Carlotta, el cómic digital de Alberto Espinosa
Ficciones del futuro que hablan del presente
Plataforma GAIA se introduce en las páginas de una historia que habla de la condición humana, el desarrollo tecnológico y los dilemas éticos de la inteligencia artificial. Una sociedad en vilo por la ambición autodestructiva del hombre.

Por Raúl Caliva I 25-02-2022
La Tierra, 17 de octubre de 2214, en el Lago ‘Presidente Menem’ (anteriormente conocido como Nahuel Huapi en el siglo XXI) despegaba la nave Osram en el que abordaba Antón Giraud, rumbo a la constelación Alfa Centauro, específicamente al planeta Endara. Allí, el periodista e investigador -que trabajaba para un psicólogo millonario- iba con la misión de contactar a un granjero sueco para entrevistarlo y recoger relatos personales acerca los traumas de la postguerra interplanetaria. Al llegar a su precaria vivienda donde el hombre vivía, Giraud dialogó con él y escuchó las historias de su difunta esposa, un robot humanoide con aspecto de mujer.
Incrédulo por lo que le contaba, el periodista registró su conversación. Sin embargo, le quedó resonando en su mente cuan cierto era tal relato. Tiempo después, volvió a ese mundo a sacarse la duda. Como era de esperarse, siempre existen acciones que vuelven a una persona -por más racional que trate ser- lo bastante contradictoria a la hora de tomar decisiones. Si esa mujer-robot que relataba el anciano fuera real ¿Qué pasaría si la pudiera tener? No solo fue a cerciorarse que fuera verdadera. Efectivamente, encontró el cuerpo de la máquina que se ubicaba una tumba improvisada en un descampado, sino que, además, la desenterró y se la llevó en su nave para reconstruirla. ¿Qué lo impulsó a hacerlo?
Es así como empieza la aventura de este hombre y Carlotta, el (¿o la?) androide -lo más adecuado para nombrar al personaje, porque conceptualmente se trata de un robot u organismo sintético antropomorfo que, imita y simula conductas humanas de manera autónoma- cuyo vínculo plantea de entrada un debate tan antiguo pero que nunca pierde vigencia y que trasciende los límites de lo literario, de lo filosófico, de la ficción y hasta podría decirse, del terreno de lo ético; ¿Es posible humanizar a una máquina? Una inteligencia artificial ¿puede ser tratada como un ser vivo? ¿Es factible que la conciencia y la voluntad propia no sea un campo solo reservado para la especie humana?
Estos son algunos de los interrogantes y dilemas que se encuentran entramadas en las páginas del comic Carlotta, creado por el dibujante sanjuanino Alberto Espinosa.
Al introducirnos en los primeros cuatro episodios de esta obra ilustrada y escrita por dicho autor (quien cuenta con múltiples experiencias en las artes visuales, el teatro y la música en paralelo) se nos revela todo un futuro no tan distante de nuestro actual presente y si bien aunque se trate de ciencia ficción pura y dura, resulta que no está tan alejada de la realidad de este presente -con pandemia incluida- respecto a aquellos conflictos que perduran y que, inexorablemente, nos encuentra en un caos civilizatorio de la cual aún no se logran alcanzar, respuestas y tampoco certezas.

Narrativa abierta. Beto sostiene la continuidad de este cómic, creado en 2007. Hoy tiene cuatro capítulos terminados y el quinto en desarrollo. La colección está en formato digital y puede adquirirse en el portal Patreon.
En una época de expansión terrícola para colonizar nuevos planetas habitables, la puja por el control de nuevos recursos naturales inexplorados, ha llevado a los gobiernos de este futuro distópico a realizar numerosos avances en el desarrollo científico y tecnológico a toda costa. No obstante, todo este ‘progreso’ condujo inevitablemente a una guerra civil interplanetaria entre diversas facciones, con consecuencias desastrosas.
“Imaginé todo este universo basado en cuestiones tecnológicas corrientes. Cuando la creé (a Carlotta), no existía todavía la masificación de los smartphones, que tenemos hoy como algo normal. Pero las reflexiones más profundas en mí vinieron de una pregunta muy antigua: ¿Qué pasaría si el ser humano sea capaz de crear un ser, en este caso un robot cibernético a imagen y semejanza de sí mismo? Esta búsqueda me fue llevando a leer de todo sobre la temática y me encuentro con Isaac Asimov, quien planteó hace años, cómo sería la humanidad conviviendo con robots. Fue así que hacer los primeros bocetos con estas ideas”, contó el dibujante en comunicación con Plataforma GAIA.
A partir de la lectura de este comic, se puede deducir que la relación del ser humano con la tecnología, es el tema central. Entonces, su creador lo explicó con más detalle y con una perspectiva claramente política.
“Giraud, es un bicho raro en ese futuro lejano donde reina un individualismo y consumismo extremo. A pesar de eso, siente mucho gusto por estar consciente de la historia de la humanidad, porque en ese futuro, la sociedad olvida su pasado. La Historia está borrada. Entonces, a este personaje, rodeado de hologramas, se resiste y prefiere leer libros de papel”, detalló e inmediatamente, tal argumento lo transporta hacia el presente: «en estos días, escucha a tipos como un tal Presto que, por YouTube, reivindica a un dictador como Jorge Rafael Videla. Pero el problema es que todavía hay gente que no lo tiene muy claro, quién fue y qué hizo en el pasado. Ese es un gran problema, porque vivimos en un tiempo donde se olvida fácilmente la historia reciente de nuestro país. Y la tecnología que supuestamente ‘resuelve’ necesidades, puede hacerte pensar en un ‘presente permanente’ que, a la larga, la sociedad puede terminar cometiendo los mismos errores históricos que llevan a su ruina”, opinó el dibujante.
Tal como expresó, lo que imprime en las viñetas es ese sentido del mito del ‘eterno retorno’ que ayuda a interpelarse, sobre el destino de una sociedad como la argentina. “Los medios (hegemónicos) potencian todo el tiempo mensajes que conducen a justificar o banalizar las atrocidades que hicieron Videla o Suárez Mason; como si lo que hubiera ocurrido durante el proceso militar hubiera sido bueno. Se invierten los valores. Y en un momento histórico, la sociedad dijo basta de todo esto y tomemos un camino democrático. Pero ahora, ¿cómo entendés a un pibe que escucha y ve en la tele o en Internet, que te dicen que les agrada lo que dice un Milei, un Espert o un Gómez Centurión. ¿Por qué la gente trabajadora apuesta a un modelo neoliberal, que va en contra de sí misma? Y no hay una crítica a estos dinosaurios que los medios les dan tanto apoyo», cuestionó críticamente.
Y continuó en su opinión: «Su mensaje cala tanto que los votan, ganan elecciones y después terminan partidos al medio. Entonces me pregunto: ¿Tenemos que volver a atravesar las mismas tragedias para que nos caiga la ficha a alguna vez por todas y no cometer los mismos errores? Siento que hay una pérdida de memoria tremendo en estos días y es muy triste. ¿Qué pasa cuando la humanidad pierde su memoria? Caemos una y otra vez en un eterno retorno, es lo que reflejo en el comic, se trata de la peor distopía de todas”.
Vivimos en un tiempo donde se olvida fácilmente la historia reciente de nuestro país. Y la tecnología que supuestamente ‘resuelve’ necesidades, puede hacerte pensar en un ‘presente permanente’ que, a la larga, la sociedad puede terminar cometiendo los mismos errores.
El Hombre y la máquina
El tema de la interacción entre el ser humano y la máquina como inteligencia artificial es ampliamente tratado en novelas, cuentos, películas y hasta videojuegos. Pero entre las narrativas que más ha enriquecido y que generó importantes aportes, se encuentra ‘Yo, Robot’, la clásica obra literaria de ciencia ficción de 1950, del escritor Isaac Asimov.
En el libro, aparecen las leyes de la robótica, un elemento narrativo que es de enorme influencia en el género y, sobre todo, en el debate sobre la ética de la inteligencia artificial. Las leyes condensan un conjunto de normas programadas para el comportamiento de la máquina. La primera dice: “Un robot no hará daño a un ser humano o, por inacción, permitirá que un ser humano sufra daño”. La segunda ley: “Un robot debe cumplir las órdenes dadas por los seres humanos, a excepción de aquellas que entrasen en conflicto con la primera ley”. Y la tercera: “Un robot debe proteger su propia existencia en la medida en que esta protección no entre en conflicto con la primera o con la segunda ley”.
Estas directrices se basan como una medida de protección para la seguridad de los humanos. Con esta concepción, el escritor ruso (nacionalizado en Estados Unidos) proponía una forma de contrarrestar el efecto ‘Frankenstein’, esto es, el miedo a que las máquinas se rebelen contra sus creadores. Tales normas representarían, así como una especie de código moral. Pero, qué pasaría si el robot rompiera alguna de esas leyes en una situación extrema que deba discernir entre preservar su propia existencia o la de una persona. Visto de este modo, la máquina podría ser más inteligente que el propio humano y debería protegerse de ellos con las tres leyes. En este sentido, resultaría toda una paradoja.
La obra de Asimov continúa después cuando la propia especie humana olvida su mundo originario, en la saga ‘Fundación’ y en un estadio superior, son los robots quienes adquieren sentimientos y buscan ser reconocidos como humanos, como sucede en ‘El hombre Bicentenario’ y más adelante, agregaría la ‘ley 0’, que establece que “no puede causar daño a la humanidad o por inacción, permitir que la humanidad sufra daño”. Lo que plantea esta historia, es cómo reaccionaría una sociedad, cuando una máquina adquiera la capacidad para desarrollar el libre albedrío.
Por lo tanto, en ese transcurrir de las relaciones personales humano-máquina inteligente, escritas por Asimov, marcó el rumbo inspirador en Beto para modelar lo que sería Carlotta en su historia, incorporándole modelos matemáticos cuánticos para desarrollar su inteligencia artificial.

La androide mujer. Inspirada en la concepción de la robótica de Isaac Asimov y otros grandes autores de la ciencia ficción, tanto del cine como de la literaruta, la protagonista se ve envuelta en un conflictivo mundo en guerra.
Ahora bien y ¿por qué pensó al androide en dotarla con un aspecto de mujer? Espinosa respondió sin vueltas: ‘Me permite reflexionar sobre el fetichismo que tenemos los hombres. Venimos muchos siglos poniendo a la mujer como un objeto, cosificado. Que sean serviles, que sean sumisas y que, además, nos den placer sexual. Y solo ellas dieron una lucha histórica de liberarse y que sean reconocidas como personas con sus propios derechos. Antes no podían ni votar, opinar y tampoco manifestarse. La mujer siempre fue ‘propiedad de’. Por eso busco trasladar la idea que, en este robot, que al principio es usada como un lavarropa o como cualquier electrodoméstico para ‘servir’ los deseos de su amo, se vuelve extremadamente poderosa. Y lo paradójico de la historia futurista, es que Giraud, consciente que es una máquina, no se enamora o no tiene sexo con ella, como si lo hicieron otros”.
Por otro lado, puntualizó otro eje que atraviesa el comic: “somos contradictorios los humanos y ese mismo modelo que recrea o emula el comportamiento, está instalado en Carlotta, entonces es probable que también el robot llegue a tener contradicciones, tenga capacidad para engañar o a equivocarse”. Y amplió su visión: “Las páginas no hacen más que reflejar esta relación contradictoria. Que haya contenido erótico, eso es secundario, pero en la trama central hablo de política y de la condición humana”.
Además de los héroes protagónicos, también hay villanos en el comic. La Hermandad de la Venganza, un grupo terrorista de derecha con fuertes consignas de odio de clase. “Lo incorporé en las líneas de la historieta curiosamente hace unos diez años atrás, pero las cosas cotidianas de hoy me superan. En la tele ves a tipos como Milei y sus seguidores que se roban la palabra libertario, algo que en realidad los anarquistas buscaban igualdad en la sociedad y que pueda conducir los ejes de su propio destino y no para una elite económica dominante que trabaja para que los poderosos sean aún más poderosos”.
Me crié con los cuadritos y los globos mucho tiempo y por más que sea de una generación distinta, las historias siempre perduran y el cómic, aunque sea un medio tradicional, sigue siendo necesario.
De las viñetas a la transmedia
El autor trazó toda una narrativa visual abierta y que se va construyendo número a número. Comenzó a gestar su idea conceptual en 2007 y como todo emprendimiento artístico que se lleva a cabo en este suelo, lleva mucho tiempo de trabajo en la silla, autogestión, paciencia, lectura y reescritura permanente.
Con un anclaje a una realidad social que le brinda todo el tiempo material para trabajar en su tira futurista, reactualiza su obra en función de la época y también de la forma de publicación.
Al principio inició elaborando todo a mano, a la forma tradicional, lámina por lámina, digitalizando, luego pasarlo por el taller de impresión y posteriormente, distribuirlo en tiendas de revistas, librerías o haciéndolo circular de mano en mano. Hoy, se encuentra con nuevas exigencias que la cultura digital impone y decidió relanzarlo por plataformas de crowfounding (es un sistema de micro-mecenazgo en el que los lectores financian la producción de nuevos capítulos) particularmente, a través de Patreon. Con formato digital, el material está disponible en Internet para que cualquiera pueda suscribirse y acceder a él, descargarlo, imprimirlo y realizar colaboraciones para crear nuevos episodios.
Sostener esta obra a lo largo de los años, viene de una motivación que, para él, resulta fundamental: su intención de comunicar esta historia, por tratarse simplemente de un hecho artístico que requiere se compartido para otros.
La lógica de lo digital, obliga a reformular la manera de estructurar el comic con elementos multimedia, efectos de sonido, animaciones y otros accesorios. Al respecto, analiza la posibilidad de incorporar otros recursos técnicos para enriquecer su producción. “En la medida que pueda incorporar otros formatos y herramientas para mejorar la calidad del producto, lo haré, no me cierro a nuevas posibilidades de creación, pero es un aprendizaje que lleva tiempo. Porque, eso exige esfuerzo y yo estoy solo en esto. Entonces me pone en el lugar de articular con otros profesionales y artistas para que se dé un intercambio de disciplinas. Me encantaría contar con colaboraciones en conjunto. Que pueda tener aportes de otros para experimentar, sería fantástico”, comentó.
Cuando leyó a sus 18 años por primera vez La Ilíada de Homero, lo cautivó tanto la fuerza poética de ese relato épico, llegó a comprender que, a lo largo de las eras, todos los relatos civilizatorios, conducen a un mismo propósito: problematizar el destino del ser humano. “Trato de transmitir esa esencia, la disconformidad que siento con una sociedad que no anda bien. Y por más que me digan el comic es un lenguaje algo arcaico hoy, siempre tendrá algo interesante para sostener, proponer y decir”.
En definitiva, lo que busca, es que su mensaje trascienda. “Tomo una posición frente a este mundo y qué será de la humanidad en el futuro. Creo que es una historia potente y si debo actualizar el recurso que sea, lo haré. Me dicen todos los días que a nadie le gusta leer, pero eso no es verdad. Me crié con los cuadritos y los globos mucho tiempo y por más que sea de una generación distinta, las historias siempre perduran y el comic, aunque sea un medio tradicional, sigue siendo necesario”.
A través de una aventura futurista de una máquina inteligente y su compañero periodista, Beto indaga cuánto la sociedad avanza o retrocede y de los riesgos que conlleva la falta de una visión histórica al creer ciegamente que el desarrollo tecnológico por sí solo le solución a todos los aspectos de la existencia. Un futuro y un presente, en donde la condición humana está en crisis permanente.

Sobre el autor: Alberto Espinosa, es licenciado y profesor en sociología; dibujante, historietista, actor y director teatral. También, dicta talleres artísticos para instituciones educativas públicas y privadas.