Opinión

Mover los límites

Por Sonia Parisí

17/08/2023

Paredes

 

Yo ya había colgado los guantes, o tirado la toalla, o… no sé qué, pero había desistido. No iba a presentarme. La verdad es que siempre me costó leer el manual de instrucciones. Parece que la prospectiva me agobia y en este caso las bases eran demasiado largas.

Quizá se deba a que somos víctimas del “multi-tasking” o a que padecemos el “zombi scrolling syndrome” o un autóctono “trastorno de ansiedad”.

Pero mi amiga Janita me tentó y finalmente decidimos hacer una presentación conjunta. Después de una noche larga de sumas y restas, de averiguar precios e intentar ajustarnos al presupuesto, quedó medianamente presentable lo que sería nuestro proyecto al que decidimos titular “Zona de contemplación asistida”.

La propuesta se basaba en una videoinstalación. El montaje constaría de una carpa o gazebo en cuyo interior dispondríamos un proyector, una pantalla de proyección y entre ambos, una reposera. Todo esto sobre un piso cubierto de arena que los visitantes debían pisar descalzos antes de recostarse en la reposera, colocarse los auriculares y comenzar a escuchar poesías convenientemente seleccionadas, sobre un fondo de sonidos del mar. Simultáneamente, en la pantalla se reproducirían imágenes del oleaje y su rompiente en la arena.

Se trataba de construir un paréntesis, un limbo, una especie de sanitario público en donde se evacuaran ansiedades súbitas.

La Memoria descriptiva, literalmente, decía:

Los nuevos medios provocan eventos originales en el terreno de las artes visuales. Especialmente en lo que representa la incorporación del tiempo y los sucesos. La interactividad permite pensar en una obra orgánica, en constante transformación, no tan predecible o condicionada como las de los medios tradicionales.

La video instalación “ZONA DE CONTEMPLACIÓN ASISTIDA” es una propuesta eventual, participativa, mutante y efímera donde en la modalidad de las experiencias inmersivas, se pretende transportar al espectador a una especie de “limbo”, suspendiendo transitoriamente su percepción habitual.

Simultaneidad, inmaterialidad, virtualidad, reproducción, son particularidades de este tipo de realizaciones, que evidencian el contexto tecnológico actual. Si bien el espectador que ingrese al gazebo y se disponga a la experiencia está aceptando las reglas del juego, sabe y está consciente de que ingresa a otra “realidad” simultánea, inmaterial, virtual y reproducida.

De igual manera y como el desarrollo creciente en el campo de las interfaces ha entrenado al público asistente, nuestra propuesta pretende actuar como disparador que propicie el diálogo con las imágenes, voces y poesías de manera inusual o diferente.

La propuesta “ZONA DE CONTEMPLACIÓN ASISTIDA” revoluciona sobre cuestiones estéticas, al incursionar en el lenguaje de los nuevos medios sin abandonar por completo los medios tradicionales. Reflexiona sobre los fenómenos perceptivos y la debacle que los nuevos medios están provocando sobre antiguos paradigmas, como el de “realidad”. Finalmente, pretende provocar debate y masa crítica.

Acerca de cuestiones filosóficas, se busca comparar, relacionar y hacer dialogar aspectos inherentes a contextos históricos diversos. En definitiva, revisar y cuestionar asuntos que trasciendan los circuitos artísticos institucionales.

En cuestión de un par de décadas hemos pasado de “Las fábulas de Esopo” a “La Obra Abierta” (…) Y ahora estamos aquí, trabajando sobre “Tecnoestéticas”.

 

Confieso que me costó bastante no caer en la moralina melancólica. Como veterana que soy, provengo de una generación en donde los cuentos terminaban en moraleja. En cuestión de un par de décadas hemos pasado de “Las fábulas de Esopo” a “La Obra Abierta”. Ufff… ¡cuánto nos ha costado entender a Umberto Eco! Y ahora estamos aquí, trabajando sobre “Tecnoestéticas”.

Y sí, somos una generación bisagra. Crecimos de manera analógica y tuvimos que adaptarnos a un mundo progresivamente digitalizado. Nos ha costado mucho deshacernos de los TDK y de los VHS. Asumo que aún escucho y disfruto mi colección de CDs y que la musicalización en mi taller es decididamente “retro”.

En “nuestra época” –la de la contemplación analógica- la ensoñación simplemente nos sucedía…

En “nuestra época” –la de la contemplación analógica- la ensoñación simplemente nos sucedía. Más que sucedernos, nos “asaltaba”. Éramos naturalmente contemplativos o como nos decía mi madre, vivíamos “papando moscas” término que hasta grande averigüé que significaba tragárselas o sea, estar con la boca abierta.

Hoy en cambio, hacemos coaching de meditación y pagamos fortunas para intentar poner la mente en blanco. Los estudios de mercado y la planificación estratégica nos han diseñado el éxtasis. Y la ensoñación nos ha sido pautada mediante el scanning corporal y las meditaciones guiadas.

¿Quizá antes no teníamos el deseo programado? Es probable que sí, pero tímidamente, de manera incipiente, experimental, no tan eficaz.

En mi adolescencia, cuando la tv color era una novedad, recién comenzaban a advertirnos sobre la publicidad “subliminal” y de qué manera podían las empresas manipular nuestros intereses. No existían los celulares sino teléfonos públicos amurados, donde por una ranura a modo de alcancía, introducíamos una ficha que nos permitía hablar unos minutos. Eran inimaginables el zoom, el streaming, las videoconferencias, los virus, los ciberdelitos y las estafas virtuales.

Cuestión de que a raíz de la “Tecnoestética” me dio por pensar en el diseño de nuestros deseos, asumiendo que “ser entendida es estar protegida”. Entonces me puse a leer, averiguar y recordar conceptos acerca de aquello que nos interesa. No pude evitar vincular el tema con la increíble cantidad de términos en inglés que he usado en este breve texto que no alcanza las tres páginas. Hasta qué punto y de qué manera ello da cuenta de nuestra libido colonizada.

El lenguaje digital  ¿nos vincula, nos alinea o nos aliena?

Tasking, scrolling, syndrome, coaching, scanning, son términos que hoy conforman un léxico universal. No a modo de la panlingua creada por Xul Solar donde las lenguas del mundo tributaban, sino de una única lengua imponiéndose de la mano de la tecnología y la revolución digital.

El lenguaje digital entonces ¿nos vincula, nos alinea o nos aliena? Serán cuestiones a pensar y respuestas que tendremos que buscar. Palabras más, palabras menos, todo este periplo de ideas y emociones se desató de la mano de tan feliz convocatoria y sus barrocas bases.

Dos semanas después, nos enteramos de los nombres de los proyectos ganadores. El nuestro no había sido seleccionado. Tampoco recibimos notificación formal de los resultados, lo cual nos hace pensar que estuvimos lejos…

A modo de rédito, lo intentamos. Deconstruirse da miedo pero orgullosamente puedo decir que somos una generación de “intentadores”. Aquellos que ayer hablábamos desde un teléfono fijo y marcábamos a disco, hoy estamos a tientas rompiendo paradigmas y renaciendo a realidades simultáneas. ¡Salud contemporáneos!

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