquiciada. Capaz de morir o matar pero también de obrar los más increíbles portentos.

Se llamaba Gloria y era una bruja de los ’80. Al mejor estilo de quienes se casaron “hasta que la muerte los separe” era una mujer despechada incapaz de superar la infidelidad y posterior abandono de quien fuera su marido y en sus soliloquios progresiva y mortalmente obsesivos, termina involucrándose en un affaire virtual que la conduce hasta el enajenamiento absoluto.

Por su parte Lorenzo, el ex marido de Gloria, era el típico financiero que una vez que consolidó su empresa, comprendido, sostenido y apoyado por su abnegada mujercita, se fue alegremente de cuernos con la joven secretaria ¡en buena hora! Un cartucho menos. Nada de culpa, ¿eh? pura “responsabilidad afectiva”.

Finalmente Astros es una entelequia. Un personaje artificial que paulatinamente termina convirtiéndose en amante virtual de Gloria. ¡Hasta a mí me puso en conflicto este Astros! Quién sabe lo que nos depare el futuro ¿no? ¿O ya debiera referirme al presente?

La sala infestada de veteranía suspiraba a los sones de “Air Supply” título que significa algo más o menos como “Recarga de aire” jajajaj… ¡qué nombre de mierda para una banda! De no ser que la conformaran sólo instrumentos de viento, pero no era el caso.

No sé qué onda con “los memorables 80”, pero para mí lo único que tienen de memorable es que fue la generación responsable de que habitáramos este mundo los diablillos perversos como yo. Aunque como amante de las artes escénicas, tengo que reconocerles también que fueron pioneros cosplayers y por eso les perdono la melaza romántica.

En serio, loco… si hasta bailaban “lentos”. ¿No me creen? ¡Sí! Y “lento” no significaba moverse ingrávidos, como en cámara lenta -lo cual podría resultar divertido- no. Lento era algo como jugar a la estatua abrazados mientras sonaba la música ¿De bailar? Nada. Alta vergüenza me daría, estar ahí parado, abrazando a alguien durante dos horas y con una musiquita de fondo ¿cuál es?

Vamos al nombre de la obra: “Quinto C”. Me rompí la cornamenta tratando de entenderlo…

Ahora, vamos al nombre de la obra: “Quinto C”. Me rompí la cornamenta tratando de entenderlo ¿Y saben qué? Tambiénnnn tiene que ver con la época, mire usté. Descubrí que el nombre está relacionado con un tema musical ícono de entonces. “Mariel y el Capitán” de Sui Generis, banda emblemática del rock nacional integrada por Charly García y Nito Mestre.

La canción ironiza sobre el caretaje social, describe la relación oculta entre Mariel –una chabona medio hippie- y un capitán de fragata mayor que ella, que sucede en un edificio de departamentos donde los vecinos desaprueban el desparpajo de la relación.

“Ella toma el ascensor en la mañana sin temor a que se caiga…” así, como un vaticinio comienza la canción que cuenta cómo cada día la fresca Mariel baja en el quinto piso y se anuncia con dos golpes a la puerta “C”, donde la espera el capitán que formalmente la recibe con té o eventual café.

Ya fue ¿no? Pero con onda digo, yo que el capitán me hubiera mudado a tiempo. El muy güevón lo terminó haciendo tarde y al barrio de los calladitos, aunque con Mariel, claro. Bien dice el dicho: “Las buenas cercas hacen buenos vecinos”.

Y es que sí ¿viste? Todo un tema éste el de la intimidad y la virtualidad. Uno -a lo Roberto Carlos- cree que tiene un millón de amigos y después resulta que te viven stalkeando las historias y ni un puto like te clavan. De pura envidia, obvio.

…todavía existen mandatos que si bien ya no nos contienen, se nos han quedado grabados a fuego y nos siguen jodiendo la existencia.

Volviendo a la obra teatral y a “la intención” con la que fue elegido el nombre “Quinto C”, se entiende que 40 años después aunque los motivos de control social y censura han cambiado, todavía existen mandatos que si bien ya no nos contienen, se nos han quedado grabados a fuego y nos siguen jodiendo la existencia.

Sin pretender espoilear la obra de teatro -sino haciéndolo directamente- digamos que por incapacidad de adaptarse a la realidad, Gloria se pierde en una especie de “cosplay sui generis”, arrasando con todo. (Ampliando para la franja de lectores seniors: el cosplay es la representación realista de una situación o personaje ficticio que puede tener distintas variantes según la finalidad y el contexto).

Desde los 80 y quizá por influencia de Arjona se han reproducido a millares las señoras de las cuatro décadas. Aun así y con casi medio siglo dentro, subsisten quienes con celo nos siguen chupando los sueños y las sábanas, predadores de cualquier brote que exceda los mandatos legitimados por la moral y las buenas costumbres de los argentinos de bien. De lo cual yo no me quejo ¡por supuesto! porque a mí al menos, me termina resultando predilectamente redituable.

 

 

 

 

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